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Si la idea es huir, Ashton Kutcher ya sabe que tampoco puede confiar en la bondad del motor de explosión de su deportivo. Su Chevrolet modelo Corvette de 1957 le dejó tirado en plena calle como en una paradoja —más— del destino. Concretamente, en Sherman Oaks, en Los Ángeles, la ciudad que ha virado en su contra, convirtiéndose en un territorio inhóspito, hostil y casi enemigo. Porque la avería fortuita de su utilitario" ocurría al mismo tiempo que salían a la luz las intenciones del protagonista de Dos hombres y medio de 'escapar' a la vieja y decadente Europa, donde ya ha pasado el verano junto a su familia política, los Kunis.
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Ashton, señalado por su relación de más de 20 años con Sean Diddy Combs, quiere, según la rumorología de las colinas de Hollywood, poner pies en polvorosa para romper con el asedio de la prensa, evitar las salpicaduras del escándalo y mantener su imagen inmaculada. Aunque, tal y como van los tiros, parece que va a ser complicado. Porque las fiestas blancas del otrora rey del rap eran cualquier cosa menos virginales y se aventura que Kutcher no era un convidado de piedra. Con gafas con rejilla o visibilidad reducida, para los investigadores del caso no hay duda de que, por poco que fuera, el actor fue consciente de que algo olía podrido en la mansión Combs, entonces, Puff Daddy, de Holmby Hills.
Ese sería el temor de Ashton, que su examigo —detenido en Nueva York— y a la espera de juicio— negocie con la Fiscalía una reducción de pena redireccionando las aspas del ventilador hacia él y la pandilla (Justin Bieber, Usher, Jay-Z…). Así y todo, mientras dos buenos samaritanos ayudaban a Kutcher a empujar el Corvette para devolverlo a la vida, los abogados hacían público un comunicado por el que Ashton lamentaba su amistad con Diddy. El vehículo terminó arrancando. Su carrera, en cambio, va al ralentí.