Mohammed Al Fayed con la reina Isabel II de Inglaterra© Getty Images

Nuevas claves sobre las escalofriantes denuncias a Mohamed Al-Fayed

El enigmático magnate con una doble y oscura vida que declaró la guerra a los Windsor


29 de septiembre de 2024 - 8:47 CEST

Hasta ahora, a Mohamed Al-Fayed se le conocía no solo por la cuantiosa fortuna que había amasado a lo largo de su larga vida –fue propietario de los almacenes Harrods y del Hotel Ritz, de París, entre otros negocios–, sino también por ser el 'padre coraje' que enfrentó a la Corona británica para saber la verdad detrás de la muerte de su hijo Dodi Al-Fayed y de Diana de Gales, en el túnel del Alma, la trágica madrugada del 31 de agosto de 1997. Sin embargo, esa imagen se ha visto totalmente empañada tras una investigación liderada por la BBC en la que decenas de mujeres han hecho públicas sus denuncias al magnate, fallecido a los noventa y cuatro años el 30 de agosto de 2023, por violación y continuos abusos sexuales. 

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Hasta ahora, a Mohamed Al-Fayed se le conocía no solo por la cuantiosa fortuna que había amasado a lo largo de su larga vida, pero ahora su imagen se ve empañada tras las denuncias que decenas de mujeres

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Dodi, hijo de Mohamed Al-Fayed, quien perdió la vida -junto a Diana de Gales- en un trágico accidente la madrugada del 31 de agosto de 1997

La sociedad británica está conmocionada con el curso de las investigaciones. Lo que comenzó como el testimonio de unas pocas mujeres para el documental y podcast Al-Fayed: depredador en Harrods ha acabado siendo la punta del iceberg de un intrincado caso de abusos y silencios comparable con el del productor de Hollywood Harvey Weisntein quien, en la actualidad, cumple condena en la prisión de Rikers. 

Con toda esta tormenta mediática, los grandes almacenes más famosos del Reino Unido, cuya historia se remonta a los tiempos de la Reina Victoria, vive sus días más oscuros. Los actuales dueños han asegurado que se sienten "absolutamente consternados" por las acusaciones a Mohamed Al-Fayed, propietario de la firma de 1985 a 2010. Aunque saben que es tarde para ello, se han disculpado con las víctimas, en su gran mayoría, trabajadoras de la compañía, a quienes, según han dicho, no supieron proteger. 

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La princesa Diana con el príncipe Carlos durante la Copa de Polo de Harrods. Al lado, Mohamed Al-Fayed

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El magnate, junto a la reina Isabel II de Inglaterra

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Una imagen de archivo de Mohamed Al-Fayed

Desde que se comenzó a tirar de este escandaloso hilo, no deja de aumentar el número de denunciantes, situándose en estos momentos en torno a las treinta y siete mujeres, de las cuales cinco han confirmado que fueron violadas por el magnate. A medida que pasan los días, la bola de nieve se hace mayor y los escalofriantes relatos de las presuntas víctimas sorprenden no solo por la dimensión del delito, sino porque este haya podido permanecer oculto hasta ahora. Si bien es cierto que hay quien dice que la conducta inapropiada de Mohamed Al-Fayed con sus empleadas era un "secreto a voces", hasta estos días pocos habían alzado la voz para denunciarlo y, quienes lo hicieron, no lograron la repercusión mediática que querían.  

En la actualidad, varios empleados y exempleados se han atrevido a contar lo que vieron y vivieron durante las décadas del poder absoluto de Mohamed Al-Fayed en Harrods. Tony Leeming, gerente de 1994 a 2004, ha declarado al respecto: "Yo era consciente del abuso a las mujeres cuando trabajé en los almacenes […]. Ni siquiera era un secreto". Sin embargo, Leeming ha dejado claro que nunca sospechó el extremo al que había llegado el multimillonario y que, por lo tanto, desconocía la existencia de agresiones físicas y violaciones, aunque sí se había percatado de su excesivo gusto por algunas de sus trabajadoras: "Si yo lo sabía, todo el mundo lo sabía. Quien diga que no, miente. Lo siento". 

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Una imagen de los almacenes Harrods

Eamon Coyle, detective de Harrods y subdirector de seguridad de la firma de 1989 a 1995, no se ha quedado atrás en sus apreciaciones: "Éramos conscientes de que tenía un interés muy fuerte por las chicas jóvenes". 

Por su parte, Michael Ward, quien trabajó cuatro años con Mohamed Al-Fayed y quien fue nombrado por él el actual director general de Harrods, ha hecho pública la siguiente declaración: "[Mohamed Al-Fayed] dirigió esta empresa como su feudo personal. Ahora está claro que estableció una cultura tóxica de secretismo, intimidación, miedo a represalias y conducta sexual inapropiada". Ward, al igual que Leeming, ha aclarado que "no estaba al tanto" de hasta dónde podía llegar el poder omnívoro de su jefe.

