"No soy la novia clásica ni la novia que estamos acostumbrados a ver últimamente. Pero no soy una novia rompedora. Creo que voy muy 'yo', que al final es lo más importante", nos decía Ana Cristina Portillo en vísperas de su boda con el ingeniero industrial Santiago Camacho. El gran día ha llegado y la hija pequeña de la inolvidable Sandra Domecq se casa en la Catedral de Jerez de la Frontera, el mismo templo donde fue bautizada y recibió la primera comunión, acompañada por su padre, el empresario y fotógrafo gaditano Fernando Portillo, el emocionado padrino que la lleva al altar. Hace tan solo unos días, el 17 de septiembre, la feliz novia nos contaba, en la fiesta organizada por el 80 aniversario de ¡HOLA!, lo entrañable que había sido vivir junto a él una de las últimas pruebas de su vestido ese mismo día.
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Ana Cristina se ha vestido de novia en un lugar con un significado muy especial y cercano a su corazón: en la finca Santiago, la casa de su madre, y por tanto la suya, llena de recuerdos para ella y sus hermanas, Alejandra, Eugenia y Claudia Osborne. Allí pasaron algunos de los mejores momentos de sus vidas junto a su madre y al resto de la familia y allí también las tres celebraron sus enlaces.
Las cuatro se han preparado desde primera hora de la mañana entre risas, complicidad y mucha emoción antes de quedar desvelado el secreto mejor guardado de la novia: su vestido. En muselina de seda, tiene cuerpo asimétrico drapeado, bordados en plata realizados a mano sobre éste y cuatro grandes capas traseras que sustituyen al velo. Ana Cristina es una novia diferente y con mucha personalidad, como también, cada una en su estilo, lo fueron sus hermanas. Tenía muy clara la inspiración: la Grecia clásica. Le apasiona y se siente muy identificada con el estilo "por lo que optamos por la asimetría en el escote, un drapeado realizado a mano que recordase a la técnica de Fidias, un bordado realizado a mano por Victoria, de Luneville, que diese textura, relieve y luz, un tejido muy ligero y vaporoso, grandes capas que dotasen de movimiento a la silueta, además de hacer de cola y sustituir al velo", nos cuenta Jorge Acuña @jorgeacunaofficial. Completa su look con pendientes de Rabat chandelier de RABAT, diamonds de oro blanco con diamantes en talla pera y brillante; y unos sencillos zapatos plateados de Stuart Weitzman.
Con la premisa de ser ella misma y no sentirse disfrazada, la artista y diseñadora llamó a su gran amigo en Semana Santa para contarle la noticia y pedirle que diseñara el traje. "Quiero mucho a Ana Cristina, así que me alegré muchísimo por ella y me sentí muy honrado porque quisiera confiarme la creación de su vestido de novia", nos dice. Se habían conocido tiempo atrás a través de Claudia y Eugenia, a quienes había vestido en otras ocasiones y habían entablado una buena amistad. "Cuando vino Ana Cristina a mi atelier por primera vez me impresionaron mucho su madurez, su dulzura y su belleza. Pronto nos hicimos muy amigos también y sí, he tenido la suerte de vestirla en muchas ocasiones".