Sobre estas líneas, Máximo Huerta y su madre

El sobrecogedor testimonio de Máximo Huerta: ‘con el corazón en un puño’, en Buñol y con su madre dependiente

El presentador y escritor, que nació en Utiel y tiene a su familia allí, nos cuenta cómo ha vivido los dramáticos momentos en primera persona


6 de noviembre de 2024 - 7:03 CET

“Hay una canción de Raimon que dice: 'En Valencia, no sabe llover. O llueve poco y somos sequía o llueve mucho y nos ahogamos”, nos dice Máximo Huerta cuando nos ponemos en contacto con él el domingo 3, después toda la tragedia en la región por culpa de la DANA. “Representa mucho el espíritu del valenciano que sabe recuperarse, pero esta vez es demasiado grave”, se lamenta el presentador y escritor.

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Sabe de lo que habla. Nacido en Utiel, uno de los pueblos más afectados por el temporal, Máximo tiene a su familia allí. Pero él mismo también vivió ese trágico 29 de octubre en primera persona, ya que se encuentra instalado en Buñol, al cuidado de su madre, que tiene 87 años. En conversación con ¡HOLA!, el presentador y escritor cuenta cómo pasó esos momentos y comparte los casos dramáticos que conoce.  

© @maximohuerta

Sobre estas líneas, Máximo Huerta y su madre

—Siendo de Utiel, estarás viviendo toda esta tragedia muy de cerca.

—Estoy en Buñol. No me he podido mover de casa porque yo tengo una madre con demencia. Tenemos la carretera cortada, los puentes caídos y no me he movido porque cuido de ella. Como todos, he estado incomunicado, sin luz ni nada, mientras que toda mi familia vive en Utiel y la zona está muy afectada. Durante tres días, no supe qué pasaba con ellos. Cuando conseguí hablar con mis primos y mi tía, me contaron que habían perdido sus coches, porque se los había llevado el torrente, pero que ellos estaban bien. Ahí ya me calmé, pero, durante esos días sin comunicación, he estado con un nudo en el estómago. 

—¿Cómo te pilló a ti el inicio de esta tragedia?

—Yo tenía que ir a Madrid a presentar un acto de los Premios Planeta y me quedé atascado en la carretera. Pero ya por la mañana, dije que no estaba el día como para ir a Madrid, que estábamos en alerta roja. Entonces, ya había imágenes de Chiva y de Utiel con torrentes, coches arrollados, casas destrozadas… Este drama ya lo veíamos por la mañana. Pero, por mis compromisos profesionales, me aventuré a ir a ver si podía subir al AVE, aunque ya fui viendo que las vías del tren estaban al aire. 

—Ya veías que el panorama estaba mal.

—Ni llegamos a la estación. Afortunadamente, volvimos y conseguimos salir de allí. No sé cómo el conductor que me llevaba me dejó en casa… Pero él se quedó 24 horas perdido en la carretera. De hecho, desde el martes a las 12 hasta el sábado, no supe nada de él. 

© @maximohuerta
© @maximohuerta

—Qué horror. Aunque estaba en casa, el terror también iría in crescendo.

—La lluvia era terrorífica. Además, como Buñol está un poco en un valle y yo vivo en la ladera de la montaña. La tromba de agua era impresionante, era como un río bajando por la calle. 

—¿Pensaste en subir a la planta más arriba, como recomendaron?

—Mi casa tiene varias alturas y mi madre y yo no nos movimos del salón. En un momento, se fue la luz y perdí la comunicación. De hecho, no podía hacer algo tan simple como encender la encimera para prepararle algo caliente a mi madre, como un vaso de leche.

—La sensación de terror se multiplicaría al tener una persona dependiente, que era tu madre.

—Yo sufría mucho por la cantidad de ancianos que necesitaban ayuda porque tengo a una en casa y sentía pánico. Cuando luego vi esa residencia llena de sillas de ruedas, todos los ancianos mojados hasta la cintura… Me impresionó. Ahí dije: “Qué afortunada mi madre, que al menos me tiene a mí”.

