La boda de Ana Cristina Portillo y Santiago Camacho© CLICK10 / VIRGINIA HERNÁNDEZ / AURORA SÁNCHEZ / MARGHERITA MAZZANTI

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Hablamos con Ana Cristina Portillo tras su 'sí, quiero': 'Mi madre estaría orgullosa de ver lo unidas que estamos'

La diseñadora se casó el pasado fin de semana, rodeada de sus seres queridos y, entre ellos, sus hermanas Alejandra, Eugenia y Claudia Osborne


2 de octubre de 2024 - 7:22 CEST

"Quería que la gente se sintiera como en casa, que fuera una boda familiar, sencilla, muy personal y especial, llena de detalles y de las cosas que a nosotros nos gustan", nos dice Ana Cristina Portillo. Tras dar el 'sí, quiero' a Santiago Camacho el pasado sábado, la diseñadora no puede estar más feliz. Fue, sin duda, un día inolvidable, lleno de momentos íntimos y entrañables. A su lado, estuvieron sus seres más queridos, entre ellos, sus hermanas, Alejandra, Eugenia y Claudia Osborne; y el recuerdo a su madre, Sandra Domecq, que estuvo presente en cada uno de sus pasos.

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Los novios en la finca Santiago, el lugar donde tuvo lugar la celebración y que perteneció a los abuelos maternos de Ana Cristina, el bodeguero Beltrán Domecq González y Ana Cristina Williams

—Ana Cristina, ¿cómo has vivido el momento de vestirte de novia, rodeada de tus hermanas? 

—El momento de vestirnos, las cuatro juntas en nuestra casa, ha sido increíble y muy bonito. Alejandra tiene un tocadiscos antiguo que le regaló Claudia una Navidad, y puso música de mi madre, sus vinilos. Todo muy bien porque he estado muy tranquila. Siempre te imaginas que vas a estar supernerviosa, con ese vértigo de 'no sé si lo voy a hacer bien', pero al final fue esa tranquilidad de estar segura de lo que estás haciendo y si te equivocas, no pasa nada, es normal, nunca lo has hecho, ya está.

—¡Qué orgullosa se sentiría tu madre de ver lo unidas que estáis!

—Sí, la verdad que sí, hizo muy buen trabajo. Mi padre y Bertín también porque, al final, si no hubiese sido porque ellos pusieron de su parte cada uno, esta unión no sería posible. 

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"Un momento mágico fue cuando vi a mis testigos en los primeros bancos, todas con mis estampados, ya que no había visto cómo habían quedado muchos de los vestidos. Fue muy emocionante"

—¿Qué fue lo primero que te dijo tu padre, cuando te vio vestida de novia? ¿Se emocionó mucho?

—Un poco sí. Él llegó pronto y trajo su cámara, que ya sabes que no podía faltar, y me estuvo haciendo fotos también, mientras me maquillaban y peinaban para recordar el momento, que fue muy bonito. Él había visto el vestido en la penúltima prueba, pero le encantó, como si hubiera sido la primera vez, me dijo que estaba muy guapa.

—Los días previos, vivisteis juntos también momentos muy especiales, padre e hija: él fue a la prueba del vestido, tú le acompañaste a recoger el chaqué, y aquella libélula que se posa sobre ti, precisamente en este momento, con ese significado tan especial…

—Totalmente. Mi segundo traje tenía bordadas tres libélulas y, además, tengo una tatuada. 

—¿Qué has sentido al llegar a la catedral, mientras recorrías el pasillo hacia el altar, y veías a Santi esperándote?

—Iba muy tranquila y disfruté mucho del momento viendo las caras familiares, a la gente que me quiere y a la que quiero. Ese y el vals eran los momentos que más nerviosa me ponían al pensarlo, por el miedo escénico de ser el centro de las miradas de 400 personas, eso siempre da un poco de vértigo; pero estuve mucho más tranquila de lo que pensaba y, además, tenía a mi padre al lado. Un momento muy mágico fue cuando vi a mis testigos en los primeros bancos, todas con mis estampados, ya que no había visto cómo habían quedado muchos de los vestidos. Fue muy emocionante ver a mis mejores amigas, mis primas y mis hermanas sonriéndome y vestidas con algo que has hecho para ellas, en lo que has trabajado tanto y en un momento tan importante. Y de repente ver a Santi… pensé: 'Qué suerte tengo'. 

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Ana Cristina con sus hermanas, que lucieron estampados creados por ella misma. Claudia, la pequeña, con un vestido largo de cuello caja y manga larga, en crepé de China de seda y en un juego de verdes, confeccionado por Jorge Acuña. Alejandra, en ocre dorado, con dientes de león en seda de satén y corte oriental. Y Eugenia, con un sorprendente corte de pelo 'pixie' de manos de Llongueras, y un vestido palabra de honor y falda capa en crepé de China de seda con estampado de jazmines

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La novia, preparándose con sus hermanas

Muy alegre

—A él se le vio muy sonriente y feliz mientras te esperaba.

—Sí, Santi es así, él estaba muy feliz, es una persona muy alegre.

—La ceremonia fue muy emocionante.

