El final de Hermanos está muy cerca. Tan solo quedan tres capítulos para conocer su desenlace en España, así que toca hacer balance de estas intensas cuatro temporadas. Si hablamos de los personajes que más corazones han roto a lo largo de este tiempo, seguramente te vengan a la mente Ömer, Doruk o Ayaz. Aunque es cierto que han sido objeto de deseo de muchos que intentaron quebrar sus relaciones, causando algún que otro malentendido con sus parejas, supieron sentar la cabeza y encontrar la estabilidad sentimental. A partir de aquí, los verdaderos conquistadores de la historia no son los que esperas y te van a sorprender: Orhan y Akif, el bueno y el malvado, respectivamente.
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Orhan, el triunfo del hombre bueno
El tío Eren es un hombre noble y de buen corazón, pero también algo enamoradizo. Aunque al inicio de la serie estaba casado con Şengül, madre de sus tres hijos, eso no ha impedido que, a lo largo de la ficción, haya protagonizado varios triángulos amorosos. Han sido varias las mujeres que se han interesado por él y, en su caso, podríamos decir que más que conquistador, ha sido conquistado, dejándose llevar por las circunstancias en lugar de tomar la iniciativa.
Sin duda, Şengül ha sido la mujer de su vida. Aunque se querían apasionadamente, su matrimonio estuvo lleno de idas y venidas, debido a la arrolladora personalidad de ella y su facilidad para meterse en problemas y enterarse de todos los líos y cotilleos. En un momento dado, la situación se volvió insostenible y llegaron incluso a divorciarse. Sin embargo, el amor que se tenían pudo más que el rencor y, con la llegada del pequeño Umutcan, lograron reconciliarse. Juntos vivieron una hermosa historia que quedó truncada de manera trágica con el fatal accidente de autobús que acabó con la vida de la mujer y los separó para siempre.
No podemos olvidar otra de las relaciones de Orhan. Tras una de sus mayores peleas con la madre de sus hijos, comenzó un romance con Gönül, quien acababa de llegar al barrio y se enamoró perdidamente de él, llegando a obsesionarse y a hacer todo lo posible para conquistarlo y retenerlo a su lado. Usó todo tipo de artimañas, incluso llegó a quemar la furgoneta con la que Şengül se ganaba la vida, intentando eliminarla de la ecuación.
Nada la detenía si se trataba de mantener a su amado junto a ella. No tuvo escrúpulos, e incluso cuando la madre de Aybike y Oğulcan, en avanzado estado de gestación, sufrió una aparatosa caída en un bosque, que pudo haber acabado con su vida y la del bebé, en lugar de socorrerla, la abandonó a su suerte. Con diversas tretas, logró hasta pasar por el altar con Orhan. Sin embargo, el día de la boda, Şengül apareció, se armó de valor y le contó a su exmarido que esperaba un hijo suyo, pero llegó tarde porque ya se habían convertido en marido y mujer.
Los problemas no tardaron en llegar, Gönül mostraba una cara muy diferente como novia que como esposa y Orhan no tardó en darse cuenta y arrepentirse de su decisión. A pesar de que ella luchó por retenerlo a su lado, el tío Eren se divorció y volvió con su mujer, dándose otra vez el ´sí, quiero' y logrando ser feliz con la madre de sus hijos hasta el día de su fallecimiento.
La repentina muerte de Şengül había sumido a Orhan en una profunda depresión, dejando a toda la familia devastada. Su partida aún era muy reciente y no lograba olvidarla; la recordaba constantemente y no estaba preparado para abrirle de nuevo la puerta al amor. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa con el regreso de Ayten, un antiguo amor que apareció de la nada.
Su reencuentro fue inesperado. Ella le confesó que se había quedado embarazada durante su breve relación y le presentó a su hija, Cansu. La llegada de estas dos mujeres a casa de los Eren revolucionó su vida por completo. Con el tiempo, Ayten comenzó a encariñarse con él y viejos sentimientos resurgieron. Pero, a pesar de todo, Orhan le ha dejado claro que el recuerdo de su difunta esposa seguía muy presente, así que no podía ofrecerle más que una bonita amistad, aunque cada vez pasan más tiempo juntos y su actitud podría cambiar.
Ahora, el padre de Aybike y Oğulcan se encuentra nuevamente en el centro de atención de dos mujeres. Por un lado, está Ayten, quien regresa con una hija desconocida. Por otro, Şevval, que ha pasado de ser la enemiga acérrima de los Eren a convertirse en una candidata ideal para ocupar su corazón, sobre todo a ojos de su madre, Fatma. ¿Es consciente Orhan de que está en el punto de mira de su ex y de su jefa? ¿Cerrará el círculo con su primer amor o le dará una oportunidad a la reinventada Şevval?
Akif, el villano irresistible
El señor Atakul es un caso aparte. Su amplio historial amoroso lo dice todo, ya que no ha sido honesto con ninguna de sus parejas, generando numerosos enredos que han dado mucho juego. Sin embargo, nunca se ha dado por vencido y, cuando quiere algo o a alguien, no ceja hasta conseguirlo, sea como sea.