—En algún momento, ¿se te pasó por la cabeza salir de casa?

—No, no se podía salir. 

—¿Cuánto tiempo estuvisteis incomunicados?

—Dos días y medio sin saber nada.  Ahora no tenemos mucha cobertura. Se va la WiFi y no puedo trabajar, porque va y viene en el ordenador. Luego, en el teléfono se me acumulan mensajes. 

—Parece que tuviste la cabeza fría y mantuviste el control, pero, ¿el miedo te hizo dudar en algún momento?

—Como no había comunicación y no teníamos información de nada, simplemente estaba pendiente de la casa. Mientras el resto lo estabais viendo todo en Twitter o Instagram o escuchándolo en las noticias, nosotros no teníamos ni radio. 

© @maximohuerta

—Estabas incomunicado, para bien y para mal.

—Claro. Nosotros no sabíamos qué pasaba. 

—¿Ahora mismo tienes luz y agua?

—Sí. Y teléfono también. Cuando llegó por fin la cobertura, me aparecieron dos mil mensajes. A la hora, se cortó otra vez, pero, al menos, pude contactar con mi familia y a la gente que quiero para decirles que estaba bien. La primera llamada que hice fue a mis primas de Utiel. Todas han perdido los coches, su taller de carpintería… Al menos, el bar y el restaurante de mi familia se ha quedado bien porque está en la parte alta de Utiel y ahí no había pasado nada, pero han perdido los coches.

—¿Y tú? ¿Has lamentado daños materiales en Buñol?

—No. 

—Y eso que una parte del castillo del siglo XIII del castillo del pueblo ha terminado derribada…

—Sí, la parte de la Iglesia se ha caído. También se han perdido casas, el puente… Además, las carreteras están cortadas. Ahora, para llegar a un sitio que está a dos minutos, hay que dar una hora de vuelta. Otro puente se ha caído… Pero, afortunadamente, por la orografía, los daños no han sido tan graves en Buñol.

"Durante esos días sin comunicación, he estado con un nudo en el estómago"

—Que se haya caído una construcción de tantos siglos deja constancia de la magnitud del desastre.

—Efectivamente. Es la antigua iglesia de Buñol que está en medio del castillo. Y me impresionó mucho verla así, después de tantos siglos. Imagínate la fuerza del agua. El torrente era horroroso, horroroso. Después, fue horrible la incomunicación de no saber qué estaba pasando. Eso me tenía el alma en vilo y hacía sufrir de manera doble: no sabía si pasaba y, si pasaba, no lo podías averiguar. Eso sin poder moverte. Sobre todo, la incomunicación ha sido otra de las tragedias. El no saber qué pasaba con tu familia era dramático. 

—¿Qué ha sido lo peor que has visto o lo que más te ha llamado la atención?

—La residencia de ancianos, supongo que por empatía. Esas dos chicas jóvenes que sacaron a 125 ancianos y les pudieron subir en minutos a la planta de arriba. O colgados desde los balcones. O esa chica que iba por el agua, como si fuera un tsunami,  y que la consiguieron parar en la riada… Eso me no se me va de la cabeza. 

—¿Qué es lo que te transmite la familia en estos momentos?

—Mi familia de Utiel, donde el drama es espeluznante, ni me envía fotos. De hecho, le pedí alguna para compartir y pedir ayuda, pero me dijeron que no estaban haciendo ninguna. O sea, no hay manera de salir de este lodazal. Y sólo hacen que ayudar y y sacar trastos de toda la zona de la Alameda, del barrio de la Fuente. 

—¿Qué necesita gente como tu familia de Utiel?

—¿Te puedes creer que todavía hay caos? Lo único que están haciendo es limpiar y ayudar a sacar trastos de casas de vecinos.

—Encima lloviendo, que este domingo por la tarde se ha activado una nueva alerta.