—Fue entrañable y divertida. El sacerdote fue capaz de mantener la atención de todos los asistentes dando consejos muy valiosos para todos los que estábamos ahí.  

—Hubo un momento en que las lágrimas afloraron.

—Soy muy sensible y sentimental, y sí, hubo momentos en que afloraron las lágrimas. Obviamente, en la petición de mi hermana Claudia (se recordó a su madre, Sandra), y también después de la comunión, le recé y me emocioné mucho. 

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—En tu bata, el ramo, los bordados del segundo vestido… llevabas muy cerca de ti y muy presente a tu madre y a tus seres más queridos. ¿Te has sentido arropada?

—Sí, mucho. Es lo que te decía, estaba rodeada de toda la gente que me quiere. Estar bailando y mirar hacia cualquier lado y que siempre haya una amiga cerca o una hermana es una sensación impresionante. 

—¿Cuál ha sido para ti el momento más emotivo de la boda?

—La ceremonia religiosa. Fue muy emotiva, es un momento muy especial, un momento de reflexión.

—¿Y el más divertido? Porque también te reíste mucho.

—Sí, me reí mucho… Pues te diría que el momento en que di las flores, porque no entregué el ramo en sí, sino que di flores sueltas a mis amigas, dos a cada una. Intentar jugar al despiste, para que no supieran que iba hacia ellas, fue muy divertido. Porque, además, tenía una amiga que me decía: 'Ana Cris, ¿de verdad que no me vas a dar?'. Y yo: 'No, no te lo voy a dar'. Entonces, se lo di a todo el mundo, pasé por su mesa y di alguna, y ella mirándome… Me fui, volví… y ya después, fui por detrás y le di con la flor en la cabeza —ríe— y se emocionó.

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La novia retratada por su padre, Fernando Portillo

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Los novios muy sonrientes junto a Bertín Osborne

—¿Quién te hizo especial ilusión que estuviera contigo en ese día? 

—Mis invitados estaban ahí porque realmente me hacía mucha ilusión que estuviesen. Al final, hacer una lista de invitados es muy difícil y creo que la hicimos muy bien.

—Estabas muy guapa. ¿Conseguiste el efecto que querías, no sentirte disfrazada?

—Mi inspiración, desde niña, siempre ha sido este estilo de vestido y se lo dije a Jorge. Fue capaz de plasmar el traje de novia de mis sueños, siempre pensé que tendría que renunciar a algo, y consiguió que tuviera todo lo que siempre había deseado. Me sentía muy identificada, muy yo, no me he sentido disfrazada ni interpretada. 

—¡Luego terminaste cortando el vestido!

—Las capas —ríe—. Hice un pequeño corte y las rasgué para poder bailar bien el vals, no tener que estar sujetando y que al mismo tiempo tuviesen movimiento al bailar. Y después del baile, me cambié de vestido para la fiesta. 

—¿Bailaste mucho en la fiesta?

—Muchísimo. Creo que Santi y yo no hemos bailado más en nuestras vidas. Y además es una alegría ver a la gente disfrutando tanto. Al final, lo que nosotros queríamos era que todo el mundo se lo pasara bien, disfrutara y estuvieran cómodos y creo que lo hemos conseguido. Todas mis amigas pegando botes, mis hermanas, toda mi familia… La verdad es que estoy muy contenta porque fue muy divertido.

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"La boda fue incluso mejor de lo que había imaginado. Pensé que iba a ser mucho más estresante, pero tuve muchos momentos tranquilos, de poder sentarme, observar y disfrutar lo que estaba viviendo"

—Tus hermanas estaban espectaculares, cada una en su estilo.

—Estaban impresionantes, sí, cada una en su estilo y me encantó. Hubo un momento en que estábamos todas en el cuarto de mi madre, preparándonos con los trajes colgados, y decíamos: '¡Qué fuerte, lo diferentes que somos en estilo!'

—Como has dicho, tienes tres familias. ¿Qué significó para ti reunir a tus tres familias el día de tu boda?

—Es una suerte, es muy difícil que pase y por eso me hizo muchísima ilusión estar con ellos, bailar con ellos…

—¿Qué te dijo Bertín cuando os encontrasteis?

—Nos dio la enhorabuena a Santi y a mí, me dijo que se sentía muy feliz, que qué bien estar con nosotros este día y yo estaba muy contenta de que viniese.

—¿Fue el día de tu boda como lo habías imaginado?

—Creo que fue incluso mejor. Pensé que iba a ser mucho más estresante, pero tuve muchos momentos tranquilos, de calma, de poder sentarme, de poder observar y disfrutar lo que estaba viviendo. De sentir. Cuando estábamos sentados en la mesa, Santi y yo decíamos: qué suerte, qué alegría tener aquí a la gente que quieres y en un sitio tan bonito y tan especial con esas flores maravillosas. Aunque hubiera mucha gente, es mi casa, donde yo me he criado. Y quería que la gente se sintiera así, como en casa, que fuera una boda familiar, sencilla, muy personal y especial, llena de detalles, de las cosas que a nosotros nos gustan. Desde los meseros al menú, con mis platos favoritos, o los bombones Lindt, que me encantan.