Muchos recuerdan a Mariel Hemingway por su interpretación de la dulce adolescente Tracy en Manhattan de Woody Allen, papel que le valió una nominación para los Premios Oscar con tan sólo dieciséis años y la catapultó a la fama mundial. Sin embargo, la vida de la nieta del afamado escritor Ernest Hemingway dista mucho de haber sido un camino de rosas. Es más, ha estado marcada por el alcoholismo, la drogadicción, las enfermedades mentales y los suicidios en su familia. Su abuelo se quitó la vida en 1961, tan solo unos meses antes de que ella naciera. Años después, en 1996, su hermana, la supermodelo y actriz Margaux Hemingway, le seguiría los pasos. Sin embargo, para la nieta del premio Nobel de Literatura su familia es un motivo de orgullo y una fuente de inspiración.
Reconciliada desde hace ya muchos años con los demonios de su pasado, la actriz se ha convertido en un adalid en la lucha contra el estigma que afecta a las personas con problemas de salud mental a través de la Fundación que lleva su nombre, su podcast Out Comes The Sun y las charlas que da por todo el mundo. Recientemente, en el Espacio El Beatriz de Madrid, donde ofreció una conferencia organizada por la doctora María Díaz de la Cebosa, presidenta de CIS University y la Fundación RFK (Robert Francis Kennedy) Human Rights Spain.
-En los últimos años, se ha destacado por ser una de las principales defensoras de la salud mental. ¿Cree que se habla suficientemente de ella?
-No lo bastante, créeme. Podría decirse que mucho más que en el pasado, pero no lo suficiente.
-¿Por qué cree que ahora se está comenzando a hablar más? ¿Considera que la sociedad actual tiene una salud mental más frágil que las anteriores?
-Hablamos más porque nuestros jóvenes están borrando la vergüenza, post a post, en las redes sociales. Por otro lado, no creo que seamos más frágiles pero sí que estamos más expuestos al mundo y quizá más abrumados.
-¿Piensa que todo el mundo debería ir a terapia?
-No necesariamente. Al menos, no en el sentido tradicional. Pero sí creo que todo el mundo necesita algún tipo de terapia: sol, buena comida, relaciones sociales, ejercicio físico, hidratación, trabajo respiratorio, sueño, descanso, risas. También la interacción social y las conexiones con tu iglesia o grupo social. Todo forma parte de una terapia saludable.
La actriz se ha convertido en un adalid en la lucha contra la salud mental a través de la Fundación que lleva su nombre
-¿Ha recurrido usted en alguna ocasión a ella?
-Sí, claro que sí. He utilizado diferentes modalidades de terapia a lo largo de mi vida.
-¿Qué les diría a aquellos que son reticentes a ellas? ¿Cuándo es el momento de decir '¡basta!' y dejar de resistirse a recibir ayuda?
-Les diría que se cuestionaran por qué son reacios a ella. Que analizaran su vida y vieran si lo que han hecho por sí mismos funciona o ha funcionado. Creo que el momento de buscar ayuda no sólo te mira a la cara, sino que grita tan fuerte que tienes que oírlo. ¿Cómo van tus relaciones? ¿Cómo va tu trabajo? ¿Cómo está tu salud? ¿Cómo es tu vida?
-¿Por qué cree que la ansiedad todavía se estigmatiza y la gente tiene tantos prejuicios para pedir ayuda a tiempo?
- La gente, por naturaleza, espera hasta el último momento para ocuparse de sus necesidades privadas. Esperamos a que nuestra pareja salga por la puerta antes de reconocer que la relación necesita trabajo. Esperamos a que nos llamen al despacho de nuestro jefe para reconocer que estamos fallando en el trabajo. Esperamos a que el médico nos dé un pronóstico que da miedo antes de hacer cambios en la salud. Es la condición humana. Nuestro trabajo en el mundo del bienestar mental es ayudar a cambiar eso.
-Volviendo al tema del suicidio. El índice es alarmente, sobre todo entre los adolescentes. ¿Qué está ocurriendo?
-Hay tanto suicidio entre los jóvenes y tanta desconexión e inestabilidad emocional porque los teléfonos y la tecnología se están apoderando de nuestras vidas. Tenemos que reconectarnos con nosotros mismos, con la naturaleza, que creo que es lo que a mí me salvó.
"No creo que seamos más frágiles, pero sí que estamos más expuestos al mundo y quizás más abrumados"
-¿Hablar de salud mental le saca a la luz cosas que le siguen doliendo de lo vivido con los suyos?
