Frances Helen Manners, conocida también por ser la duquesa de Rutland, falleció el pasado mes de enero a los 86 años en su castillo de Belvoir en Leicestershire- escenario de la serie The Crow y El Código Da Vinci-acompañada del mayor de sus cuatro hijos David Charles Manner, undécimo duque, quien se preocupó de ella hasta el último día. Sin embargo, no ha sido hasta ahora, nueve meses después de su muerte, cuando se ha desvelado su testamento.
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Casada con Charles Manners, el décimo duque de Rutland, considerado como uno de los solteros de oro de Gran Bretaña e hija del estadounidense Carlos Francisco Sweeny y la aristócrata Margaret Campbell, quien se hizo famosa en la sociedad británica debido al escandaloso divorcio que protagonizó con su segundo marido Ian Douglas Campbell, undécimo duque de Argyll, Frances siempre llevó una vida muy discreta y apegada a las costumbres aristocráticas, algo que ha quedado patente en sus últimas voluntades.
Conocida como 'Frosty' por su carácter distante, Frances rara vez acompañaba a su esposo, padre de sus cuatro hijos ( David Charles, Robert George, Helen Theresa y Edward John) durante sus vacaciones en Ibiza. Sin embargo, lejos de desheredar a su familia o sucumbir a la tradición de dividir su patrimonio de 6,7 millones de euros en partes iguales entre sus hijos, la duquesa redactó, tal y como señala el diario británico Daily Mail, un testamento digno de las novelas de Jane Austen.
De esta forma, en vez de repartir su fortuna de manera equitativa, como hemos señalado anteriormente, la duquesa decidió dejar legados individuales. A su hija, Lady Theresa, de 61 años, conocida por su carrera juvenil como cantante del grupo The Business Connection, le dejó 6.000 euros. La misma cantidad de dinero que dejo a sus nietas, Lady Violet, comprometida con William James Lindesay-Bethune, vizconde de Garnock, Lady Alice y Lady Eliza Manners, hijas de su hijo mayor, David, undécimo duque de Rutland y su exmujer, Emma Manners de la que se separo de manera amistosa en 2012. De hecho, siguen viviendo juntos en el magnifico castillo, en dos alas separadas de la casa, donde incluso han rehecho su vida. En el caso de Emma, con Phil Burt, quien, curiosamente, trabaja en Belvoir como mánager y responsable de la explotación agrícola de casi dos mil hectáreas, los jardines y la gestión de los bosques.
Pero además de esto, la Duquesa dejo en su testamento otros legados personalizados, como 2.400 euros para su criada principal, la señora Dorothy Plowright, 1.200 para la señora Osborne, viuda de su antiguo chófer, y 12.000 euros para un tal Stephen Mellor, junto con "cualquier perro que pueda tener en la fecha de mi muerte".
El grueso de la herencia quedará en fideicomiso para Charles Manners, marqués de Granby y nieto de Frances, asegurando la continuidad del legado familiar en el castillo de Belvoir, donde residen el duque David y su familia.
Cuando se le preguntó al duque si le sorprendía que su madre no dividiera su propiedad con mayor igualdad entre sus hijos, respondió sin dudar: "En absoluto".