Su llegada a las pasarelas significó un antes y un después en la moda. Hasta entonces, eran ellas las que marcaban el paso. Schiffer, McPherson, Evangelista, Moss… Y ellos, mera comparsa. Comparsa rubia y de ojos azules. Sin embargo, su mentón anguloso, su tez morena, su mirada color miel, su espalda bruñida y bronceada… le robaron el plano a la mujer con las caderas más cotizadas del cine. Andrés Velencoso pertenece a esa raza de modelos (españoles, además) que lo cambiaron todo. Él sirvió de silla de montar a Jennifer Lopez en aquella mítica campaña de Louis Vuitton y aunque Jon Kortajarena se le adelantara en el mundo de la interpretación con un papelito en A single man, de Tom Ford, Andrés le ha terminado por coger la delantera. Ha dejado de lado los fittings por las pruebas de cámara y las separatas y solo se desquita alguna vez diseñando para su propia firma de ropa, Ooto. Su último trabajo como actor también supone un punto de inflexión en la ficción. Española e internacional. Disney+ España lanza para el mundo una serie diaria, la primera en streaming, y él es el protagonista. Regreso a Las Sabinas, donde interpreta a un hombre rudo, pero de buen corazón que reparte su sístole y su diástole entre dos mujeres. Algo así como un Chase Gioberti de Falcon Crest pero 4.0 y siglo XXI, porque también sucede entre viñedos y como en aquel melodrama los malos son muy malos y los buenos, un poco panoli, pero las emociones, todas, están a flor de piel. La piel canela de este actor que admite sin rubor impostado que su buen físico le ha ayudado a forjar su carrera, pero que eso no le ha eximido tampoco de currárselo como un jabato. Bajó el Everest, para luego, ir subiendo otra vez desde cero. Con lo cómodo que estaba él siento el top entre los tops...
- Regreso a Las Sabinas significa muchas cosas, ¿no?
- Pues mira, Regreso a Las Sabinas me llegó en un buen momento personal y vital. Un momento de cambios, y yo siempre he creído que los cambios son buenos. Llevaba tiempo pensando en mudarme a España, a Girona… Llegó la serie y, personalmente, entendí que era la señal para hacer ese cambio de Londres a España. En lo profesional, era el reto que necesitaba. Una serie innovadora, pionera en su formato como serie diaria para una plataforma de streaming, ¡la primera que se hace en Europa! No podía decir que no, no podía decir no a formar parte de un reparto tan increíble.
- ¿Cómo es tu persona en la serie?
- Miguel Larrea es puro corazón. Un hombre al que la vida le ha enseñado muchas cosas, al que le ha forjado su pasado. Es un personaje que, aparentemente, vive la vida que siempre ha soñado, que se va a casar con su prometida, con Esther, que vive en El Acebuche… Hasta que un torbellino del pasado viene a removerlo todo. Ese torbellino se llama Gracia y ahí empieza a plantearse muchas cosas. Va a vivir en una dualidad constante. Entre lo que él quiere hacer y lo que los demás esperan que haga, qué es lo que él necesita y qué es lo que le piden todos. Una dualidad entre la cabeza y el corazón, entre el presente y el pasado.
- Regreso a Las Sabinas consta de más de 70 capítulos, con lo que imagino que el arco del personaje debe de ser amplio y que tuviste que estudiarte un montón de guiones… ¿Cómo abordaste el papel?
- (risas) Con un coach y leyéndome los guiones. Al principio tuve diez, después me pasaron otros veinte, imagínate… Aún así, no tenía el arco completo del personaje, pero lo trabajé con Jordi (Frades) el director. Hablábamos mucho de cómo veía él a Miguel y de cómo lo veía yo. Así que fui escarbando poco a poco e intentando darle forma.
- Tu último gran éxito televisivo, era un malo de manual, Armando, en Élite
- Y nada que ver. Son dos personajes como la noche y el día. Pero tanto con uno como con otro, tu trabajo como actor es ser empático. A mí me ayuda a poder entenderlos. A saber por qué hacen las cosas, ya sean malas o buenas. No es que busque parecerme a ellos o justificarlos, pero si que, al final, de alguna manera, todos podemos transitar por las mismas emociones aunque luego tomes decisiones diferentes.
- ¿Qué te divierte más ser malo o bueno? ¿Héroe o villano?
- Sí que es verdad que los villanos, hacen cosas que yo, como Andrés Velencoso, soy incapaz de hacer. Meterte ahí siempre los hace más interesantes.
- Regreso a Las Sabinas, por su propia naturaleza (ser una serie diaria) implica un sacrificio extra, ¿no?
- Una serie diaria implica que no vas a tener vida (risas) En este caso, fueron seis meses. Seis meses sin tener vida. Así fue. Durante seis meses estuve concentradísimo con la serie. Rodaje, estudio - estudio, rodaje. Así casi durante seis meses. Era la primera vez que trabajaba tantos capítulos y tantas escenas a nivel de texto. Para mí, fue un gran reto. Y sin caer enfermo. Intentando estar físicamente bien, porque te confieso que hubo un momento, sobre todo a mitad de la serie, cuando no tienes el músculo tan entrenado, que esa dinámica se te hace cuesta arriba. Y yo, además, soy de los que se llevaba a veces el trabajo a casa. “En esta escena podía haber hecho esto”, “en esta otra podía haber hecho lo otro”...
