París, mayo de 2023. Horas antes de comenzar una nueva edición de Roland Garros, Paula Badosa anuncia que no competirá en el torneo por una fractura en una vértebra, producida dos semanas antes en el Masters de Roma. La tenista española aún no sabía que este contratiempo derivaría en una lesión crónica en la espalda que la mantendría más de seis meses apartada de las pistas. Sin duda, el mayor calvario de su exitosa carrera deportiva, que terminaría dejándola fuera del 'top 100' mundial. Sin embargo, lo que tampoco sabía Paula es que París la compensaría esos días con una inesperada ilusión. Cupido hizo de las suyas y puso en su camino al dios griego del circuito tenístico, Stéfanos Tsitsipás.
"La primera vez que me fijé en Paula fue cuando la vi en el Abierto de Australia de 2020, jugando en la pista central. Fue un flechazo y me quedé completamente hipnotizado"
Aunque parezca mentira, hasta ese Roland Garros, los caminos de estos dos 'gladiadores' apenas se habían cruzado. Bastó un intercambio de mensajes y un par de miradas a la orilla del Sena para que ambos sintieran que sus vidas estaban predestinadas a encontrarse. Ahora, al cumplirse un año y medio de aquel primer encuentro, volvemos con ellos a París, donde cualquier tenista sueña con coronarse sobre la tierra batida de la Philippe Chatrier y donde Paula y Stéfanos se atrevieron a soñar con algo más. Esta es su primera sesión de fotos y su primera entrevista juntos. Bienvenidos a la historia de la pareja actual más admirada y poderosa del tenis mundial.
Almas gemelas
"Es curioso, pero nunca se dio que Paula y yo nos encontráramos durante los torneos. Es más, puede que nos viéramos tan solo dos o tres veces antes de poder tener la oportunidad de acercarme a ella para saludarla y presentarme", recuerda Tsitsipás, para acto seguido desvelar: "Diría que la primera vez que me fijé en Paula fue cuando la vi en el Abierto de Australia de 2020, jugando en la pista central. Fue un flechazo y me quedé completamente hipnotizado desde aquel día. Recuerdo que pensé para mis adentros que algún día estaríamos juntos". Ese día tardaría en llegar algo más de tres años, cuando la tenista vivía la cara más amarga del deporte: "Conocí a Stef justo nada más lesionarme. Fue una de las temporadas más duras para mí, porque nunca había estado tantos meses sin jugar al tenis, y él me aportó la felicidad, el apoyo y el aire fresco que tanto necesitaba en ese momento. La verdad es que me sentí muy afortunada de que llegara algo de luz a mi vida en un momento tan oscuro".
"Conocí a Stef justo nada más lesionarme. Fue una de las temporadas más duras para mí, porque nunca había estado tantos meses sin jugar, y él me aportó la felicidad, el apoyo y el aire fresco que tanto necesitaba"
—Desde que hicisteis oficial vuestra relación a través de las redes sociales, un término se repite continuamente en vuestras publicaciones: soulmates (almas gemelas). ¿Qué os hizo sentir esa conexión?
PAULA.—Nuestra forma de ser es muy parecida. Al dedicarnos a lo mismo, empatizamos mucho el uno con el otro. Por otra parte, creo que también hemos vivido cosas en el pasado muy parecidas y eso ha forjado caracteres similares. Él es una persona, quizás, un poco más introvertida y yo, más extravertida, pero creo que nos complementamos muy bien. Él siempre mencionaba que éramos como soulmates y creo que tiene bastante razón.
STÉFANOS.—La verdad es que hemos tenido vidas muy similares. Desde el momento en el que, siendo unos niños, cogimos una raqueta, nuestro camino hacia el tenis profesional ha sido más o menos el mismo. Creo que la mayoría de los jugadores hemos hecho prácticamente el mismo viaje. Es raro encontrar tenistas que no hayan recorrido este camino, en el que siempre te encuentras dificultades. Personalmente, vengo de un país que no tiene historia ni mucha experiencia en el tenis. Para mí no ha sido un viaje fácil estar aquí y conocer a Paula. Creo que si no hubiera sido por el tenis, no nos habríamos conocido. Debemos honrarlo por juntarnos.
En esta historia de 'almas gemelas', otra coincidencia convertida en conexión habla de que ambos ocupan el puesto número 11 del ranking mundial en el momento del cierre de estas páginas.
—Más allá de lo deportivo, ¿qué admiráis el uno del otro y qué os aportáis como pareja?
S.—Ella ha tenido que plantarle cara al miedo durante toda su vida. Y las mujeres luchadoras son para mí las más atractivas y a las que más admiro. Me recuerda un poco a mi madre en algunas cosas. No sé si eso es bueno o malo (risas), pero tengo una sensación muy cómoda con Paula cuando la tengo cerca. Me siento extremadamente conectado con ella y siento que es mi persona. Supongo que eso significa que estamos hechos el uno para el otro y que tenemos ese tipo de conexión que nos acerca incluso en el conflicto y en la tensión. Cada día que me despierto me siento muy afortunado de que ella sea parte de mi vida y si tengo que definirla con una palabra, esa sería 'valiente'.
