Mucho se ha hablado a lo largo del tiempo sobre si la relación de Melania Trump con sus hijastros, en especial con Ivanka, era buena, mala o regular. Ahora, es la propia exmodelo de 54 años quien ha tomado la palabra para aclarar cómo es el vínculo que mantiene con ellos. Comenzando desde el principio, la esposa del expresidente norteamericano echa la vista atrás al día que pasó por el altar con el empresario y político.
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“Al casarme con Donald, me encontré navegando por la complicada dinámica de su gran familia”, cuenta la que fuera primera dama estadounidense en sus memorias publicadas la semana pasada. “Exigía flexibilidad y el hecho de abrirnos, pero cada momento era una oportunidad para conectar, aprender y crecer en este nuevo entorno”, apostilla sobre aquel escenario que tenía por delante tras su boda un 22 de enero de 2005.
Melania y el que es de nuevo candidato a la Casa Blanca tienen un hijo en común, Barron, de 18 años. Para ella es su único vástago, mientras que para el poderoso hombre de negocios es el más joven de los otros que nacieron fruto de relaciones anteriores. Ellos son Donald Jr. (46), Ivanka (42) y Eric (40), de su primer matrimonio con la fallecida Ivana Trump. Y luego está Tiffany (30), de cuando el actual líder de los republicanos se unió en segundas nupcias a Marla Maples.
"Mi enfoque para construir relaciones con los hijos de Donald siempre se ha basado en el amor y el respeto", cuenta la exmaniquí de origen esloveno en su libro biográfico, añadiendo que estos ya eran "independientes" cuando los conoció por primera vez. "Mi papel no es reemplazar a sus madres, sino fomentar una conexión amistosa y de apoyo", enfatiza. "Esta perspectiva me ha permitido cultivar vínculos muy significativos con cada uno de ellos de una manera única”, subraya.
No siempre están de acuerdo
Obviamente, como en todas las familias, entre Melania y los hijastros de Trump no siempre ha habido entendimiento en ciertos temas o situaciones que han vivido juntos. “Si bien puede que no esté de acuerdo con todas las opiniones o elecciones expresadas por ellos, así como tampoco estoy conforme con todas las decisiones de Donald, reconozco que los diferentes puntos de vista son un aspecto natural de las relaciones humanas”, señala.
Sea como fuere, la ex primera dama dice que “cada persona merece respeto y comprensión, independientemente de los desencuentros” que tengan. En este sentido, afirma que su gran objetivo fue "crear un ambiente donde todos se sientan libres de expresarse con autenticidad". De esta forma, "en lugar de imponer mis puntos de vista, ser controladora o criticar a los demás, he tratado de ser alguien en quien puedan confiar”, concluye.