- Andrés, ¿qué es lo que me ha dado la interpretación que no me ha dado la moda?
- Son dos cosas diferentes. A mí, la moda me ayudó muchísimo, sobre todo a hacer cosas que quería: viajar, conocer el mundo, conocer gente. Es un gran trampolín para entrar en contacto con otras profesiones. Yo tengo amigos que son productores, estilistas, actores, fotógrafos… De hecho, mira, la fotografía, que es un hobby que tengo, ahora la estoy desarrollando un poquito más. (Y eso te lo da la moda). Con la moda, entré en contacto con la actuación de alguna manera… Yo siempre digo que, en la moda haces versiones de ti mismo y con la interpretación, intentas meterte en la piel de otros personajes.
- ¿Hasta qué punto te ha pesado la etiqueta de modelo que 'se mete' a actor?
- Yo no soy de poner etiquetas, por eso no sé por qué me las ponen a mí. Creo que las etiquetas están ya un poco anticuadas, la verdad. Yo lo único que sé es que trabajo, y que trabajo duro. En esta serie, de hecho, muchísimo. Si me dedicara a pensar que, además de eso, tengo encima una etiqueta y que debo trabajar duro para que la gente se convenza de que no hay etiqueta que valga… Ostras, me tendría que meter en hoyo del que no saldría.
- Le echaste valor empezando de cero en una disciplina cuando estabas en la cumbre de otra…
- No sé si estaba en la cima o no. Estaba, eso sí, en un momento muy bueno mi carrera, donde estaban saliendo cosas muy bonitas. Y sí, empecé de cero en la interpretación, pero bueno, son retos. Yo ya le llevaba años dándole vueltas al tema. Y llegó la oportunidad con El Fin. Tuvo obviamente su complejidad. Te tienes que preparar, no conoces la profesión, tienes que estudiar muchísimo y esforzarte para salir adelante. Pero la satisfacción que obtienes en muy gratificante. Ver como la gente se entretiene con lo que haces es muy bonito. Lograr eso es un lujazo.
- Ser tan guapo, atractivo, te ha ayudado o, por el contrario, ha sido un arma de doble filo
- No podemos negar que a veces te llegan papeles por tu físico. Eso ayuda, claro. Y yo creo que eso hay que aprovecharlo. Pero más allá de ahí, cada interpretación, por mucho físico que tengas, es un reto.
- ¿El éxito se sube a la cabeza como dicen? ¿Cuál es tu receta para tener los pies en la tierra?
- Claro que se puede subir. Pero depende de cómo te pille, dónde te pille y cómo estés emocionalmente en ese momento o en qué etapa de tu vida. Yo siempre he tenido la familia. Yo sé dónde vengo y sé quién soy.
"El éxito se sube a la cabeza. Pero depende de cómo te pille, dónde te pille y cómo estés emocionalmente. Yo sé de dónde vengo y sé quién soy"
- Te estás enfocando más en la tele, pero a ti la pantalla grande siempre te ha llamado especialmente la atención. ¿Con qué director te gustaría trabajar?
- A quién le gustaría trabajar con Almodóvar. Encima, ahora, que viene de ganar el León de Oro, imagínate.
- La vida de los rodajes, como lo era la de las pasarelas, es dura. Las alfombras rojas, los shootings, los castings… Muchas horas de aeropuerto, de vida de hotel… ¿todo eso cómo lo llevas? ¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de tu vida como actor?
- Depende… Como actor, durante meses, estás fuera de casa, pero consigues hacer del piso o del hotel, tu propio hogar. En la moda, eso es un poquito más complejo. Cuando estaba a full con la pasarela, viajaba sin parar. Nueva York-Tokio; Tokio-París; París-Milán; Milán-Londres… Y vuelta a empezar. Físicamente durillo. Te despertabas y no sabías donde estabas. Ahora no sé si podría. Cuando miro hacia atrás, digo: “Ostras, realmente hoy no me daría la vida”.
. Las redes sociales, los paparazzi, los 'caza autógrafos'… ¿Cómo vives esa pérdida de intimidad?
- Como puedo. Yo siempre he sido bastante cuidadoso con mi intimidad y también soy tímido, aunque no lo parezca. Por eso, que la gente te halague, a ver, te halaga porque quieren saber de ti, pero, a veces, el intrusismo puede llegar a no ser del todo cómodo, por decirlo de alguna manera. Que la gente quiera saber de ti, es normal, y lo entiendo, pero a mí me cuesta.
- Pero una vida así de ajetreada, ¿es compatible con la vida privada? ¿Con el amor?
- Sí, claro que sí. ¿Por qué no?
- ¿Y es fácil encontrar el amor siendo Andrés Velencoso?
- Sí, es fácil (risas). Bueno, no es que sea fácil. No es fácil ni difícil, pero se puede encontrar.
- ¿Cuáles son tus sueños? ¿Dar una vuelta más de tuerca y dirigir?
- Dirigir son palabras mayores. Por ahora, estoy detrás de la cámara como fotógrafo y, últimamente, la estoy desarrollando un poquito más. He estado disparando también para la última campaña de mi marca de ropa, Ooto, de la que soy director creativo… Pero, oye, nunca se sabe.