P.—Lo que admiro de Stéfanos es la capacidad que tiene para levantarse siempre en los momentos malos. Es una persona con una capacidad de superación increíble, y eso me encanta. También muy trabajadora. Tiene las ideas muy claras de lo que quiere en la vida y eso también me gusta. Aparte de quererle mucho, admiro lo que hace cada día. Los dos empatizamos mucho el uno con el otro, tenemos mucha compasión, nos ponemos en el lugar del otro y nos escuchamos. En el mundo del tenis, con tanta presión y tanto viaje, es muy difícil sentir «hogar» y, en mi caso, lo siento estando con él. Como dicen, no es dónde, sino con quién.
Salud mental
En estos tiempos en los que la salud mental acapara titulares asociados al deporte de élite, esta escultural pareja también alza la voz para reivindicar la importancia del trabajo personal fuera de las pistas. Con su lesión de espalda, Paula se ha enfrentado a un proceso de reconstrucción similar al que ya vivió tras ganar Roland Garros Junior con 17 años. Entonces, sufrió una depresión al no ser capaz de afrontar todas las expectativas depositadas sobre ella. "Escribo mucho. Tengo siempre mi libreta a mano y plasmo en ella todo lo que siento y lo que me pasa, porque soy una persona muy introspectiva. Me cuesta relajar mi mente, pero cuando lo consigo me funciona. Cada mañana, al despertarme, hago una meditación con visualizaciones e intento repetir la fórmula al acostarme. Además le doy mucha importancia a hablar y a abrirme emocionalmente lo que haga falta. Tengo la suerte de contar con un equipo con el que no me siento nada juzgada. Me apoyan y me protegen. Eso ha sido lo más importante para poder expresarme libremente".
"Para mí no ha sido un viaje fácil estar aquí y conocer a Paula. Creo que si no hubiera sido por el tenis, no nos habríamos conocido", asegura el tenista griego
Stéfanos, por su parte, puso abruptamente el pasado verano punto final a una relación de 16 años con su entrenador. Dicho así suena doloroso, pero si a eso le añadimos que su entrenador, desde los nueve años, ha sido su propio padre, entenderemos mejor el punto de inflexión que esta decisión ha supuesto en su vida: "Mi padre, probablemente, ha sido el núcleo de toda mi vida, no solo en el tenis, sino también en mi día a día. Ha sido una figura muy importante, pero ya había sentido en varias ocasiones esa necesidad de seguir adelante en lo profesional sin él. Obviamente, es uno de los grandes responsables de mis éxitos hasta ahora, pero también necesito explorar mis propios límites, tener mi historia y emprender un viaje diferente en el que seguir aprendiendo".
Hace una pausa y confiesa: "Ha sido muy difícil para los dos tener una relación natural padre-hijo durante todos estos años de campeonatos. Esa fue también una de las principales razones por las que decidí separarme de él como entrenador. En última instancia, también puede entenderse como una manera de salvar nuestra relación y construir algo saludable en el futuro".
Un dramático episodio
Stéfanos es el mayor de cuatro hermanos, en una familia casi íntegramente dedicada al tenis. Pese a sentir desde niño una enorme atracción por lo artístico (es un gran amante de la lectura, la filosofía y, sobre todo, de la fotografía, como demuestra en su perfil personal de Instagram, @stiopkyn), huir del tenis hubiese sido una utopía en su caso. Su padre era profesor de tenis cuando, en los años 80, se enamoró de una jugadora soviética. A los 15 años, un dramático episodio estuvo a punto de costarle la vida a la actual pareja de Paula Badosa, cuando disfrutaba de una plácida tarde de playa junto a unos amigos. De forma inesperada, el mar se embraveció y solo la valentía y pericia de su padre consiguieron rescatarle del agua. "Fue una experiencia aterradora. No creo haber sentido nunca una experiencia así, que me enseñó a vivir cada momento, a ser agradecido y a no dar nada por sentado en la vida. Seguramente me impactó porque también me di cuenta de lo aterradora que puede ser la naturaleza, especialmente cuando no eres consciente de ello. El mar tiene un gran valor cultural en Grecia y, durante mi infancia, pasé mucho tiempo a su orilla y en las islas. Aquel día me tocó aprender para el resto de mi vida que siempre hay peligros que uno no puede controlar".
