A menos de un mes para que se celebren las elecciones generales en Estados Unidos, las quinielas fluctúan entre la reelección de Donald Trump o la hipotética sorpresa de Kamala Harris convertida en la primera Presidenta de su país. Mientras se resuelve esta incógnita, ambos candidatos son observados con lupa. Y no solo ellos, sino también sus entornos familiares. En estos días, corre de boca en boca el nombre de Ella Emhoff. Ella ya sorprendió a todos con su estilo único en la investidura de Joe Biden, del 20 de enero de 2021. En menos de cuatro años, ha logrado triunfar con una carrera meteórica en el mundo de la moda. De hecho, últimamente, las firmas más prestigiosas del planeta se la disputan para que protagonice sus desfiles. A los veinticinco años, la hija que Douglas Emhoff tuvo con su primera esposa, la productora cinematográfica Kerstin Emhoff, ve crecer su fama como la espuma en el competido mundo de la moda.
Desde sus primeras apariciones públicas, se la considera el paradigma de la it girl de la Generación Z. Ella –llamada así en homenaje a Ella Fitzgerald– encarna el espíritu indie. Antes que modelo, fue diseñadora de chaquetas, sombreros, pantalones y abrigos de punto que vendía desde sus redes sociales. Tras robarse todos los reflectores en la investidura de Joe Biden –con un abrigo de cuadros de Miu Miu que se agotó en cuestión de horas– fichó por la misma agencia de modelos que Gigi Hadid. El Efecto Emhoff se había desatado. Ivan Bart, presidente de IMG, reveló en The New York Times qué era lo que le había hecho volver la mirada hacia Ella e incorporarla a las filas de su agencia: “Ella comunica el presente. Transmite descaro y alegría”. Representa un estilo vanguardista y atrevido, alejado de las convenciones y con un ligero punto de descaro. No cabe duda de que su estilo es diametralmente distinto al de Ivanka Trump quien, más clásica y conservadora, también estuvo directamente vinculada con el mundo de la moda. De hecho, fundó su propia firma de ropa en 2014, aunque en 2018 tomó una difícil decisión al respecto: la cerró para centrar todos sus esfuerzos “en el trabajo que estoy haciendo aquí, en Washington”. Se refería a su papel oficial como Asesora del Presidente de Estados Unidos. Es decir, de su padre.
Tanto Ella Emhoff como Ivanka Trump representan, sin necesidad de palabras, una manera de ser, de vivir e incluso de concebir la política. Ambas provienen de una tradición y ambas, consciente o inconscientemente, la siguen… a su manera.
El lenguaje de la moda
Quizá Ella Emhoff fue una de las personas que aconsejó a Kamala Harris aparecer en la portada de Vogue, en su edición de febrero de 2021, con un estilo sorprendentemente desenfadado. Harris, actualmente en contienda con Trump por la presidencia de los Estados Unidos, se retrató, para sorpresa de muchos, con deportivas, camiseta y unos pantalones de lo más casuales. Con esta puesta en escena, los asesores de imagen propiciaron que Kamala Harris difundiera un mensaje político: su gestión iba a ser muy distinta a la llevada a cabo en la anterior legislatura.
Si nos centramos únicamente en el ámbito de la Casa Blanca, la relación entre política y moda viene de muy lejos. El Museo Smithsoniano de Historia Americana trabaja en la conservación y restauración de la ropa que lucieron las primeras damas desde hace un siglo. Aunque el epítome de esta unión entre política y moda se halla en la figura de Jackie Kennedy, hubo muchos y notorios antecedentes. Ya en el siglo XIX, Caroline Lavinia Scott Harrison, esposa del presidente Benjamin Harrison, tomó una serie de decisiones estilísticas que reforzaban la postura política de su esposo. Si Harrison había impulsado la campaña de 'América primero', ella hizo saber a todos que el vestido que lució durante la investidura de su marido había sido realizado íntegramente en fábricas estadounidenses.
Jackie Kennedy se alejó un poco de esta concepción tan autóctona. Aunque anunció que deseaba hacer de la Casa Blanca un “escaparate del arte y la historia de los Estados Unidos”, no pudo renunciar a su espíritu cosmopolita y a su pasión por Europa; un guiño también a la mirada eurocéntrica de su marido. Por eso, nadie pone en duda que Jackie Kennedy creó un destacable número de tendencias. Entre otros aspectos reseñables, ha dejado una huella profunda su perspicacia a la hora de elegir cómo vestirse para transmitir un determinado mensaje.
