Parece que fue ayer cuando los Hilton y los Rothschild echaron la casa por la ventana para celebrar por todo lo alto el romántico 'sí quiero' de Nicky y James en el corazón de Londres (más concretamente, en uno de los edificios más emblemáticos del Kensington Palace, The Orangery). En breve se cumplirán diez años del inolvidable día, el 10 de julio de 2015, en el que dos de las fortunas más míticas del planeta se unieron… y parece que, como en los cuentos, con la finalidad de “ser felices para siempre”. Nicky Hilton y James Rohtschild son padres de dos niñas y un niño (de ocho, siete y dos años) y la rica heredera se guarda en la manga una serie de consejos, muchos de ellos de su madre, Kathy Hilton, para cuidar y preservar su matrimonio. En una fiesta organizada por MyTheresa, Nicky Hilton habló distendidamente con una conocida revista de espectáculos y compartió sus claves para seguir felizmente casada y tan enamorada como el primer día.
En primer lugar, valoró el ejemplo de sus padres. Kathy y Richard, a quienes agradece haberle mostrado “un modelo asombroso de sólida unión”, llevan más de cuatro décadas casados. Kathy Avanzino, el apellido de soltera de las Hilton, se casó con Richard Hilton el 24 de noviembre de 1979. La pareja tuvo cuatro hijos (Paris, Nicky, Nicholas y Conrad) y, por el momento, disfrutan de sus ocho nietos. En segundo lugar, Nicky destacó que hay un consejo de su madre que siempre tiene muy presente: “Nunca dejes de divertirte, jamás te vayas a la cama enfadada y solo tómate un respiro, huele la fragancia de las rosas, disfruta de cada momento”. En tercer lugar, y no menos importante, Nicky Hilton sabe que, con tres hijos, tanto James como ella tienen que conciliar su papel de padres, con la de empresarios de éxito sin descuidar, por ello, su romántica vida de pareja. “Por nuestro trabajo, mi marido y yo viajamos mucho –compartió con People–, pero no dejamos solos a los niños. Intentamos organizarnos los viajes de trabajo para asegurar que estamos siempre presentes”. Aunque también dejó claro que siguen disfrutando de sus momentos románticos como pareja: “Siempre intentamos tener citas para dos”.
Una mirada a su historia de amor
Se va a cumplir una década de la inolvidable imagen de Nicky Hilton vestida de novia con un vestido de encaje rubricado por Valentino, un espectacular trabajo de Alta Costura, cuyo precio se calculó en su día que ascendía a 70.000 euros. Nicky Hilton llevó en su gran día un velo de tres metros que se convirtió en protagonista involuntario, cuando un coche de su cortejo nupcial, en un descuido, lo pisó y casi acaba con el diseño. Pero la cosa no fue a más y Nicky disfrutó de una boda de ensueño con el atractivo banquero inglés, James Rothschild, a quien había conocido en 2011, durante la boda de Petra Ecclestone y James Stunt, en Italia. En esta ocasión, sí se cumplió la tradición de que de una boda –aunque Petra y James rompieron en 2017– sale otra… ¡y qué boda!
Nicky Hilton y James Rothschild vivieron un bonito noviazgo que alcanzó su punto álgido cuando, en agosto de 2014 –de esta fecha se acaban de cumplir diez años–, aprovechando una escapada al Lago Como, el banquero británico, un gentleman perfecto, se hincó y la propuso matrimonio a Nicky. Y ella , sin titubeos, dijo “sí”. Después, el novio voló a Los Ángeles para pedirles formalmente a los padres de Nicky la mano de su hija. Tras estos pasos necesarios, vivieron unos meses muy intensos por los preparativos del enlace que iba a unir a dos familias todopoderosas. Junto al vestido de la novia, otro de los secretos mejor guardados fue la lista de invitados de los novios. La flor y nata de la sociedad asistió: entre otros, los príncipes Pablo y Marie-Chantal de Grecia, la princesa Yasmin Aga Khan, Chelsea Clinto, Amanda Hearst, Lionel Richie, Naomi Campbell y, por supuesto, Petra Ecclestone, la 'causante' de un encuentro que desembocó en fabulosa boda.
Tras la boda, disfrutaron de una fabulosa Luna de Miel en Botsuana. Un año después de la boda, nació su primera hija, Lily-Grace; Teddy Marilyn llegó a sus vidas un año más tarde; y el benjamín de la familia, Chasen, nació en julio de 2022. Hasta aquí, se han cumplido todos los pronósticos que apuntaban a que Nicky Hilton y James Rothschild serían felices, pero ¿qué responsabilidades cargan ambos sobre sus espaldas?
