¿Quién se lo iba a decir al, hasta hace unos meses, todopoderoso Sean “Diddy” Combs? ¿Quién hubiera augurado que el hombre fuerte de la industria musical, el anfitrión de esas turbias fiestas, tanto las blancas como las explosivas “freak off”, celebraría solo, y en prisión, su cincuenta y cinco cumpleaños? El pasado cuatro de noviembre, no había ni un famoso esperando el acceso a la nueva casa de Puff Daddy, el Centro Correccional Metropolitano de Brooklyn; ni se amontonaban lujosos regalos, ni sonaba música con los decibelios a todo gas. Abandonado por muchos de los que antes presumían de ser sus amigos, el músico recibió una videollamada realizada por sus seis hijos y, como único obsequio, se le permitió disfrutar de una comida distinta a la que le sirven a diario. Eso fue todo.
Sorprende que, de los miles de problemas que enfrenta su cliente, los abogados de Sean “Diddy” Combs señalen la comida como una de las cosas que más extraña el artista de su vida anterior. Las autoridades penitenciarias aprobaron que recibiera un menú distinto al habitual por su aniversario. El desayunó incluyó un plato de frutas, cereales y hasta un pedazo de tarta. La comida consistió en un plato de pasta, albóndigas y ensalada. Y para cenar, le pusieron un plato de arroz con pollo. Adiós a la langosta, al caviar y a las burbujas de ese champán que corría como el agua en sus otros cumpleaños; como, por ejemplo, durante la multitudinaria fiesta que organizó al cumplir cincuenta años, en su mansión de Beverly Hills. En aquella ocasión, ya bien entrada la madrugada, Puff Daddy ofreció a sus invitados una segunda cena, servida por el popular McDonalds. Ahora, internado en la cárcel, si siquiera hay sombra de esas humildes hamburguesas. Ni qué decir de la presencia, como en aquella ocasión, de la flor y nata del mundo del entretenimiento, encabezado por figuras tales como las hermanas Kardashian, Jay-Z, Kanye West, Pharrell Williams o The Weeknd.
La industria musical sigue a la espera de que el próximo mayo comience su juicio tras haber sido imputado de los cargos de conspiración de actividades criminales organizadas, tráfico sexual por la fuerza, fraude o coacción, cargo de transporte con fines de prostitución y agresión sexual y violación. El juez Andrew Carter ya denegó una vez la libertad bajo fianza al músico. Sus abogados apelaron, pero se le volvió a rechazar ese beneficio, al considerarse que su libertad supondría un peligro para la sociedad y que podría haber riesgo de fuga. Ni los cincuenta millones de dólares que Sean “Diddy” Combs daría como fianza han sido suficientes para convencer a las autoridades judiciales y sacarle provisionalmente de una prisión llamada, por los reclusos más veteranos, “el infierno en la Tierra”.
Una videollamada única
Cuando su nombre ha perdido toda magia, Sean “Diddy” Combs únicamente cuenta con el apoyo de sus incondicionales; es decir, de su familia. A la cabeza, se encuentra su madre, Janice Combs, quien ha confesado sentirse “devastada” por la situación de su hijo y reclama el derecho de este a dar la versión de los hechos que se le imputan: “Es desgarrador ver a mi hijo juzgado no por la verdad, sino por una narrativa creada a partir de mentiras”.
El día cuatro, los hijos del músico y productor organizaron una videollamada, que compartieron en sus redes sociales. Ellos son: Quincy Taylor, de treinta y tres años, el mayor (aunque no es hijo biológico de Sean, sino de su “ex”, Kim Porter, Combs lo adoptó y lo ha tratado siempre como un hijo más); Justin Dior, de treinta años; Christian “King”, de veintiséis; Chance Combs, de dieciocho años (Chance no pudo estar en la videollamada y se comunicó con su progenitor desde otro teléfono); las gemelas Jessie y D’Lila, de diecisiete; y la benjamina, Love. Los mayores se habían reunido semanas antes para firmar un comunicado de apoyo a su padre. “Muchos nos han juzgado –se leía en el mismo– tanto a él como a nosotros basándose en acusaciones, teorías conspiratorias y falsas narrativas que han entrado en una espiral absurda en las redes sociales […] Permaneceremos unidos, apoyándote en cada paso del camino […] Nos aferraremos a la verdad, sabiendo que prevalecerá, y nada quebrará la fuerza de nuestra familia”.
