En ocasiones, en el mundo de fantasía de Hollywood se reciben noticias que hacen tambalear la magia. Una de ellas se produjo hace un año, el 28 de octubre de 2023, cuando se hizo pública la muerte del actor Matthew Perry, de 54 años, en el jacuzzi de su residencia californiana. El querido Chandler Bing, de Friends, había tocado el cielo de la Meca del Cine, pero también el infierno por una adicción que, según reveló el actor, comenzó desde niño y se agudizó en 1997, cuando, tras un accidente durante un rodaje, recurrió a los opiáceos para paliar el dolor. En estos días, y tras meses de meticulosa investigación, quien fuera uno de sus doctores, Mark Chávez, se ha declarado culpable ante un tribunal de Los Ángeles por facilitarle buena parte de la droga que acabó con su vida. Aunque su sentencia no saldrá hasta el 2 de abril de 2025, el hecho de haber cooperado con la Justicia le ayudará a ver reducida su pena.
Las investigaciones posteriores a la muerte del actor han dejado al descubierto la parte más ruin y triste de Hollywood. Tras el macabro hallazgo del cadáver del intérprete, se realizó la consabida autopsia que dio el resultado tristemente esperado: la alta concentración de ketamina en sangre explicaba el deceso. A partir de este resultado, la policía de Los Ángeles abrió, en mayo de 2024, una investigación para determinar cómo llegó tal cantidad de sustancia hasta sus manos. Tiraron del hilo y hallaron una despiadada trama en la que estaban implicadas, al menos, cinco personas, detenidas el pasado agosto y puestas a disposición judicial. Entre los acusados por la muerte de Matthew Perry se encuentran Jasveen Sangha, conocida como la 'reina de la Ketamina', y quien presuntamente le vendió al actor cincuenta dosis de ketamina a cambio de 11.000 dólares; Kenneth Iwamasa, asistente personal del actor, y quien le suministró la droga el fatídico 28 de octubre de 2023, sin tener experiencia médica; y los doctores Mark Chávez y Salvador Plasencia, quienes entre septiembre y octubre de ese año habrían facilitado, previo desembolso de unos 55.000 dólares, las dosis prohibidas del devastador anestésico sintético que acabó con la vida del artista.
Recientemente, Martin Estrada, fiscal de Estados Unidos del Distrito Central de California, convocó una rueda de prensa y presentó los resultados de la investigación policial, asegurando que en el curso de la misma se halló un verdadero “emporio de venta de drogas”, pero no solo esto: desenmascaró la total falta de escrúpulos de los médicos al exponer una serie de mensajes que asustan por la frialdad y carencia absoluta de empatía. “Me pregunto cuánto pagará este idiota”, se leía en un mensaje de Plasencia a Mark Chávez. Ambos profesionales de la salud sabían de sobra que la vida del actor corría peligro si seguía consumiendo drogas. En el caso de Plasencia, aunque había presenciado cómo al actor se le disparaba la presión arterial, continuó administrándole la droga con un único fin, según revelan las investigaciones: enriquecerse.
Ante la Justicia, tanto Salvador Plasencia como Jasveen Shaga siguen clamando, a través de sus abogados, su inocencia, mientras que Mark Chávez y Kenneth Iwamasa ya han aceptado su culpabilidad con el fin de ver reducidas sus penas, que podrían ser de, al menos, diez años de cárcel. Contra el doctor Salvador Plasencia hay un cargo por conspiración para distribuir ketamina, siete cargos por distribución de la misma sustancia y dos cargos por alteración y falsificación de documentos o registros relacionados con la investigación federal.
Las autoridades informaron de que la investigación no ha terminado y que seguirán tirando del hilo para hallar más culpables y acabar con un negocio ilegal y próspero que supone un peligro real para la salud pública y que desemboca en la pérdida de vidas humanas.
Matthew Perry: 'Aquella cosa terrible'
Matthew Perry se convirtió hace un año en la víctima visible y mediática que propició una investigación por todo lo alto para descubrir una trama criminal. El actor llevaba años luchando por superar sus adicciones, su talón de Aquiles y su gran batalla vital.
En octubre de 2022, salió al mercado su autobiografía Amigos, amantes y aquella cosa terrible, en la que narraba con total franqueza su dura batalla para desintoxicarse y vivir libre de la esclavitud de las drogas. Alguno de los testimonios que dejó en estas páginas llaman a la reflexión. Entre otras anécdotas de su infancia, contaba cómo un pediatra le recetó barbitúricos de bebé para que dejara de llorar: “Tomé fenobarbital de recién nacido, entre los treinta y sesenta días de edad. Ese es un momento importante en el desarrollo de un bebé, especialmente cuando se trata de dormir. Cincuenta años después, todavía no duermo bien. Cuando lloraba me daban fenobarbital y la droga me dejaba nocaut”.
