Hubo un tiempo en España en el que el nombre de Nevenka copaba titulares día sí y día también en un debate encarnizado que hoy se libraría en términos completamente distintos. Mucho ha cambiado aquel país al que 24 años después regresa la que fuera edil del ayuntamiento de Ponferrada. Vuelve con la misma discreción con la que se fue después de enfrentarse a infinitos estamentos de la sociedad tras denunciar por acoso sexual al entonces alcalde de su ciudad, Ismael Álvarez. La película de Icíar Bollaín, Soy Nevenka, le ha devuelto su historia, la ha traído de nuevo a su país -aunque sea temporalmente- y le ha brindado la ovación cerrada del público del Festival de San Sebastián, donde, no obstante, ha evitado posar en la alfombra roja.
Era un caso inédito en la esfera pública, tanto por el paso adelante de la víctima como por la relevancia política del denunciado. Todo ello desató un boom mediático que Nevenka lidió como pudo hasta que no pudo más. La Justicia le terminó dando la razón tras un duro proceso que la acabó aislando en su propia ciudad. Tras abandonar el ayuntamiento de Ponferrada, donde había sido concejal de Hacienda, no consiguió encontrar trabajo. El estigma acabó pesando más que la sentencia que la avalaba, por lo que fue ella, y no su agresor, quien abandonó España para comenzar una nueva vida en Reino Unido.
Su primer destino fue Chester, un pueblo llamado Wrexham al que se fue en principio por tres meses, pero acabó encontrando la tranquilidad que tanto necesitaba junto a su pareja Lucas, su gran apoyo desde entonces. Allí consiguió trabajo en una fábrica de pollos y después en un Fish and Chips. No fue ningún problema para ella, licenciada en Económicas y con experiencia en la administración pública, ponerse tras la barra de un establecimiento. Era feliz, mejoraba su inglés y pasaba página de un capítulo doloroso del que la sociedad tardaría aún décadas en resarcirle.
Finalmente, recaló en Irlanda, donde creó un hogar junto a Lucas y los mellizos que tuvieron, a los que llamaron Neo, por el protagonista de Matrix, y Lee, por el famoso actor Bruce Lee. En Dublín tiene ahora su vida y un trabajo en la empresa de aeronáutica Airbus, donde al fin valoraron su currículum y nada más. Entre tanto, Nevenka, con ayuda, ha ido gestionando y superando su dolor y España, evolucionando. No se plantea mudarse de nuevo a su país, pero al menos recibe aplausos y no murmullos a su alrededor.
Ya en 2004, Juan José Millás arrojó luz a la historia en el libro Hay algo que no es como me dice: el caso de Nevenka Fernández contra la realidad, donde recoge su testimonio y la crónica del proceso judicial. 17 años más tarde la productora Newtral lanzó un documental sobre su caso que volvía a ponerlo en la palestra, pero también obligaba a revisitarlo ya con la mirada del siglo XXI. Ahora, la película de Icíar Bollaín lleva al cine la historia que a Nevenka aún le cuesta contar en público, porque no es muy amiga ni de las entrevistas ni de hablar de sí misma. Al final su voz, sea en la forma que sea, más de dos décadas después ha sido escuchada.