Mariana Royo-Villanova Cortés y Pablo García Verdes se casaron el pasado sábado 5 de octubre en la Abadía de Santa María Real de Párraces (Segovia). Un monasterio del siglo XVI declarado de interés cultural y que cuenta con la categoría de monumento histórico.
Para el día más importante de su vida la novia optó por lucir el vestido de novia de su madre. Un sencillo pero favorecedor diseño de Cortana confeccionado a base de capas de distintos tipos de tejido. "Siempre supe que me iba a casar con ese vestido ya que es muy especial para mí", explica la novia a ¡HOLA!. Además, cuenta con la anécdota de que no es la primera vez que lo lleva, pues fue el modelo que utilizó para la fiesta de inspiración griega con la que celebró su mayoría de edad. Al igual que hiciera su hermana Letizia cuando cumplió dieciocho años.
Una prenda cargada de historia familiar que complementó con un velo de tul ilusión también de su madre, Leticia Cortés, y una capa confeccionada por Malne. Con el ramo de olivo quiso rendir un homenaje a su marido, ya que su familia tiene su origen en Jaén y siente gran arraigo hacia estos árboles. Mariana es muy natural y así lo reflejó su maquillaje, elaborado por Alicia de la Torre y Mónica Martínez.
La novia entró en la iglesia del brazo de su padre y padrino, Alejandro Royo-Villanova, y escoltada por varios pajes y el coro 'Las Veredas' que sorprendió a los invitados entrando detrás de la novia entonando Sanctus libera. Entre ellos se encontraba su ahijada Ada Berenstein, hija de su prima Vega Royo-Villanova.
La ceremonia estuvo oficiada por D. José Pedro Manglano, íntimo amigo de la familia y fundador del movimiento católico Hakuna, quien regaló a los novios una homilía cercana y emotiva.
A la salida de la ceremonia religiosa y ya convertidos en marido y mujer, a Mariana le esperaba la primera sorpresa de la jornada. El público que esperaba a saludar a los recién casados se fue abriendo para dejar a la vista un bonito caballo regalo de sus tíos Martín García-Abril. La novia, sin dudarlo un segundo, se montó en su nuevo caballo protagonizando uno de los momentos más divertidos del día. Pero el caballo no fue el único animal que ‘asistió’ al enlace. ‘Tizio’ el perro caniche toy de la novia no se perdió ni un solo momento de la boda de su dueña.
Los novios y sus cuatrocientos invitados pasaron entonces a degustar un largo cóctel servido por el catering Quiliqua. Posteriormente, y ya en el segundo claustro de la espectacular Abadía de Santa María Real de Párraces, en unas mesas en cuyos meseros estaban dibujados lugares especiales para los recién casados, realizados por la tía del novio quien regenta ‘Agua y Pincel’ y con alegres centros florales de Flora rústica, los invitados se sentaron a degustar unos chuletones a la parrilla.
Después llegó otra de las sorpresas de la velada. El día anterior a la boda había sido el cumpleaños del novio, por lo que fue sorprendido con una exquisita tarta con velas. E inmediatamente comenzaron a sonar entre los invitados y los camareros voces de ópera. Era otra de las sorpresas que los novios tenían reservada para sus invitados. Con la colaboración del restaurante Castafiore, diversos cantantes se habían ‘infiltrado’ vestidos de invitados y camareros y cantaban sin que los invitados supieran exactamente de dónde provenían las voces. Emoción, misterio y originalidad a partes iguales. Tras la ópera, canciones como Cielito lindo o Un beso y una flor que hizo que el público se mostrara de lo más entregado.
Tras ese momento Mariana abrió el baile nupcial con su padre cantado en directo por Juan Coloma, amigo íntimo de la familia. y después pasó a bailar con su recién estrenado marido. Posteriormente, en la antigua abadía del convento, decorada con muchas plantas verdes para dotarla de aires campestres, con un divertido neón cuyo texto expresaba: ‘Que todas las noches sean de boda’ y con la música de DJ Ducho y Cue, los invitados se divirtieron hasta el final de la celebración. Un evento en el que todo salió a la perfección gracias a la ayuda de la wedding planner Sandra Fernández.
Pero no acabaron ahí las sorpresas, Mariana siempre había soñado con una despedida de soltera como la de Mamma Mia, así que su hermana, su madre y sus mejores amigas, prepararon con cariño un divertido baile con la mítica música de la película.
Una boda divertida, llena de sorpresas y entrañable, en la que imperó la naturalidad y el calor de la familia y los amigos de los recién casados. Destacó la presencia de la abuela de la novia Mara Ángeles Martín Torres-Pardo, quien a sus 90 años posaba feliz junto a su nieta recién casada.