-Es que lo normal es que todos tengamos algún tipo de trauma, por eso hago hincapié en que las personas cuenten su historia. Yo cuento lo mío y cómo lo he afrontado, Y lo cuento para demostrar que es algo pasado. Si mi historia sirve para ayudar a alguien, me doy por satisfecha.
-¿Cuándo comenzó a percibir usted que algo no iba bien en su familia?
-Siendo una niña, antes de los once años.
-¿Pensó que podría afectarle a usted?
-Siempre me aterrorizó la idea de acabar loca y que tener problemas mentales fuera mi herencia genética. De hecho, escribí un libro sobre ello: Huyendo de la locura. Hablar de ello me hizo ser más consciente de dónde vengo y de cómo mis elecciones vitales me han hecho superar esos miedos. Temía acabar como mi hermana Margaux, deprimida y en rehabilitación.
-¿Cómo consiguió superar esas adversidades de la vida en su familia?
-He tomado las riendas de mi vida por completo. Hago ejercicio, duermo bien, me hidrato, como de forma saludable, me relaciono con gente que me quiere y me hace reír, practico la respiración, tomo el sol y no bebo alcohol ni consumo drogas.
"He tomado las riendas de mi vida por completo"
-¿Cree que, en los tiempos que corren, las cosas habrían sido distintas, que podrían haber afrontado las adicciones y las depresiones de otra manera?
-La respuesta es sí. Tengo muchos más conocimientos y experiencia, así que afronto las cosas de manera muy diferente a como lo habría hecho antes. Si ahora tuviera la misma edad que entonces, creo que tendría más recursos.
-¿Cuál fue el suceso familiar que más le afectó?
-Las peleas de borrachos que tenían mis padres y yo limpiando los vasos de vino rotos después. Por la mañana, la cocina estaba limpia. No había alcohol, ni sangre, ni rastro de lo que había pasado el día anterior.
-¿Qué aprendizaje ha sacado de ese episodio de su vida? ¿Le ha hecho más fuerte o le ha enseñado a afrontar los problemas desde otra perspectiva?
-Me hizo más fuerte, pero también me hizo pensar que, si simplemente ayudaba y se me consideraba útil en lugar de contribuir al problema, estaría bien. Limpié el desorden para que la vida pudiera estar 'bien'. Eso me hizo más fuerte, aunque no se lo deseo a nadie.
-Si tuviera la oportunidad de cambiar algo del pasado, ¿qué haría diferente?
-¡Dios mío! Cambiaría la infelicidad que sentía mi familia y la incapacidad de afrontar el dolor y la vida de frente. No sé lo que habría hecho de otra manera; de pequeña sentía que lo hacía lo mejor que podía. En retrospectiva, me doy cuenta de que, incluso en el dolor, siempre supe que mis padres me querían.
-¿Cómo has decidido proteger a tus hijas de las tragedias que sucedieron antes de tu vida?
-Mis hijas han conocido mis problemas familiares porque creo en la importancia de contar tu historia. No quería que otra persona se la contara...
"Se ha dicho que mi abuelo bebía más que nadie y que siempre estaba de fiesta y cazando, que sí que lo hizo, pero es injusto que se le recuerde por eso"
-¿Cuáles son sus consejos generales para permanecer mentalmente saludable?
-Ejercicio diario, ocho horas de sueño, hidratación; alimentos sanos e integrales, respiración y meditación u oración, dosis diaria de sol y conexiones sociales de amor y risa.
-¿Cuáles son sus planes profesionales para los próximos años?
-Me alegra mantenerme ocupada, ya sea con la empresa de mi marido, Bobby Williams, con mis conferencias, con mi podcast, con mis escritos, con mi trabajo como actriz, directora o productora y con mi fundación.
-Su apellido conlleva un legado, ¿qué significa para usted?
-Para mí llevar el apellido Hemingway es una gran responsabilidad y un regalo maravilloso, de ahí que me esfuerce en no mancillarlo. Lo hago en consideración de mis hijas, mi nieta, de todos los Hemingway y de mi misma.
-No llegó a conocer a su abuelo, pero ¿qué significa para usted?
-Se ha dicho que mi abuelo bebía más que nadie y que siempre estaba de fiesta y cazando, que sí que lo hizo, pero es injusto que se le recuerde por eso. No podemos aplicar los mismo valores de como vivió su vida a la que tenemos nosotros ahora, porque, por ejemplo, él no era consciente de que el alcohol genera depresión. Seguramente sólo intentaba calmar el sufrimiento que estaba atravesando.