"A mis acuarelas las veo como palomas, como pájaros que se van volando", nos dice S.A.R. Anne d’Orléans, princesa de Francia. Pintar es "casi como respirar". Lleva haciéndolo desde que apenas era una niña y, ya entonces, recuerda, tenía la costumbre de regalar todo lo que creaba con sus pinceles… Porque el arte, nos cuenta, nace para ser compartido.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La princesa artista nos recibe, por primera vez, en su estudio, el lugar donde crea algunas de sus obras —aunque, en realidad, para ella, nada puede compararse al impulso de improvisar al aire libre, rodeada de naturaleza—.
Han pasado veintiséis años desde que organizó su primera exposición (en 1998), y ahora llega una edición nueva, Acuarelas con alma, que podrá visitarse del 18 al 24 de octubre en el espacio Jovellanos (Madrid). A lo largo de este tiempo, su estilo ha cambiado —"me gusta buscar técnicas, ideas nuevas"— y "mi situación actual es ideal para pintar. No del todo ideal para otras cosas que me faltan, personas que echo de menos…".
Su exposición más 'libre'
Doña Ana, duquesa viuda de Calabria y de Caserta, siempre ha llevado la discreción por bandera y pocas veces ha hecho una excepción a esta regla. Por su linaje, pertenece a la Casa Real de Francia —es hija de Henri d’Orléans, conde de París y descendiente directo del último Rey de Francia, Louis-Philippe I, que reinó de 1830 a 1848— y reside en España desde que, en 1965, contrajo matrimonio con S.A.R. don Carlos de Borbón-Dos Sicilias, duque de Calabria e infante de España, fallecido en 2015. Sin embargo, son contadas sus apariciones públicas —una de las últimas, en la boda de su nieta, Victoria López-Quesada, el pasado 31 de agosto—.
—Es llamativo el título de su exposición: Acuarelas con alma
—Es que, en el fondo, lo son. Las que he elegido me recuerdan momentos, sentimientos y lugares que son especiales. No se descubre el porqué, pero quizá algún visitante sea capaz de apreciarlo. El título de cada acuarela lleva implícita una historia.
—Se dice que, para ser artista, uno tiene que poner el alma en lo que hace.
—Sí, cuando uno cree en lo que hace, se deja un trocito de su alma en ello. Todo aquello que represento siempre va acompañado de ilusión… porque, si no, sería un mármol (se ríe).
—¿Cuándo empezó a gestarse esta nueva muestra?
—No hace mucho. En esta muestra hay una recopilación de obras muy especiales para mí, que también se mezcla con trabajos nuevos. Lo que sí es distinto, con respecto a otras, es que en esta ocasión no hay directamente una organización involucrada, y por eso la considero más libre.
—¿Diría que es su exposición más personal hasta la fecha?
—No. Todas son muy personales, porque uno evoluciona, la edad no es la misma, lo que te rodea ha cambiado… pero en todas me involucro totalmente.
—Siempre hay muchas flores…
—Me gusta la naturaleza, pero las flores son tan… efímeras. Las salvajes, sobre todo, más que las cultivadas. Solo se puede captar un minuto de su esplendor, pero si lo consigues, el momento efímero se convierte en eterno. Me apasiona capturarlo y plasmarlo en mi obra: el momento más hermoso o el más terrible de una flor.
"Me llega la inspiración continuamente, pero necesito mi papel y mis acuarelas. Lo que sí es más difícil es la falta de tranquilidad, mi familia es muy grande"
—¿Cuál es su rincón favorito para pintar?
—Pinto mucho fuera, en plena naturaleza… Eso me encanta. Pintar en directo es extraordinario. Lo prefiero al estudio, porque un paisaje espléndido te motiva enormemente: lo ves, lo sientes, lo vives, aunque tienes que ser rapidísima para captar la luz, o para memorizar lo que realmente quieres expresar. En cambio, aquí, en un espacio cerrado, donde almaceno papel, pintura, pinceles… me permite investigar y desarrollar nuevas técnicas.
—¿Tiene mucha memoria fotográfica?
—Sí, tengo memoria fotográfica y memoria de colores, suelo acertar con el color. De hecho, me piden opinión constantemente sobre ello. Sobre todo, mis hijas y mis nietas cuando, por ejemplo, buscan un chal para combinar con un vestido.
—Entonces podemos decir que es ‘estilista’ de sus hijos…
—Yo no diría tanto, tengo mucho respeto por los estilistas.
—¿Encuentra mucha inspiración estando en familia?
—La inspiración la tengo continuamente, pero necesito mi papel y mis acuarelas; lo que sí es más difícil es la falta de tranquilidad, mi familia es muy grande.
