Ridley Scott tiene aquí un spin off. Un To be continued inesperado y quizás inverosímil, pero taquillero a tope. Se trata del nuevo proceso judicial en el que se ve envuelta la Casa Gucci. Nada de pasarelas, cambalaches de directores creativos o reestructuraciones empresariales de la Firma. Hablamos de 'la famiglia', de sus secretos y de sus mentiras, como la 'peli' de Mike Leight. Y la cosa roza lo irrisorio, disculpennos. Como cuando Kimberly resucita en Melrose Place. ¿Se acuerdan? Calva perdida y apareciéndose vestida con gasas celestes. Y la 'tipa' se había estampado en una curva… Pues bien, esto es un poco lo mismo pero, señores, todo cierto. Que en su biopic con Lady Gaga —en el papel de la protagonista de esta crónica— al frente de un elenco que era una fantasía (de Jeremy Irons a Giannina Facio, esposa del dire y ex de Julio Iglesias), había su pizquita de ficción. Sin embargo, aquí hablamos de un proceso judicial con su sumario y su todo.
Que nadie se eche las manos a la cabeza que nadie ha matado a nadie. Eso ya pasó. Que de eso iba el largometraje del de Alien... Y encontraron a la culpable. Y pagó por lo que hizo. Y hasta lo confesó por televisión (no te prepares Ryan Murphy). Pero ahora, vuelve a los tribunales. Evidentemente, que Patrizia Reggiani se pasee ahora por las calles de Milán, envuelta en visones y con un guacamayo al hombro, no es delito (habría que ver los papeles del lorito, ok, cierto). Pero, apriétense los machos que viene el looping: ella es ahora la víctima. O, al menos, la denunciante.
Tras haber sido puesta en libertad en 2013 condenada como estaba a 26 años de cárcel por matar a su marido —Maurizio Gucci— de los que cumplió 18, Lady Gucci se ha personado en la procura lombarda por un caso que, con trazo grueso, podríamos definir como bullying pero que, jurídicamente, tiene su(s) figura(s): inducción al delito, robo, coacción y fraude. En concreto, acusa a su ex compañera de celda, Loredana Canò, de haber orquestado su soledad y haberla embaucado a proceder, con sus hijas y su madre, como una desalmada.
La audiencia preliminar tuvo lugar la semana pasada en Milán y Loredana, que fue también su personal assistant cuando Reggiani se reinventó como estilista para Bozart, ya ha hablado y no ha dejado títere con cabeza. No en sede judicial, pero sí en los medios, obviamente. Que ¿qué es lo que ha dicho? Que si hay alguna víctima, ésa es ella. Ridley, tú sí, rey, ya estás tardando.
No es que nos lo tomemos a broma. Por supuesto que no, pero el devenir de los acontecimientos es tan truculento que parece el argumento de una película alemana de sobremesa. ¿Título? ¿"Entre ex presidiarias anda el juego"? Puede valer, que ya es lástima que El beso de la mujer araña, mucho más poético, esté cogido con lo bien que nos habría venido para hablar de esta mujer conocida como 'la viuda negra'. Máxime cuando, con el devenir de los acontecimientos, ella habría caído en su propia red.
Porque Reggiani acusa a Canó de meter mano en sus finanzas aprovechando su 1) su confianza mutua y amistad y 2) su enfermedad. Los mismos agravantes de la pena que la condujo a prisión en la que, por cierto, estaba tan cómoda que retrasó su salida dos años con tal de no tener que incorporarse al mercado laboral: "No he trabajado en mi vida. No voy a empezar ahora". Según Reggiani, Loredana usó su capacidad de influencia como amiga y consejera para condicionar su voluntad y empujarle a declarar la guerra a sus hijas, al tiempo que tomaba el control de todas las gestiones de la casa -en donde había escondido cientos de grabadoras para espiarla en su intimidad- y la inducía a firmar con una mano un seguro de vida con una prima única de 6,6 millones de euros —de la que ella era beneficiaria— mientras que, con la otra, 'sisaba' de la herencia… Ya ya. Nos podemos imaginar su proceso mental. Esperen, que atajamos.
-¿Qué herencia?
-La de la madre, Silvana Barbieri.
-Pero si Patrizia Reggiani era una 'wannabe'. Perdón, una mujer hecha así misma que procedía de una familia muy humilde…
-Ya. Pero su madre se convirtió en millonaria, Reggiani heredó y Canó se aprovechó de ella dadas sus precarias condiciones de salud psíquica y física.