Aunque a veces pueda resultar inexplicable, Akif es afortunado en el amor. Cuando apareció por primera vez, llevaba una doble vida: estaba casado con Nebahat, madre de sus dos hijos, Doruk y Melisa, pero mantenía una relación a sus espaldas con Suzan. Aunque hay que reconocer que, siendo el malo oficial de la serie, no nos extrañaba demasiado su reproblable comportamiento amoroso.
Como suele pasar, la verdad salió a la luz. Lo más sorprendente no fue que fuera descubierto, sino la reacción que tuvo entonces su mujer. Tras el shock inicial, Nebahat culpó a Suzan de haberse entrometido en su matrimonio exculpando al empresario de toda culpa y prosiguió con su marido como si nada hubiera sucedido. Akif conseguía irse de rositas y, tras reconciliarse con su esposa, se dedicaba a hacerle la vida imposible a su examante, llegando incluso a arruinarla.
Sin embargo, como el concepto de la fidelidad es un tanto abstracto para Akif, volvió a hacer de las suyas. Finalmente, a Nebahat se le cayó la venda de los ojos y dejó de creer en las mentiras de su pareja rompiendo con él. Incluso hubo un momento en el que ambas mujeres llegaron a aliarse en su cruzada contra él.
Sin embargo, el actual gerente del Ataman no perdió el tiempo y con su zalamería logró enamorar de nuevo a Suzan, llegando incluso a casarse con ella. Pero como Akif siempre quiere lo que no tiene, volvió a las andadas y comenzó a reconquistar a Nebahat. Logró su objetivo y ambos empezaron a quedar a espaldas de todos como dos quinceañeros, viviendo su amor a escondidas.
Hasta que, primero Ayla y luego Şevval, les descubrieron y se acabó destapando el pastel, acabando con su matrimonio con la madre de Ömer. Esta pareja pasó por todo tipo de situaciones, de amantes a enemigos, luego se casaron, rompieron y, siempre, de alguna manera, terminaban volviendo a cruzarse en sus vidas.
A pesar de sus constantes traiciones, Akif tiene una habilidad asombrosa para salir airoso de las crisis. Su relación con Nebahat ha sido un continuo tira y afloja, donde él despliega su encanto para volver a conquistarla, a pesar de las veces que la ha traicionado, y ella vuelve a caer. Una vez más esto sucedía, la mujer volvía a ablandarse y a darle una oportunidad y él se instalaba nuevamente en su antiguo hogar.
Tras adoptar a la pequeña Bahar, que se quedaba huérfana después de la muerte de su hermana, parecía que volvían a ser una familia. La pareja atravesaba su mejor momento, e incluso en un romántico arrebato, el empresario organizó una boda sorpresa con la ayuda de la pequeña de la casa: le pidió a su mujer que se pusiera algo bonito, prometiéndole que iban a salir a desayunar, y, sin decirle cuál era su destino, la llevó a darse el 'sí, quiero'.
Aunque la estabilidad no iba a durar mucho tiempo y pronto un nuevo triángulo amoroso se abría para Akif con la irrupción de Süreyya. Fue verla por casualidad en un centro comercial y se quedó completamente prendado de ella. Poco después, se enteraba de que era la madre Süsen y comenzaba a cortejarla. En la mujer encontró la horma de su zapato porque, lejos de hacerle caso, buscaba un hombre rico con el que casarse y lo ignoraba.
Tras descartar a Yaman, o más bien, después de que el empresario la rechazara y comenzara una relación con Suzan, Süreyya se fue dejando engatusar por Akif y acabó cayendo en sus redes.
Durante un tiempo, el padre de Doruk y Melisa volvía a jugar a dos bandas. Mientras que con Nebahat mantenía las apariencias y su idílica vida familiar, a Süreyya le decía lo que quería escuchar: que iba a dejar a su mujer. Finalmente, su esposa los descubrió en una cita romántica y todo saltó por los aires. Esta vez sí estaba decidida firmemente a pasar página y, lo primero que hacía, era dejar a Akif sin nada. El hombre tuvo incluso que trabajar como aparcacoches en el club.
Más tarde, el empresario, como venganza, conseguía engañarla y se quedaba con su dinero dejándola en la ruina. Un detalle que no gustaba nada a su nueva pareja. Tras muchos problemas, Nebahat y Akif firmaban el divorcio y él se comprometía con Süreyya, con la que pronto pasará por el altar. Ahora que todo parecía un camino de rosas, las cosas se han complicado nuevamente porque Nebahat está embarazada de su recién estrenado exmarido.
Esta noticia podría cambiarlo todo porque, desde que se ha enterado el empresario no puede ocultar su emoción por volver a convertirse en padre, ni siquiera delante de su pareja. Akif no se separa de Nebahat ni a sol ni a sombra, sobre todo, después de que les hayan comunicado que se trata de un embarazo de riesgo.
Esta nueva situación incomoda profundamente a su prometida, quien se está planteando alejarse de él puesto que, después de esto, y más aún cuando nazca el bebé, considera que su relación no tiene futuro. La pregunta que surge ante el final de Hermanos es si llegarán a casarse, y si de esta manera Akif logrará cambiar su camino y encontrar la redención en el amor. O, por el contrario, si seguirá siendo el villano que no puede evitar romper corazones. Su historia es un constante tira y afloja entre el deseo y la responsabilidad, y muy pronto qué le depara el destino a su personaje.