En el mundo de la moda se movía como pez en el agua. Fue la fuente de inspiración y la musa de muchos diseñadores de la época. Entre otros, especialmente durante su matrimonio con Onassis, mantuvo una muy buena relación con Valentino, y no era extraño verla asistir a los desfiles de Alta Costura de firmas tan reconocidas como Burberry, Saint Laurent, Dior, Carolina Herrera, Givenchy o Chanel.
Otra lección que dejó Jackie Kennedy a todas las Primeras Damas que la sucedieron fue la conveniencia de contar con un par de diseñadores de cabecera –en su caso Oleg Cassini y Hubert de Givenchy– y convertir algún complemento en su seña de identidad, como los collares de perlas de varias vueltas, los sombreros pillbox –que con tanto acierto han lucido Kate Middleton y Meghan Markle, entre otras– y los trajes de chaqueta.
Jacqueline Kennedy, Bouvier de soltera, siempre miró hacia la Ciudad de la Luz para encontrar inspiración. Cuentan que un día llamó a su amigo Oleg Cassini y le planteó: “Vísteme como si John fuera Presidente de Francia, pero no como si yo fuera María Antonieta”. Muchos años después, Carla Bruni, Primera Dama de Francia, top model y cantante, puso muy en alto la moda francesa en el mundo durante su paso por el Palacio del Elíseo de 2008, año en el que se casó con Nicolás Sarkozy, a 2012, fecha en la que Sarkozy dejó la presidencia. Carla Bruni nunca negó que Jackie Kennedy, estilísticamente hablando, era su fuente de inspiración: “Por supuesto, yo me proyecté a mí misma más como Jackie Kennedy que como, por ejemplo, la señora De Gaulle, quien sería más la clásica mujer detrás de su marido”.
Volviendo a Estados Unidos, muchos años después de la presidencia de John F. Kennedy, Donald y Nancy Reagan arribaron a la Casa Blanca de 1981 a 1989. Aunque Nancy Reagan supo mantenerse en un segundo plano, su carrera de actriz y su manejo de la vida hollywoodiense hicieron que una nueva oleada de Alta Costura y lujo conquistara de su mano Washington. Ella sabía por experiencia que la imagen era fundamental, no solo en el séptimo arte o en las pasarelas, sino también en las más altas instancias políticas. Según la comisaria, durante años, del Museo Nacional de Historia Estadunidense, Lisa Kathleen Graddy: “Nancy disfrutaba de la moda y creía que era parte de su trabajo promover la moda estadounidense. Sabía que era observada, que la gente se fijaba en qué llevaba puesto y de quién era lo que llevaba”.
Michelle Obama y Melania Trump: de nuevo la moda irrumpe en Washington
… Y fueron pasando los años. Bárbara Bush, Hillary Clinton y Lauren Bush pusieron su toque personal, pero no se convirtieron en adalides del mundo de la moda. Sin embargo, no podemos olvidar la aparición triunfal en las pasarelas de Lauren Bush, sobrina de George Bush, y modelo para firmas importantes, como Tommy Hilfiger.
Michelle Obama, cauta e inteligente, supo que la moda tiene la cualidad de hablar sin palabras y la propiedad de crear puentes de entendimiento. En 2009, durante la histórica investidura de su marido, Barack Obama, lució un conjunto de lana de Isabel Toledo y unos guantes verdes de J.Crew, con los que mostraba al mundo que Estados Unidos era un país poderoso gracias a la fusión de distintas nacionalidades. Por la noche, repitió el mensaje al elegir un modelo blanco de Jason Wu, el mismo diseñador que la vistió en el que probablemente será su vestido más recordado: el rojo con el que celebró el baile posterior a la segunda investidura de Barack Obama.
Tras ella, Melania Trump, la modelo llegada de Eslovenia que no da puntada sin hilo. La esposa de Donald Trump piensa milimétricamente en qué mensaje desea transmitir en cada una de sus apariciones públicas. En su última entrevista, concedida a NBC News, reveló que sus antecedentes en el mundo de la moda la ayudan a soportar las tensiones derivadas de la carrera política de su marido: “La industria de la moda es glamurosa, pero al mismo tiempo muy dura […] Todo el mundo te juzga, te mira de una determinada manera, así es que también puede ser un mundo muy mezquino. Nada me preparó más para este mundo que el de la moda”.
Jill Biden ha intentado poner cierta distancia entre moda y política, pero este tándem ya está muy asentado y su unión ya parece inquebrantable. Si Kamala Harris gana las próximas elecciones, el día de la investidura no habrá Primera Dama sino Primer Caballero, pero Ella Emhoff, con su inconfundible estilo indie podría atraer todos los flashes.