Ante todas estas acusaciones, ¿qué sostiene la defensa de la ex presidiaria y ex amiga de Lady Gucci? El pasado marzo, —cuando fue interpuesta la denuncia— Canò respondió categórica: “Es todo falso. He sido yo quien ha mantenido a Patrizia Reggiani”.
Pero antes de seguir con la respuesta de esta enemiga íntima hagamos un recap, ¿no les parece? Cómo ambas mujeres se convierten en confidentes, qué enfermedad tiene Reggiani, de qué herencia restamos hablando y por qué Reggiani está en guerra con sus hijas si ni siquiera el asesinato de su marido y padre de las niñas logró separarlas.
Empecemos por el final que, como todo en esta historia no tiene ni pies de cabeza, no vamos a ser nosotros quienes les lleve la contraria. La relación entre Patrizia y sus hijas, Alessandra y Allegra, deja mucho que desear. Pero no partieron peras en 1995 cuando las niñas recibieron la noticia de que su padre había sido asesinado para, poco tiempo después, ver cómo su madre era acusada y condenada. Qué va. Ocurrió después. Mucho después. Cuando su madre salió de entre rejas a los 18 años de ser encarcelada y el tiempo, sin embargo, parecía haber pasado en balde. Porque igual que su madre no había renunciando a su peculiar esnobismo rebautizando la prisión de San Vittore en Saint Victor’s Residence, tampoco habían cambiado ni en gustos y ni en apetencias: para ella, los diamantes seguían siendo los mejores amigos de una chica, y si tenían el tamaño de unos tortellinis XXL, mejor. Para mantener ese nivel de vida, Patrizia no tenía intención de renunciar al millonario acuerdo de divorcio al que llegó con su ex marido cuando aún estaba vivo. Las niñas pensaron que, dado que lo había matado —pequeño detalle— ese acuerdo tendría que ser anulado. Pero, el tribunal en un retruécano jurídico, no lo estimó así. En 2018, dictó sentencia y en ella se explicitaba que una condena por asesinato no condictio sine qua non para anular un acuerdo de divorcio previo con lo que Lady Gucci mantendría su millón de euros de pensión y, además, tenía derecho a reclamar los atrasos: 25 millones de nada. Allegra y Alessandra, ciudadanas suizas y administradoras del patrimonio que heredaron de su padre, recurrieron la sentencia. Una cosa es perdonar a su mami querida y otra muy distinta, compensarla económicamente.
Ese mismo año, el 2018, Silvana Barbero, madre de Patricia, cinco años después de que su hija saliera de la cárcel, consideraba también partir peras con ella. Con 90 años, solicitó la inhabilitación de Patrizia alegando que se dejaba influir por gente poco recomendable (¿alguien ha dicho Loredana Cantó?). Madre e hija se enzarzaron en un cruce de acusaciones que concluyó, como no podía ser de otra manera, un año más tarde con la muerte de Silvana quien fíjense las cosas, por entonces también, había conseguido hacer efectiva su herencia por viudedad. ¿Porque su marido, Fernando Reggiano, había muerto hacía poco, el pobre? En realidad no. Porque ella y su hija Patrizia habían sido acusadas de envenenarlo tiempo antes. Pero, en este caso, ambas fueron absueltas.
Con el dinero, Silvana se había comprado una villa estilo liberty en vía Paolo Andreani que, a su muerte, Patrizia vendería por 9,5 millones para, a su vez, comprarse otra casa, de cerca de 20 —millones— a un magnate indio. Esa misma que, ya sabemos, Loredana consideró liberar de joyas artísticas (ejem) y 'decorar' con artilugios del rincón del espía y que les contamos 'viene siendo' un aticazo en el centro de Milán desde donde, alzando un poquito la vista, se puede ver a la perfección otro muy especial: aquel en el que vivió sus días de vino y rosas con su marido. Como si, por aquello de la nostalgia y sus 76 años recién cumplidos, tuviera intención de rememorar el pasado. A ese instante antes de su separación, del asesinato, del juico, de la cárcel y de verse obligada a trabajar.
