El artista Emilio Ferrer Espel dibujó, para nuestra cuarta portada, una elegantísima mujer frente al patio de butacas del Liceo de Barcelona. Y nada en esta ilustración fue elegido al azar: nuestro fundador, Antonio Sánchez Gómez, tenía una buena amistad con los dueños de los teatros y cines de Barcelona, y estos se habían convertido en los primeros anunciantes de la revista. Además, Emilio Ferrer Espel (1899-1970) trabajó toda su vida en la creación de escenografías teatrales y de cine. Esta portada simboliza, por tanto, mucho de lo que ¡HOLA! es: respeto y amor por la belleza, y generoso agradecimiento a quien merece agradecimiento. Nadie mejor, para recrear esta portada, que Nieves Álvarez. Desde la primera vez que se asomó a nuestra portada, en 1997, hasta hoy, su presencia siempre ha sido garantía de elegancia, de discreción y de amor por lo bien hecho.
—Nieves, estás espectacular. ¡Qué puesta en escena! ¿Cómo te has sentido al recrear nuestra portada del 29 de septiembre de 1944?
—Es un honor formar parte de este aniversario y recrear una de las primeras portadas de esta revista, que forma parte de la historia.
—¡HOLA! cumple ochenta años y, sin embargo, hay cosas que no cambian, como la belleza y la elegancia. ¿Cuál crees que es el secreto para que ¡HOLA! conserve la eterna juventud?
—El tratar la actualidad con veracidad, elegancia y respeto. ¡HOLA! siempre ha mostrado la vida de sus personajes desde un lado elegante. Sus páginas te acercan al mundo de la decoración y la moda, cuidando la belleza y la estética.
—A lo largo de los años, has protagonizado portadas y portadas de ¡HOLA! y nuestras revistas hermanas. ¿Con qué sesión disfrutaste más y cuál de ellas te resultó más complicada?
—¡Creo que soy la modelo más fotografiada en Alta Costura! Ha sido un auténtico regalo trabajar en esas producciones, con equipos tan profesionales. He tenido la oportunidad de llevar trajes que son auténticas obras de arte. Recuerdo una vez, a las cuatro de la mañana, en que estaba con Naty Abascal y Mario Sierra, fotografiando trajes en la place Vendôme y en las cúpulas de cristal de los hoteles... ¡Lográbamos fotos icónicas, porque todos le poníamos una gran pasión!
—Cuando protagonizas una sesión fotográfica para ¡HOLA!, ¿te gusta verla impresa y leer el reportaje de arriba abajo, o "sufres" al verte impresa en papel?
—Confío siempre en los equipos y en que elegirán las mejores fotos. Por eso, me gusta ver impreso el resultado final.
"¡Parábamos el tráfico en los Campos Elíseos y entrábamos a sitios sin permiso, pero, en cuanto decías que eran fotos para ¡HOLA!, te abrían todas las puertas!"
—Hace tres años, por el Día de la Madre, posaste junto a tu hija Bianca. ¿Le diste consejos para ponerse frente a la cámara?
—Los consejos se los daba Mario Sierra… Yo solo le decía que se divirtiese.
—¿Cómo fluyó aquella sesión tan importante?
—Se realizó por un especial del Día de la Madre. Cuando ¡HOLA! me lo propuso, lo primero que hice fue preguntarle a Bianca. Después, solo pedí que se hiciera la sesión con un equipo que conociera, para sentirse más cómoda. Tanto Naty Abascal como Mario Sierra y Bea Matallana son de la familia, así es que para ella fue como un juego.
—¿Sigues algún "ritual" para leer ¡HOLA!?
—Un ritual como tal, no, pero siempre son momentos de relax y café.
—¿Qué sección es tu favorita?
—Me encantan las primeras páginas, esas maravillosas casas.
Siempre juntos
—Tu vida profesional y personal han estado muy ligadas a nuestra revista. ¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota divertida?
—¡Tengo millones de anécdotas como para escribir un libro! Cuando vuelvo a ver una foto, me vienen miles de recuerdos de lo que hicimos para conseguirla. ¡Parábamos el tráfico en los Campos Elíseos y entrábamos a sitios sin permiso, pero en cuanto decías que eran fotos para ¡HOLA!, te abrían las puertas!
—Celebraste, con un posado espectacular, tus treinta años como modelo, y lo hiciste enamorada y en un gran momento personal. Desde el lugar donde estás ahora, ¿Qué le dirías a la Nieves Álvarez aventurera que, en 1994, conocía a Yves Saint-Laurent en París?
—Le diría: "¡Brava, Nieves!".