Ahora, todos ellos han demostrado que lo que escribieron y compartieron no eran solo palabras, sino que, a pesar del peso de las denuncias que han caído sobre su padre, todos continúan defendiéndolo de manera firme e incansable. En el vídeo, se les veía en torno a una mesa sobre la que reposaba una gran tarta de cumpleaños. Le cantaron con todo sentimiento Happy Birthday. El productor musical caído en desgracia les agradeció su férrea unión cuando todo a su alrededor se tambalea: “Estoy orgulloso de vosotros. No veo la hora de veros a todos. ¡Tengo la mejor familia del mundo! […] Y solo quiero deciros que estoy orgulloso de vosotros […] Sed fuertes. Gracias por vuestra fortaleza. No puedo esperar a veros en un par de días […] Gracias por estar a mi lado”.
Desde el dieciséis de septiembre, cuando fue arrestado en un hotel Manhattan, la vida del músico y la de sus hijos ha cambiado de arriba abajo.
El infierno de la cárcel
La familia de Combs, y no es para menos, está muy preocupada por las condiciones de la cárcel en la que el rapero espera su juicio. El Centro Metropolitano de Detención de Brooklyn, conocido como MDC, es peligroso, violento y caótico. Se fundó en 1990, alberga a casi mil doscientos reclusos, y el juez del distrito de EEUU, Gary J Brown, ha llegado a confirmar que “las acusaciones de supervisión inadecuada, agresiones desenfrenadas y falta de suficiente atención médica están respaldadas por un creciente número de pruebas, con ciertos casos, son irrefutables.
Debido a estas circunstancias tan adversas, según informó la BBC, algunos presos de alto perfil reciben una protección especial y, al parecer, Sean “Diddy” Combs se ha acogido a esta modalidad y comparte celda con Sam Bankman-Fried, empresario en criptomonedas y condenado el pasado marzo por delitos de fraude.
Cabe recordar que algunos de los presos más famosos de la última década han estado internados entre sus cuatro asfixiantes paredes, como el también rapero R. Kelly o Ghislaine Maxwell, la socia del temible Jeffrey Epstein, quien se suicidó el diez de agosto de 2019 en una celda de otra penitenciaría similar al MDC Brooklyn, el Correccional Metropolitano de Manhattan.
Lo más delicado para Sean “Diddy” Combs es que el número de demandas crece mientras permanece en prisión. De hecho, uno de los motivos que esgrimieron las autoridades para no concederle la libertad bajo fianza, además de los anteriormente expuestos, era porque, una vez fuera, podría, según los abogados que trabajan con las presuntas víctimas, manipular a los testigos y comprar a algunos demandantes.
Antiguos conocidos muy cercanos a Combs, y que en otra época blasonaban de su nivel de intimidad, ahora marcan claramente las distancias. Por ejemplo, Elon Musk. Un día antes de las elecciones de Estados Unidos, estalló contra JLo por haber denostado a Donald Trump y lo hizo con el siguiente argumento: “JLo era como su exnovia y ahora es como que advierte a la gente contra Trump. ¿A cuántas personas les advirtió sobre Diddy? Oh, a ninguna. Vale. Tal vez no deberíamos confiar en ella”.
El mundo del espectáculo está que arde desde que el abogado de las ciento veinte víctimas, Tony Buzbee, explicó que Puff Daddy no es el único involucrado con los delitos que se le imputan, y que “expondremos a los facilitadores que permitieron que esto ocurriera a puertas cerradas”. Por su parte, Bryan Freedman, conocido litigante especializado en el mundo del espectáculo, declaró que las palabras de Buzbee han conmocionado a Hollywood y alrededores: “los grandes nombres de la música no están durmiendo tranquilos”.
El abogado Bryan Freedman, conocido por defender a las grandes estrellas de la música, expresó el impacto que estas revelaciones están teniendo en la industria. “Los grandes nombres de la música no están durmiendo tranquilos”, aseguró. La preocupación crece entre aquellos que alguna vez trabajaron de cerca con Combs, y una fuente cercana afirmó: “Estoy seguro de que están aterrados, Dios sabe lo que presenciaron”.