Loredana no habría actuado sola. Junto a ella, el proceso incluía (pasado, sí) a otros dos íntimos de la viuda negra acusados de depredar su patrimonio como si ahora, esta mujer de ambición insaciable hubiera demudado en gacela devorada por los leones de National Geographic. Estos serían el abogado Maurizio Giani, albacea testamentario de la madre Silvana y su asesor financiero Marco Chiesa que, ya han sido absueltos en un juicio abreviado. Mientras que Daniele Pizzi, ex administrador de apoyo de Reggiani, y María Ángela Stimoli, la supuesta 'testaferra', habrían aceptado ya un acuerdo de culpabilidad de 2 años para el primero y de 10 meses y 20 días para la segundo (aunque la pena se ha suspendido para ambos). Solo queda Loredana, con muchas muchas muchas cosas que explicar. Incluso el destino de los 15000 euros con los que se pagó la última entrevista en televisión de Patrizia y que nunca llegaron a su cuenta bancaria.
Ella, en cambio, tiene otro argumento. “En calidad de amiga, yo fui quien le prestó a ella 100.000 euros y no los he vuelto a ver”. Una amistad que nace un 2 de agosto de 2012. Patrizia había matado a su marido en 1995. Cinco años después se había intentado suicidar. Acababa de renunciar a salir de la cárcel por cuidar a su hurón de compañía, aunque lo cierto es que el puesto de trabajo que le ofrecían desde servicios sociales le interesaba… y de repente, Loredana también entra en la cárcel. Le dan la cama de al lado. “No sabía quién era. Fueron las compañeras de la habitación de al lado las que me lo contaron”. Pero su relación se estrechó rápidamente. “Nos llamábamos por nuestro nombre, pero, siempre, de usted”.
“Me la describieron como una persona muy desconfiada -relata Canó en una entrevista-, con la que era difícil relacionarse y que rara vez daba confianza o hablaba de sí misma. Entendí que era una mujer de carácter fuerte, que sabía lo que quería y cómo conseguirlo. Podría contar muchas cosas de esos siete meses que pasamos juntas en la cárcel, pero es un paréntesis de la vida que dejé atrás. Para mí, la experiencia carcelaria no es un motivo de orgullo. Aunque mi crimen es un grano de arena comparado con el suyo: le quitó la vida a un hombre por miedo a perder su estatus social”.
La acusada señala a Reggiani como una mujer manipuladora, que sabe “qué teclas tocar para conseguir cosas de la gente: identifica su punto débil y lo utiliza a su favor. Yo no era una asistente personal, sino una amiga y un salvavidas” por la que, prosigue, “sintió mucha pena: Era una persona desesperada que prefería permanecer en una institución penitenciaria porque no tenía nadie esperándolo afuera”.
Loredana y Patrizia compartieron celda durante unos meses. A caballo entre 2012 y 2013. A finales de este último año, ambas ya estaban en la calle. Loredana trabajaba en la Oficina del Juzgado de Paz de Milán (sí, todo muy loco) y se volvieron a reencontrar en las calles de la ciudad de la moda italiana. “Me llamó para invitarme a tomar un aperitivo o ir a almorzar con sus otros amigos. Quería presentármelos, algo que nunca entendí. Día tras día se fue estableciendo una profunda amistad entre nosotras y yo me hice cargo de ella, incluso económicamente. Tengo numerosas pruebas que demuestran desembolsos incluidos los gastos médicos”. Loredana habla de un lapso de tiempo de seis años en los que Reggiani sufrió un cáncer cerebral y una operación de espalda.
En 2019, tras la muerte de la madre y por tanto, con el fin del proceso de incapacitación de la madre sobre la hija, ambas mujeres comenzaron a convivir. Loredana, como asistente y chofer, pero también como beneficiara de su seguro de vida. Beneficiaria en un 34%. Sin embargo, la asistente lo niega todo.
“Desconocía eso. Pero ahora sé que responde a una estratagema decidida para impedir que la Agencia Tributaria. Y ahora, la defraudada soy yo. Desde finales de 2014 hasta la muerte de su madre, la señora Patrizia Reggiani pidió dinero prestado que nunca ha devuelto hasta la fecha. Hablamos de viajes, ropa, visitas médicas, peluquerías, de tratamientos de belleza, restaurantes, cine y teatro. Sin embargo, leí en los periódicos que le había quitado un edificio valorado en 18 millones y que me había apoderado de una suma de 3 millones de euros. No es así. Creo que todo se debe también a un prejuicio bizco: los titulares de algunos periódicos me definen como una 'ex presidiaria'. ¿Acaso Reggiani no es una asesina?”. Ya. Están en lo cierto: qué fantasía.