—Sí, aquí está lloviendo ahora. En este momento, no hay nadie por la calle. Aunque no haya llegado la alerta aquí, sí que ha llegado a otros pueblos de Valencia y hay tal alarma que lo van pasando de unos a otros. Como está lloviendo, las calles están vacías. Tú sabes que el miedo es muy contagioso.

© Getty Images

—Al menos, ¿tu familia tiene casa?

—Sí, sí. 

—Entonces, tienen donde dormir.

—Sí. María José, la madre de las dos niñas –un familiar–, se quedó en otro pueblo, en las monjas, porque no pudo llegar a Utiel. Y a la familia de mi prima Raquel, que se quedó en casa, en una zona más alta de Utiel, no le pasó nada.

—Aun así, ha habido muchos fallecidos en tu pueblo y conocerás casos.

—Acabo de hablar con una mujer que ha perdido a su familia y estaba llorando. Vive aquí en Buñol, que son dos pueblos muy cercanos. Y claro que conoces a los muertos.

—¿Cómo están las carreteras entre los pueblos?

—Cortadas. Ahora no se puede ir hacia los pueblos cercanos. Hay que ir dando la vuelta muy peligrosa por zonas que no compensan. De hecho, no he podido ir a Utiel. Mi madre me insistía en ir, pero no hemos ido. La A3 está bien, pero se inundó y no me apetece meterme a ver qué tal está.

—¿Qué mensaje crees que hay que lanzar ahora?

—Entiendo la irritación en este momento. Ojalá todas las fuerzas ayuden a limpiar y trasladar la ayuda. Ojalá llegue también la ayuda muy pronto a todos los seguros de pequeños comercios, que a lo mejor no van a tener ingresos hasta no sé cuántos meses. También hay cosas que puede hacer el Gobierno, como no cobrar el seguro de autónomos a comercios. Que llegue la ayuda pronto, que llegue la limpieza pronto, que haya más medios, más militares… Que haya más de todo, porque es la tragedia más grande que ha habido. También van a hacer falta muchos psicólogos. Conozco casos de personas que se quedaron en el garaje y aguantaron con un palmo de agua hasta el techo… Y, estando a oscuras, buceaban para intentar buscar puertas. Es que eso es dramático. Cada ejemplo que te cuentan es dramático y todo el mundo tiene algún caso. Todo eso te golpea, te hace daño. Pero no quiero victimizarme porque el dolor de las víctimas es gigantesco y les pertenece a otros.

© EFE

© Getty Images

—Va a necesitarse mucho tiempo para que la región se recupere porque hay gente que lo ha perdido todo.

—Con la magnitud de la tragedia, se tardará en arreglar, en solucionar y también en olvidarse de todo. Las tres cosas. Creo que se tardará todo: en olvidar el dolor, en arreglarlo y en compensar emocional y económicamente. Como valenciano, espero que llegue pronto la ayuda de todos los sitios, de fuerzas y ayuda económica, que es lo más práctico. Las muertes tardan en olvidarse años, el dolor se queda para siempre y la huella que va a dejar va a marcar a toda una generación de españoles y de valencianos. A todos. 

—Pero más los valencianos.

—Hubo una riada muy grave en 1957 y, aunque no fue tanto como esta, mi madre recuerda los detalles, que tiene 87 años… Por eso, van a pasar años y años en recuperarse. Y eso que los valencianos estamos acostumbrados a gotas frías, como se las llamaba antes.

—¿Qué necesita gente como tu familia?

—He hablado con la alcaldesa de Buñol y el alcalde de Utiel, Ricardo Gabaldón, que es un tipo muy templado. He ofrecido mis redes o mi nombre para lo que pudieran servir. He compartido el número de cuenta corriente que se ha creado porque es más práctico para comprar todo lo necesario. Más que enviar cosas, es más práctico que se pueda comprar y compartir. También he participado, pero es algo privado.