"Eres un pedazo de currante, te mereces todo lo mejor", le decia Sheila Casas a su hermano pequeño con enorme orgullo a principios de este verano. Un mensaje de admiración que llegaba después de que este mostrara su último cambio físico radical para meterse en la piel de un personaje. Óscar acababa de terminar del rodaje de El gran salto, el biopic de cinco capítulos donde encarna al mito de la gimnasia española, Gervasio Deffer. Como cualquiera puede imaginar, se trataba de un papel tremendamente exigente a todos los niveles.
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Tres meses después de terminar las grabaciones, el actor de 26 años nacido en Barcelona ha presentado este martes su miniserie en el Festival de Cine de San Sebastián, junto al que fuera ganador de dos medallas olímpicas de oro en salto, en Sídney 2000 y Atenas 2004 respectivamente. Una producción que llegará el 17 de noviembre a la plataforma Atresplayer y que narra la vida del campeón, de su camino hacia el éxito y su posterior caída a los infiernos. Para interpretarle, Óscar ha tenido engordar, muscularse y después adelgazar, una transformación increíble que solo se consigue con mucho sacrificio.
Cuenta que fueron meses de duro entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), pero al mismo tiempo "fue una pasada" descubrir este deporte, cuenta. "Es fascinante, la pasión que hay y cómo se dejan la piel cada día", señaló el pasado mayo en declaraciones a El Periódico. "He intentado al máximo llegar a una meta, que era hacer en potro toda la carrera y la paloma con la caída clavándola. Pese a las dudas del principio, se ha conseguido. Son de estos regalos que la profesión, que es una marcianada, y dices: 'venga, vas a aprender esto ahora'", relataba.
No era esta la primera vez, ni mucho menos, que tanto Óscar como su hermano Mario tienen que modular su cuerpo de manera considerable para meterse de lleno en un proyecto. Los Casas se lo toman muy en serio y no hay más que ver los resultados de su esfuerzo. "He tomado de todo, pero muy natural. Un proceso bonito porque es un cambio corporal a lo ancho y comer es fantástico, se pasa bien", añadía el protagonista de títulos como Jaguar o El sueño de Iván.
Explicaba el actor que a mitad de la tramas de la miniserie veremos a otro Gervi, como todos llaman cariñosamente a Deffer, cuando el gimnasta ya se ha hecho mayor. Fue entonces cuando Óscar tuvo que bajar de peso drásticamente, por lo que su dieta se redujo de golpe. Antes de acometerlo, señalaba que "como llevo poco tiempo con esta musculatura, me deshincho rápido. Puede que eso ayude. Será duro, sí. No lo quiero ni pensar porque me agobia un poco", reconocía.
Antes de El gran salto, para interpretar a su personaje en la película Mi soledad tiene alas que dirigió Mario Casas, Óscar tuvo que raparse el pelo y quitarse ocho kilos. "Era necesario porque yo tenía un cuerpo más trabajado del boxeo y de comer sano, mientras que el personaje es un chico de barrio que come medio mal", comentó durante una visita de los hermanos a El Hormiguero en septiembre de 2023. "Es verdad que cuando comes poco por el personaje, la sensación de hambre que tienes todo el rato no te permite desconectar, al menos en mi caso", añadía.
En cuanto a su hermano mayor, el camino para hacer verosímiles ciertos roles no ha sido tampoco nada fácil, y el mejor ejemplo lo tenemos en El fotógrafo de Mauthausen (2018). Bajo la supervisión de una nutricionista, Mario llegó a quitarse 22 kilos y bajar de los 70. Sin embargo, "en un momento dado, mi doctora me dijo que parara, que ya no podía seguir" perdiendo peso, contó sobre aquel rodaje del film ambientado en un campo de concentración nazi. "Supuso pasar muchísima hambre, no comer casi y verte en el espejo tísico. Ahí sí que las mujeres, nada, ahí las espantaba", decía con humor.
Un aspecto demacrado que le provocó traumas alimenticios y puede dejar secuelas, por lo que hacer algo así no es nada recomendable según alertan los expertos en salud. "¡Solo pensaba en Donetes! Y ahora pues uno intenta en casa hacer dieta, cuidarse y tal y en la cabeza te da la ansiedad", recordó el actor. Antes, en Bajo la piel de lobo (2017), fue todo lo contrario y tuvo que coger bastante peso. "Estaba como una bestia y ¡ojo! Les gustaba más a las chicas. No sé si por el aspecto rudo de cazador o por qué", bromeaba.
El Practicante (2020) es otro de los largometrajes que ponen de manifiesto la metamorfosis absoluta de Mario Casas delante de la pantalla, cuando se preparó a conciencia tanto física como psicológicamente para dar vida a una persona parapléjica. "Quise hacerme un Christian Bale", señalaba sobre la transformación radical que tuvo la estrella de Hollywood para la película El Maquinista (2004), ya que él también interpretaba a un hombre consumido emocionalmente.
Cuatro años antes, en 2016, el mayor de los hermanos se puso como un auténtico Toro, precisamente el nombre de la película que protagonizó junto a Luis Tosar, José Sacristán e Ingrid García Jonsson. Nunca antes le habíamos visto tan fuerte, con los bíceps que parecían a punto de explotar. Sus sesiones de gimnasio le costó, y cualquiera hubiera pensado que interpretaría el personaje de un culturista. Sin duda, una prueba más del compromiso férreo que tiene con su profesión el ganador del Goya por No matarás (2020).