—¿Tiene muchas acuarelas inéditas guardadas?
- Pinto porque me da gusto pintar, pero mis acuarelas las veo como palomas, como pájaros que se van volando. Tienen que volar todas, eso es lo que deseo para ellas. Si eres una bailarina extraordinaria, no vas a bailar continuamente en tu salón, necesitas un teatro. Tienes que compartirlo. Lo que quiero es compartir esas acuarelas. Me parecería injusto dejarlas encerradas.
Una familia de artistas
—Usted lleva exponiendo desde el año 98. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Tenía reparo en mostrar su obra?
—En absoluto; de joven, hasta que me casé, mis hermanos y yo siempre estuvimos muy en conexión con el arte. Pintábamos y yo lo regalaba todo… y después, cuando me casé, pensé que, si te casas y tienes hijos, tienes que dedicarte a hacer las cosas bien. Y, bueno, cuando mis hijos volaron y tuvieron sus vidas propias, tampoco tuve ansia, porque la acuarela, para mí, es casi como respirar. Cuando no pinto, siento que me falta algo. En definitiva, cada etapa de la vida tiene su momento, pero en todas ellas la acuarela ha estado presente.
—¿Pinta todos los días?
—Sí, casi... Como tengo el estudio, puedo dejar todo ahí y empezar en cualquier otro momento y a cualquier hora. A veces tengo varias acuarelas empezadas con distintas ideas… Creo que siempre hay que trabajar mucho para ver un buen resultado. Pinto en mi cabeza, continuamente… y la lectura me inspira enormemente.
—Hemos visto su enorme biblioteca. ¿Es una gran lectora?
—Me encanta leer, no sé si soy una gran lectora o no, pero leer me encanta y no puedo estar un día sin leer. Cuando era pequeña no había tele y es un hábito. He pasado por todos los géneros. Hasta por los tomos gordos de Historia que algunos llaman ‘tochos’ (se ríe), otros ladrillos… Me gusta digerir un ladrillo Soy lenta leyendo, pero me encanta y lo disfruto.
—¿Tiene algún autor favorito?
—Muchos. Me gusta leer todo lo que es de Arqueología, Historia… y también de Psicología, para aprender de nuestro cerebro y de cómo funcionamos… Sí, me interesa todo… menos una cosa con la que tengo que vivir: los números.
—Además de la naturaleza, también retrata edificios.
—Sí, son un elemento muy importante en el paisaje, con ello logro plasmar lo interesante de cada rincón y de cada lugar, que por muy urbano que sea siempre son elementos muy importantes, la arquitectura moderna es muy impresionante.
—Es una acuarela mejor recuerdo que una fotografía…
—Cada obra es importante para su creador, encuentro muy interesante cualquier trabajo que nos ofrezca un punto de vista para reflexionar y pensar, del arte y de la técnica que sea.
—¿Cómo valora usted la contribución de su familia al arte? Han sido escritores, pintores, mecenas, coleccionistas…
—Todo lo que han hecho mis antepasados está dicho y escrito, y sin duda es una gran influencia para mí. Yo, personalmente, pinto e intento ayudar al arte de una manera u otra. No soy coleccionista. Ser mecenas es algo muy grande, a lo que tengo mucho respeto. Si eres un mecenas de verdad, se lleva de forma discreta, no es algo de lo que se presuma. El año pasado se organizó, para la Escuela de Música Reina Sofía, una exposición que sirvió para dar una beca a un alumno extraordinario. En esta institución, está considerado como ser un mecenas, y así lo reflejan en su anuario, para mí fue un honor y una satisfacción enorme, y es algo que llevo haciendo desde el año 1998, con mi primera exposición.
—He visto que mantiene la tradición de seguir enviando postales navideñas pintadas por usted.
—La postal de Navidad la hago cada año de una de mis acuarelas, y me hace mucha ilusión crearla en esa época, sin embargo las mando por whatsapp, reconozco que la tecnología nos ha hecho todo más fácil (se ríe), al mismo tiempo, me permite felicitar a todo el mundo que me rodea, pero siempre manteniendo el espíritu navideño.
—¿Es muy crítica consigo misma? En una familia de pintores, ¿siente presión?
—No, no nos comparamos, y nos apreciamos mucho, unos y otros, pero sí somos honestos y nos decimos la verdad con respecto a lo que nos ha gustado o no, y, sobre todo, con buen humor. Tengo dos hijas y varios nietos que también pintan. Me preguntan cómo hago eso, lo otro…
—¿Les da consejos de pintora?
—Comparto "truquillos". Les divierte mucho estar conmigo, pero no siempre puedo pintar con ellos… Hay que transformarse en profesor y eso no me gusta.