Hace una semana, Carlos Baute se encontró con el horror en Valencia. Días antes de que la DANA arrasara la zona, la cantante decidió viajar con Astrid Klisans y sus tres hijos en común para celebrar el 40 cumpleaños de ella. Precisamente, fue el 29 de octubre cuando la mujer de Carlos soplaba las velas. Sin embargo, esta escapada familiar terminó convirtiéndose en una pesadilla, con cantante y su familia atrapados por las lluvias torrenciales. “Pudimos volver a Madrid después de 50 y pico horas. La DANA nos pilló en la carretera, saliendo de Requena”, cuenta el artista a ¡HOLA!, antes de relatar sus horas más angustiosas con sus tres niños pequeños –de ocho, casi 7 y cinco años–.
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-¿Estabas en Valencia por trabajo?
No, fuimos porque Astrid cumplía 40 años. Le dije de hacer una fiesta, pero ella prefería estar con la familia, con los niños. Entonces, buscamos una zona que hiciera buen tiempo en estas fechas y elegimos Valencia, para que los niños pudieran conocer el Museo de las Artes y las Ciencias y el Oceanográfico. Aunque una semana antes, ya veíamos que llovía, pero decidimos seguir con el viaje. Nos fuimos el viernes. Todo fue bien, pero, como el martes llovía, decidimos adelantar la vuelta. A la una de la tarde agarramos la carretera y, una hora después, llegamos a un pueblo que se llama Requena. Ahí nos encontramos con las carreteras cortadas, así que nos obligaron a tomar un desvío. Apenas entrar al pueblo, empezamos a ver inundaciones.
-¿Era manera llamativa?
Aunque llovía normal, los coches no podían pasar. Entonces, decidimos a parar a comer y llenamos el depósito. Ya cuando íbamos a agarrar la autovía hacia hacia Madrid, nos quedamos parados en una rotonda, a 150 metros de tomar la A3.
-Qué mala suerte.
Eran las dos de la tarde. Aunque llovía, llovía y llovía, no eran lluvias fuertes, pero empezamos a ver una bodega inundada, aunque no eran lluvias fuertes. Ya a las ocho, después de seis metidos en el coche, vi a un guardia civil y corrí hasta él. Me dijo que no iban a abrir la carretera y me recomendó buscar algún hostal. Astrid y yo empezamos a llamar por teléfono a hostales, pero no nos atendía ninguno. Luego, se perdió la señal telefónica. Dimos la vuelta en coche y encontramos un hostal con dos habitaciones. Llegaron justo dos señoras detrás de nosotros y, aunque éramos cinco, solo pedimos una con sofá cama para poder repartir.
-¿Allí pasasteis la noche?
Sí. Ya entrando en la habitación, a las ocho y pico, suena la alarma. Entonces, ya había muchísimos muertos, porque veíamos el desastre en la televisión local. No podíamos creerlo. Obviamente, no salimos de la habitación.
-Estando con tus hijos, encima tan pequeño, pasarías miedo.
Claro. A las diez de la noche, la lluvia era una cosa de locos.. Lo filmé y traté de colgar una historia, pero no había conexión. Los niños estaban asustados y decían: “Papá, papá”. Claro, viendo las noticias, con todo inundado y la gente ahogada… En la noticas veíamos todo lo que estaba ocurriendo en Chivas, que estaba a media hora de donde estábamos. Luego, en Requena también se cayó una parte del pueblo y un puente centenario.
-El miedo iría creciendo.
Pasamos mucho miedo porque la lluvia no paraba. Cuando vimos las noticias, nos espantamos y dijimos: “Dios mío, esto puede pasar aquí también”. Estábamos en la planta uno del hotel, pero veíamos que el agua llegaba a cinco metros. Cualquier cosa que pudiera pasar, nos podíamos ir para arriba.
-¿Cuánto tiempo pasasteis en el hotel?
Dos noches y tres días. Hasta el viernes –día 1–. Pero el miércoles –30 de octubre–, a las ocho de la mañana, sonó la alarma brutal y eso que el teléfono no tenía señal. ¿Cómo esto no sonó el día anterior? No sonó tarde, pasadas las ocho de la tarde, cuando ya habíamos pasado seis horas en el coche.
-¿Y qué hicisteis en esos días atrapados en Requena?
El miércoles dejó de llover y fuimos a un supermercado cercano y al lado había otro inundado. Cuando fuimos a comprar, ya empezaron las complicaciones. Primero, no funcionaba el ‘contact-less’. Después, sólo aceptaban efectivo. Al día siguiente, no teníamos ropa. Fuimos a una tiendita para comprar, pero estaba toda inundada. Tampoco teníamos comunicación. Tan solo salimos de la habitación para comprar comida. Ya hablé con amigos míos de la Guardia Civil y me avisaron que el viernes –1 de noviembre– estarían bien las carreteras. Pero desde donde estábamos nosotros, porque desde Chivas no.
-Menudo susto.
Menudo susto, sí. No entendí nada a nivel de organismos, porque hablaba con muchísimos amigos policías y guardias civiles. Les preguntaba que por qué no iban a las zonas afectadas, pero me decían que no les llamaban y que no podíamos ir por cuenta propia. Tengo a familia que perdió su casa y también a amistades que perdieron absolutamente todo. Muy, muy desconsolador. El pueblo es el que ha sacado adelante el pueblo, pero los organismos, en vez de ser rápido y efectivo, no reaccionó… ¿A las veinticuatro horas, llegaron 1064 efectivos?. De broma. ¿48 horas después, llegaron cinco mil? No lo podía creer.
-Era insuficiente para todo lo que habías visto, ¿verdad?
Tenían que haber mandado cientos de miles. El pueblo ayuda, pero no es el que tiene que dragar a todos estos camiones o encargarse de eso.
-Estando en Requena, ¿has conocido algún testimonio que te haya llamado la atención?
A los tres días, fuimos a comprar ropa interior para los niños. Cuando entramos a la tienda, la señora nos contó que su esposo era fontanero y que no estaba saliendo todo en las noticias. En Requena, se inundaron varias casas y, aunque intentaron entrar en ellas, lamentablemente la gente estaba allí dentro. Hubo tres personas dentro de una casa que no podían salir. Entonces, ya me decían que había muchos más muertos de lo que estaba saliendo.
-Lo importante es que Astrid, los niños y tú estéis todos bien.
A principios de semana, tengo unos compromisos obligatorios, pero este jueves –7 de noviembre– tengo pensado ir con todo mi equipo. Somos trece personas. Antes, hablaré con mis amigos guardias civiles. Me quiero poner mis botas y quiero ayudar a toda esa gente que se lo merece. Si estoy sano y tengo dos piernas y dos manos, que cuenten conmigo. Yo no puedo seguir viendo las noticias y no hacer nada.