Myriam Lapique es una de las figuras imprescindibles en la vida de su hermana Cari. Sobre todo, tras la terrible tragedia que ha sacudido sus cimientos este verano. La pérdida de su marido y de su hija en apenas unos días dejó completamente destrozada a una familia en la que los cimientos se han sostenido gracias a su fortaleza. Un papel en el que Myriam ha sido la gran protagonista en la sombra.
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Myriam, viuda también del empresario y bodeguero Alfonso Cortina, fallecido en 2020 en plena pandemia, ha volcado todos sus esfuerzos en sostener a su hermana en su peor momento, convirtiéndose en su apoyo fundamental para volver a recuperar su día a día.
Tal y como confirman personas del entorno de las hermanas, se han convertido en inseparables. “Prácticamente no salen de casa”, aseguran las fuentes consultadas. De hecho, la salida que llevamos en las páginas de ¡HOLA! de esta semana, en la que vemos a Cari y Miriam junto a Carla y los niños en el Bernabéu ha sido una de las únicas ocasiones que ha querido participar en alguna actividad fuera de casa.
También ha querido acompañar a sus nietos en su vuelta al cole. La más triste de su vida tras la muerte de su madre, Caritina, de manera repentina apenas unas semanas antes del inicio del curso. “Está volcada en ellos. En que estén bien y en ayudarles a aprender a vivir esta nueva realidad tan dura en la que su madre ya nunca estará presente”.
Una vida volcada en sus nietos que comparte también con su hermana Myriam, que solo se separa del lado de Cari para visitar a sus dos nietos, Perico y Carlos, que nacieron prácticamente a la vez fruto de los matrimonios de sus hijos Felipe y Carlos, que llevan unas vidas bastante paralelas. No solo han sido padres a la vez, sino que se casaron el mismo año y además son vecinos de edificio en Madrid.
Myriam, el refugio de Cari
Tras la muerte de Carlos Goyanes en su casa de Marbella, donde la familia estaba disfrutando como cada año de sus vacaciones, Cari se refugió junto su hermana en su casa de Mallorca. Allí fue donde conoció trágicamente la muerte de su hija mayor y desde donde voló escoltada de su hermana y sus sobrinos tremendamente devastada tras conocer la peor de las noticias.
De hecho, antes de volver a su casa, pasó la primera parte de este insoportable duelo en la finca familiar de los Cortina en Ciudad Real, donde se refugió en sus más allegados, que no le han soltado de la mano ni un segundo desde entonces.
Nada más regresar a Madrid en septiembre, Cari no pudo volver sola a la casa familiar de Puerta de Hierro por lo que su hermana tomó la decisión de instalarse junto a ella. Vive en el mismo edificio que su yerno, Antonio Matos y sus nietos, y juntos, se apoyan unos a otros para salir adelante.