Este martes se cumple una semana de la tragedia causada por la DANA, que hasta el momento ha dejado 215 personas fallecidas y un número aún indeterminado de desaparecidos. Entre estos desaparecidos se encuentran Izan y Rubén, dos hermanos de 5 y 3 años cuyo rastro se perdió el 29 de octubre en Masía del Juez, en la localidad valenciana de Torrent.
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La tragedia ocurrió de forma repentina y devastadora. Izan y Rubén se encontraban en casa junto a su padre, quien estaba preparándoles la cena, cuando una tromba de agua sin precedentes golpeó la región. La fuerza de la corriente arrastró un camión, que impactó contra el muro trasero de la vivienda. En cuestión de segundos, la casa se vio invadida por el agua. Aunque el padre logró aferrarse a una rama, no pudo sostener a sus hijos, que fueron arrancados de sus brazos por la corriente. "Cayeron al barranco y la fuerza del agua se los llevó", relató con dolor la abuela de los niños, Antonia María.
Durante cuatro interminables horas, el padre luchó por su vida aferrado a la rama, soportando los golpes de los objetos que arrastraba la corriente y el dolor de haber perdido a sus hijos. Su única esperanza, cuenta la abuela, era resistir por su esposa, quien se encontraba atrapada en la carretera sin poder regresar a casa. Cuando finalmente bajó el nivel del agua, él, con las pocas fuerzas que le quedaban y a pesar de sus heridas, salió en busca de los pequeños junto a un grupo de personas. Recorrieron el barranco, pero el panorama era desalentador: los escombros, vehículos y el barro acumulado dificultaban la búsqueda.
Exhausto y herido, el padre tuvo que ser ingresado en un hospital de Valencia, donde fue intervenido debido a una grave infección en sus heridas. En medio de su desconsuelo, sostiene dos toallas de playa de sus hijos, a las que se aferra con el dolor de un padre que no ha dejado de buscar a sus pequeños.
Antonia María, de 72 años, ha compartido la historia familiar, que comenzó con un día de prevención por la amenaza de lluvia. Ella cuidó a sus nietos todo el día y, aunque se emitió la alerta demasiado tarde, había advertido a su hijo sobre el riesgo. Víctor, el padre, decidió salir temprano de su trabajo para llevar a sus hijos a casa. "Fue la última vez que los vi", dice la abuela al diario ABC entre lágrimas.
Desde aquel día, la familia de Izan y Rubén ha continuado la búsqueda sin descanso. Sin embargo, a una semana de la tragedia, aún no han encontrado ningún rastro de los hermanos. Los familiares describen a Izan, el mayor, como un niño de pelo moreno y corto, mientras que Rubén, de tres años, tiene el cabello rubio. Ambos, señalan, tienen unos mofletes grandes que los caracterizan y los hacen inconfundibles.
La esperanza persiste, pero el dolor es palpable. A pesar de que aún no hay noticias de los pequeños, su familia y amigos mantienen la búsqueda, aferrándose a la esperanza de encontrar a los dos pequeños y de que esta historia pueda tener un final diferente.