El actor quiso dejar bien claro que no culpaba a sus padres por haberle suministrado esta sustancia –su madre fue exsecretaria de prensa del primer ministro canadiense Pierre Trudeau y su padre, modelo y actor–, porque lo habían hecho aconsejados por los doctores. En aquellos años, puntualizó, aún no se sabía el nivel de adicción que este medicamento podía ocasionar.
“La cosa terrible” del título de sus memorias es, sin duda, la droga que planeó por su vida. Su adicción especialmente a los analgésicos y opioides hizo que ingresara en decenas de ocasiones, llegó a contabilizar sesenta y cinco veces, en programas de desintoxicación. Tuvo dos episodios muy graves: en 1997 y en 2018, cuando se volvió adicto a la oxicodona tras una ruptura en el colon por uso excesivo de estupefacientes. Estuvo hospitalizado cinco meses, necesitó nueve de convalecencia, los doctores apenas le daban un dos por ciento de probabilidades de supervivencia… y salió adelante cuando nadie lo esperaba.
Tenía entonces cuarenta y nueve años y fue cuando, sobrio, decidió escribir su libro para mostrar el lado oscuro de Hollywood, no con fines morbosos, sino por si su experiencia podía ayudar a otras personas a escapar de ese infierno, antes de que fuera demasiado tarde.
El recuerdo de Matthew Perry
Aunque nació en Massachusetts, cuando sus padres se divorciaron se mudó a Ottawa, donde vivió buena parte de su infancia junto a su madre. Después, a los quince años, persiguiendo su sueño de ser actor se mudó a California, donde obtuvo papeles en algunas de las series más conocidas de los noventa, como Sensación de vivir. Pero fueron las diez temporadas de Friends, de 1994 a 2004, las que le dieron la fama mundial y una nominación a los Emmy.
Comenzó en la serie con veinticinco años y, a pesar de las adicciones, logró mantenerse como Chandler Bing, el amigo más incondicional de Rachel Green (Jennifer Aniston), durante una década. Gracias a Friends ganó ingentes cantidades de dinero, mucho del cual se fue –él habló en sus memorias de un millón de dólares– en tratamientos de desintoxicación.
Matthew Perry agradeció a sus compañeros de reparto (comenzando por Jenifer Anniston, de la que estuvo enamorado, y siguiendo por Courteney Cox, Lisa Kudrow, David Schwimmer y Matt LeBlanc) la paciencia y cariño con los que le trataron en sus momentos más oscuros. “Éramos como los pingüinos. Los pingüinos, en la naturaleza, cuando uno está enfermo o cuando uno está muy herido, los otros pingüinos lo rodean y lo sostienen. Caminan alrededor hasta que el pingüino puede caminar por sí solo. Eso es lo que el elenco hizo por mí”, escribió en su autobiografía.
Tan pronto como falleció, el equipo de Friends le dedicó un emotivo tributo. “Siempre apreciaremos la alegría, la luz, la inteligencia cegadora que aportó a cada momento, no solo a su trabajo, sino también en la vida. Siempre era la persona más divertida en cualquier lugar. Más que eso, era el más dulce, tenía un corazón generoso y desinteresado”, recordaron en un comunicado colectivo.
Matthew Perry nunca creyó del todo en sí mismo. En 1996, después de que Julia Roberts participara en unos capítulos de Friends, salieron durante tres meses, pero él la dejó: “En lugar de afrontar la inevitable agonía de perderla, rompí con la bella y brillante Julia Roberts”. Como él mismo explicó en Amigos, amantes y aquella cosa terrible: “Salir con Julia Roberts había sido demasiado para mí. Siempre había estado seguro de que ella iba a romper conmigo. ¿Por qué no lo haría? Yo no era suficiente; nunca podría ser suficiente. Estaba destrozado, no era digno de ser amado”.
Su inseguridad y su sensibilidad extrema no estaban hechas para Hollywood. Lo intentó una y mil veces. Se cayó y se puso en pie. Sin embargo, se cruzaron en su camino personas desaprensivas que solo entendían el valor del dólar. Su historia pertenece al lado más negro de Hollywood, pero sus memorias y su trágica muerte han servido para alertar a quienes aspiran a la fama en un mundo de magia… y de lobos.