Se ha desarrollado todo el proceso a puerta cerrada, un secretismo que no ha permitido conocer ninguna de las declaraciones que se han desarrollado ante el juez. La familia Murdoch ha puesto fin esta semana al proceso judicial que pone en jaque la herencia del magnate mediático Rupert Murdoch, de 93 años. En lid dos frentes: el formado por Rupert y su hijo Lachlan y el que componen los otros tres hijos mayores del empresario, James, Elizabeth y Prudence. El objetivo, hacerse con el control de las cabeceras y canales de televisión más prestigiosos de Australia y Gran Bretaña.
Los juzgados de Nevada tienen en sus manos la decisión de modificar el fideicomiso que en su día estableció el empresario y que repartía a partes iguales entre sus cuatro hijos el control sobre su legado. Un derecho a voto que ahora quiere dejar en manos de Lachlan, garante en su opinión de la línea ideológica que él ha marcado en sus publicaciones. El resto de sus hijos, pese a que están implicados de distinta manera en la gestión del imperio familiar, no están de acuerdo.
La última palabra en el proceso pasa ahora por las recomendaciones del supervisor de sucesiones del Estado, que hará un informe para que un juez local decida. El resultado puede demorarse durante meses y, dado que han querido mantener en secreto durante todo el proceso, no se sabe lo que ocurrirá con el resultado. Varios medios de comunicación protestaron contra el misterio de las actuaciones judiciales, añadiendo si cabe más polémica al caso.
No solo hay un imperio económico en juego, sino la relación de un padre con sus hijos y la de los hermanos, que sufrirá seguro sea cual sea el resultado. Más allá de las implicaciones que tiene para la familia, la trama, digna de uno de los capítulos de la magnífica serie Succession, tendría además efectos que pueden afectar a la esencia de las empresas que levantó Rupert Murdoch. Las diferencias ideológicas entre los hermanos podrían provocar que alguno de los medios de comunicación diera un giro en las tendencias de sus opiniones.
Es algo que por ahora no se contempla pues el patriarca tiene de momento la última palabra, el voto definitivo, en caso de desacuerdo en los asuntos empresariales. Fue precisamente para proteger sus ideas por lo que nombró a Lanchlan, de 53 años, como su sucesor cuando decidió retirarse de la primera línea de la gestión, hace un año. Actualmente Murdoch está centrado en su vida personal, pues se ha casado por quinta vez con Elena Zhukova, en junio de 2024. En su corazón y en dejar sus asuntos en orden para cuando no esté, una tarea que sin embargo podría y tristemente podría dejarle una gran herida personal complicada de curar en sus últimos años.