Quienes sí lo sabían, y lo han manifestado en la mayoría de los casos de forma anónima, han sido las mujeres que han narrado, algunas frente a las cámaras y otras detrás de ellas, su terrorífica y traumática experiencia tras ser cuidadosamente "seleccionadas" y "elegidas" por el todopoderoso Mohamed Al-Fayed.

Su 'modus operandi'

Bruce Drummond, uno de los abogados que representa a varias de las mujeres que están alzando la voz contra los abusos cometidos por el multimillonario Al-Fayed, ha descrito así la situación en Harrods: "La telaraña de corrupción y abuso en esta empresa era increíble y muy oscura". Muchos exempleados, sin querer revelar su identidad, coincidieron en el 'modus operandi' de Mohamed Al-Fayed: recorría los pasillos de las distintas plantas de Harrods y buscaba a aquellas empleadas que le resultaran más atractivas. De inmediato, las ascendía y se las llevaba a trabajar a sus oficinas, a muchas como asistentes personales. Una testigo, que ha preferido mantener su anonimato, reveló un dato escalofriante: "Todas nos mirábamos al cruzar esa puerta pensando: 'Pobre niña, hoy eres tú', y nos sentíamos completamente impotentes para detenerlo". 

Una vez elegida la 'víctima', según relatan testigos oculares de los hechos y las propias mujeres que sufrieron los abusos, comenzaba la pesadilla. Presuntamente, las agresiones se produjeron no solo en las oficinas londinenses de Harrods, sino también en el lujoso apartamento que Mohamed Al-Fayed tenía en el exclusivo barrio de Mayfair, en el hotel Ritz de París, propiedad suya, o en algún destino como Abu Dhabi o Saint-Tropez. 

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Dean Armstrong, otro de los letrados que asesora a las demandantes, no dudó en calificar a Al-Fayed de "monstruo", un apelativo que recuerda de inmediato al usado para referirse, entre otros, a Jeffrey Epstein y Harvey Weinstein. Además, Armstrong ha dado un paso más y pone el dedo acusador no solo en el difunto Mohamed Al-Fayed sino también en la política de su empresa: "Creemos que el sistema no solo permitió, sino que posiblemente facilitó el abuso sexual generalizado". 

Una vez más, si se confirman todos estos aspectos, sorprende que alguien pudiera mantener durante tantos años esa doble vida: por una parte, Mohamed Al-Fayed tenía fama de encantador y respetable, de empresario hecho a sí mismo, sociable, divertido y curioso; y, por otra parte, mantuvo durante décadas ese lado oscuro y sórdido, que asusta e inquieta. 

La ley del silencio

Aunque es cierto que no es la primera vez que se ha vinculado su nombre con denuncias por abusos sexuales, sí parece ser que, ahora, por primera vez se está atendiendo jurídicamente a las víctimas, cuyo número no hace más que crecer. Desde 1995, se sospechaba que Mohamed Al-Fayed podía haber protagonizado comportamientos inapropiados. En 1997, a través de la cadena ITV, se dio voz a algunas de sus posibles víctimas, que volvieron a encontrar eco en Channel 4, en 2017, pero siempre había algo que lograba acallar los rumores y dejaba que estos se quedaran en eso, simples rumores

Mientras vivió, el poder de Mohamed Al-Fayed fue intocable, y sus presuntos delitos quedaron impunes. Tras su muerte, el miedo que había impuesto a lo largo de los años desapareció y, con él, la ley del silencio que hizo respetar en torno a su persona. 

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Una de las presuntas víctimas de Mohamed Al-Fayed

Siempre fue un misterio su vida anterior a 1964, fecha en la que llegó a Gran Bretaña. Unos dicen que comenzó vendiendo refrescos por las calles de Alejandría; otros que ofrecía de casa en casa máquinas de coser; después, se casó con Samira Khashoggi, hermana de un conocido traficante de armas y se convirtió en asesor del sultán de Brunéi; decidió añadir el artículo Al- a su apellido para que este sonara más noble; coqueteó con la Familia Real británica, aunque los Windsor siempre lo tuvieron bajo sospecha; luchó infructuosamente por descubrir la verdad detrás de la muerte de su heredero, Dodi Al-Fayed, y de quien podría haber sido su nuera, Diana Spencer; y forjó una fortuna de 2.200 millones de euros, según Forbes, dinero que dejó a su muerte. 

En el documental de la BBC, una mujer dice que para Al-Fayed todos los trabajadores de Harrods eran sus "juguetes": "Estábamos muy asustados. Cultivó activamente el miedo. Si decía 'salten', los empleados solo hubiéramos preguntado: '¿A qué altura?". El silencio que tantas personas mantuvieron todos estos años se debió al temor que tenían a las represalias. Mohamed Al-Fayed se creía intocable y todos pensaban que tenía el poder de salirse siempre con la suya. Sin embargo, su imagen de hombre respetable se tambalea; si se confirman todos los duros testimonios que hay en su contra, podríamos ver cómo se hunde para la posteridad.