Era una sorpresa. Para todo el mundo. Porque querían que fuera una ceremonia muy muy muy discreta. Y, por imposible que parezca, el secreto se ha mantenido hasta esta semana. Porque que Ana Guerra y Víctor Elías se casaban ya lo sabíamos. Ellos mismos nos lo anunciaron a nosotros en estas páginas antes que a nadie, pero lo que no se sabía es que… ¡Lo hacían por partida doble! En el número de esta semana podemos ver el primer 'Sí, quiero' de los novios, el solemne, el religioso. Cuando la de Lo malo y el de A toda mecha contrajeron matrimonio delante de sus familiares y amigos más íntimos en la castiza Ermita de la Virgen del Puerto de Madrid. Una ceremonia que tuvo lugar un día antes de su gran y emocionante celebración que, como saben, ocupará nuestras páginas la semana que viene, en respeto y solidaridad por las víctimas y afectados por la devastadora DANA que ha tenido lugar en Valencia.
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Y como pueden ver en nuestra última edición, los novios son la viva imagen de la felicidad, la alegría, la ternura y, también, de la elegancia. Ana escogió para desposarse con su “chico” un vestido único y exclusivo de la diseñadora Rosa Clará a la que —atención al spoiler— ha confiado sus “outfits” nupciales. Se trata de un diseño sofisticado, regio, con empaque. Con un patrón sobrio y, al mismo tiempo, delicado. Clásico. Semientallado en la cintura y confeccionado en encaje joya francés.
El bustier, con escote palabra de honor, está adornado con una onda que realza su cuello y su pecho, gracias también a las mangas a medio brazo. En la parte inferior, una sobrefalda extraíble de organza de seda que se adorna con una cinturilla también encaje y pasamanería. Por último, sobre su hermosa cabellera castaña, un doble velo de tul ilusión.
“Me costó muchísimo elegir qué vestido ponerme cada día”, nos cuenta la novia. “Era súper complicado… Pero Rosa Clará me lo puso fácil”, añade. De hecho, en un primer momento Ana creyó que le iba a dar muchas pero que muchas vueltas a los largos, a las mangas, a los tejidos… pero tanto éste como el vestido que veremos en la celebración con sus cientos de invitados, fueron como un flechazo de cupido. “El vestido representa muy bien lo que soy. Habla de mí”.
Es más, este diseño, confiesa, le “sorprendió". “Nunca me lo había planteado así. Realmente la cola es una sobrecola, que cuando me la quito estoy con un vestido de tubo y eso, en mi cabeza, era impensable”. “Jamás -asevera- me habría ‘pegado’ para casarme. La sobrecola le da un volumen que es súper favorecedor”. Y damos fe: está guapísima.
Pero el novio… El novio no se queda corto tampoco. Porque Víctor hizo un alarde “fashionista” poco común. Y es que si Ana era como una Gran Dama de esas que solo pisan salones con arañas de cristal, Víctor parecía salido de una escena “canalla” de The Bridgerton. Porque olvídense de almíbares o cretonas como el merengue, el músico y actor echó mano de la Sastrería Prats para hacerse con un traje gris grafito con levita entallada de botonadura simple y cuello Mao que , unido a sus tatuajes y su actitud rockera, le daban… mucho “rollazo”. Ustedes decidan qué le va mejor, si guitarra de Robert Palmer o un protagonista en una película de Guy Ritchie. “Tenía claro que no quería ir de novio al uso… Así que, trabajar con la Sastrería Prats ha sido una maravilla: les conté la idea y acertamos”.