Unión de corazones... y fortunas
Nicky Hilton, como sus tres hermanos, nació en el seno de una familia ultrapoderosa, gracias al trabajo infatigable de su bisabuelo, Conrad Hilton, un visionario para los negocios. En los turbulentos inicios del siglo pasado, Conrad Hilton abrió un hotel en Cisco (Texas). ¿Quién le iba a decir que le bastarían cien años para, sobre esa base, establecer un imperio hotelero con cerca de 5.700 establecimientos en ciento seis países del mundo? Bastan un par de cifras para dimensionar la magnitud de sus negocios: en este siglo, los hoteles Hilton han alojado a tres mil millones de huéspedes y ha contratado a diez millones de personas. En 2019, el CEO de la empresa recordó: “La visión de Conrad Hilton fue simple: llenar la tierra con la luz y la calidez de la hospitalidad”.
En su caso, su visión le superó al ser reforzada, e internacionalizada, por su hijo, Barron, quien ejerció de patriarca de los Hilton hasta su muerte, acaecida el 19 de septiembre de 2019. Barron tenía noventa y un años y dejó muy claro su testamento para evitar cualquier tipo de problema familiar, aunque ya había revelado, en 2007, cómo quería que se realizara el reparto de su cuantioso capital: “Mi fortuna asciende a dos mil trescientos millones de dólares y, sea cual sea su valor en el momento que muera, mi intención es donar el noventa y siete por ciento a la Fundación Hilton”. Y cumplió.
Por parte de James Rothschild, su familia tiene tradición y abolengo. Muchos los han comparado con los Rockefellers europeos. El número de ceros de la fortuna familiar es impactante: detrás de un tres van catorce ceros, según han publicado diversos medios, aunque la familia mantiene un discreto silencio en torno a la cifra real. Los trescientos billones de dólares es una cantidad casi imposible de imaginar y, por ende, de gestionar. Si la fortuna de los Hilton comenzó a principios del siglo XX, la de los Rothschild se remonta al siglo XVIII, fecha en la que Mayer Amstel Rothschild (1744-1812), tatara-tatara-tatarabuelo de James, decidió abrir una casa de cambio de monedas y billetes. A Mayer Amstel se le conoce como el “padre fundador de las finanzas internacionales”. De ahí viene la astronómica fortuna de los Rothschild.
Emulando la política dinástica de las grandes Casas Reales, Mayer Amstel decidió poner a cada uno de sus cinco hijos al frente de cada uno de los cinco centros financieros más importantes de Europa, cubriendo así, bajo el “imperio Rothschild”, Frankfurt, Viena, Londres, Nápoles y París.
James Rothschild proviene de la rama londinense. Tiene treinta y nueve años, dos menos que Nicky Hilton, y ha heredado el olfato para los negocios de su poderosa familia. Fundó una firma de inversiones, Tru Arrow, trabajó para Rothschild & Co, y su fortuna personal se calcula en mil trescientos millones de dólares.
Frente a la última generación de los Hilton –especialmente marcada por la forma de hacer de Paris Hilton–, mucho más habituados a los mass media y al relumbrón de las grandes fiestas, James Rothschild siempre ha preferido, siguiendo el ejemplo de sus antecesores, vivir a la sombra de la fama, aunque su matrimonio con Nicky Hilton le haya convertido, involuntariamente, en un habitual de los medios. Sin embargo, James Rothschild ha logrado que Nicky Hilton mantenga a sus hijos muy al margen de sus apariciones públicas y sus negocios. Entre las claves de su feliz matrimonio, una de ellas parece ser que ambos están de acuerdo en mantener a sus hijos lo más lejos posible del mundo de la fama, hasta el punto de que Nicky Hilton no reveló el nombre de su hijo menor, Chasen, hasta dos años después de su nacimiento.
Sea como fuere, Nicky Hilton y James Rothschild han encontrado el equilibrio entre sus múltiples negocios, su fama heredada y su íntima y reservadísima vida familiar, que pasan, la mayoría del tiempo, en la Gran Manzana, un punto intermedio entre Londres y Los Ángeles. En unos meses se desvelará si organizarán una gran fiesta para celebrar sus diez años de fructífero amor. Por el momento, al verlos, seguimos creyendo en los cuentos de hadas que hacen soñar.