En el caso de Paula, la lesión crónica en la vértebra L4 llegó a hacerle plantear una posible retirada hace menos de un año. Como buena escorpio (cumple 27 años el próximo 15 de noviembre), tiene la admirable capacidad de renacer de sus propias cenizas cuando toca fondo. A falta solo de la esperadísima Billie Jean King Cup (la Copa Davis femenina) de Málaga, del 13 al 20 de noviembre, este 'ave fénix' de la raqueta terminará 2024 con el mejor nivel de juego de su carrera. Ver para creer. "Soy una persona que cuando toco fondo, y no es la primera vez que lo hago, consigo sacar mucha fuerza de ahí. Siempre he sido una chica independiente, con mucho carácter, con personalidad y, en ese momento crítico de este año, decidí hacer cambios en el equipo que me ayudaron muchísimo. Añadí a dos personas en las áreas de preparación física y mental, que, en su momento, me habían ayudado a tocar la cima, manteniendo a mi entrenador, Pol Toledo, que para mí era intocable. Mediante estos cambios, buscaba recuperar la fe en mí misma, para que me ayudaran a empezar casi desde cero. Pasito a pasito, las cosas iban respondiendo. Para mí lo principal era que la espalda no doliera. Yo sabía que si no me dolía y podía trabajar de forma continuada, lo demás iba a llegar, porque el talento no se va. No se va ni con 20 años, ni con 25, ni con 30. He nacido siendo tenista y creo que ese talento siempre ha estado ahí. Necesitaba que me respondiera el físico para tranquilizarme mentalmente. Cuando llegó la gira de hierba, conseguí jugar sin dolor por primera vez en mucho tiempo".
Un apoyo incondicional
Ese jugar sin dolor le permitió alcanzar los octavos de final de Wimbledon, los cuartos de final del US Open y el título en el torneo de Washington. Tras esa última bola ganadora, le afloraron las emociones, rompió a llorar desconsoladamente y las cámaras fueron testigo de su videollamada a quien había estado a su lado en los momentos de mayor oscuridad: "Stéfanos fue un apoyo incondicional para mí en todos esos meses que pasé postrada en un sofá. Es una persona muy sensible y, en ocasiones, empatizaba tanto que él terminaba sufriendo demasiado. Había veces que yo misma tenía que venirme arriba solo por él, que buscaba soluciones constantemente para que estuviera mejor. Por eso, cuando gané el título en Washington, fue la primera persona a la que llamé y que mencioné porque la verdad es que ha sido muy importante en mi recuperación".
La maternidad
Este año hemos vivido las retiradas de Garbiñe Muguruza y de Rafael Nadal, los grandes estandartes del tenis español durante las últimas décadas. Carlitos Alcaraz y Paula Badosa quedan al mando de nuestra armada, asumiendo que las trayectorias de sus antecesores son prácticamente imbatibles, pero tremendamente inspiradoras. "Al final, el tiempo pasa muy rápido, pero es triste para Carlitos y para mí, porque los dos hemos crecido con ellos. Yo he crecido viendo a Garbiñe ganar Grand Slams y viendo a Rafa ser el mejor. Ver ahora como se retiran, que se van, es algo muy emotivo para nosotros. Y sobre todo ahora, con la despedida de Nadal en la Copa Davis de Málaga. Creo que va a ser una locura para todos y se va a echar mucho de menos una imagen como la suya. Al fin y al cabo, es alguien que ha conseguido inspirar a millones de personas y no solo como deportista".
La palabra maternidad y los planes de futuro cierran nuestra charla en la terraza de la planta 16 de un céntrico hotel parisino. Las vistas invitan a soñar y Paula desprende una paz interior inimaginable hace unos meses. Su mejor versión ha vuelto y Stéfanos ('el coronado de hoja de laurel', 'el victorioso' según la mitología griega) es el primero en celebrarlo. "Los dos tenemos muy claras nuestras prioridades, que obviamente pasan por cuidarnos el uno al otro, compartir hogar lo antes posible (ahora mismo, los pocos días que no estamos viajando entre torneos, yo resido en Dubái y Stef, en Montecarlo), pero ante todo está el tenis para ambos. Ahora mismo, a los dos nos toca estar muy enfocados en eso. Ambos hemos luchado mucho para ser de los mejores del mundo en lo nuestro y hay que aprovecharlo. Lo tenemos muy claro y sabemos que más adelante llegará el momento de disfrutar de todo lo demás como pareja".
PAULA | TSITSIPÁS |
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Tu isla favorita griega: Hidra | ¿Quién es tu 'Aryba Sabalenka' (la mejor amiga del circuito para Paula)?: Te diría que Grigor Dimitrov, Andrey Rublev y el español Alejandro Davidovich |
Tu plato de comida griega favorita: El 'souvlaki' | Tu crush fuera de las pistas: Sin duda, Margot Robbie |
Tu golpe favorito de Stéfanos: La derecha | Cómo van tus bailes de reguetón: FATAL. Lo mío son definitivamente los bailes tradicionales griegos |
Algún amuleto regalado por Stéfanos con el que juegues: El collar con el que siempre salgo a la pista | Tu nickname familiar: Stiopkyn. Es un diminutivo cariñoso de Stéfanos en ruso, lengua de mi madre |
La mejor terapia de pareja tras una derrota: Para Stef, hacerme fotos. Para mí, pedirle que me lleve a comer a un buen restaurante (risas) |