Día de absoluta tristeza y muchos recuerdos el que han vivido este sábado Gunilla von Bismarck y su hijo Francisco, arropados por familiares y amigos en el funeral de Luis Ortiz. El que fuera emblema de la jet set marbellí de la década de los ochenta, quien fallecía el pasado lunes a los 74 años debido al cáncer de próstata que padecía, recibía el último adiós por parte de sus seres queridos y allegados en esta jornada marcada por el dolor tras su pérdida.
La aristócrata alemana, visiblemente afectada, llegaba con los suyos hasta la iglesia Virgen del Rocío ubicada en la localidad de San Pedro Alcántara, en el municipio de Marbella (Málaga), donde se ha celebrado una misa en honor a su exmarido. Su vástago, al que todos llaman Fran, acudía por su parte con su mujer, la abogada Elisabet Dutú, y sus dos niños en común, que uno se llama como el padre y otro como el abuelo: Francisco y Luis.
Vestidos de riguroso luto y con semblante serio, todos ellos han recibido el apoyo y los ánimos de quienes querían despedirse del difunto, como era el caso de Hubertus de Hohenlohe. "Fue una gran persona que dio mucha alegría a la ciudad", destacaba el hijo de Ira de Fürstenberg a las puertas de la parroquia. "Era insustituible, buena gente y muy entrañable", ha añadido en declaraciones a Europa Press. Su tía, la princesa Teñu, así como Pablo de Hohenlohe y su mujer, María del Prado, tampoco han faltado al acto íntimo y privado.
Otros asistentes eran María Luisa de Prusia, Francisco Joaquín de Borbón von Hardenberg, hijo del duque de Sevilla; Sandro Gamazo, marqués de Belvís de las Navas; el seleccionador del equipo español de baloncesto, Sergio Scariolo, con su esposa Blanca Ares; así como el hostelero Yeyo Llagostera junto a su esposa Karine Maeck.
Este último, quien formó parte de la mítica pandilla que marcó la vida nocturna de la época dorada marbellí, los Chorys, ha contado lo que Luis Ortiz significaba para él: "Mucho más que un amigo desde el colegio. Era un compañero de viaje todo el tiempo al lado y con confianza ciega el uno en el otro". Por ello, tras su muerte, reconocía Yeyo que "ahora me he quedado cojo".
También han acudido a la cita de esta mañana la alcaldesa de la ciudad, Ángeles Muñoz; el doctor Alfonso Cabeza, la periodista Rosa Villacastín, o la hija de Julián Muñoz y Mayte Zaldívar, Elia, acompañada esta por su marido Raúl Barriocanal. Antes de eso, veíamos llegar el coche fúnebre con los restos mortales del difunto, al igual que numerosas coronas de flores en su honor que algunos operarios iban portando hasta el interior del templo.
A las puertas del recinto, bajo un cielo de sol y nubes con temperaturas agradables de unos 23 grados, era Francisco José Ortiz el encargado de recibir uno a uno a la gente que hasta allí se ha desplazado. Posteriormente, una vez terminado el servicio religioso, salía el féretro del exmarido de Gunilla von Bismarck cubierto por una bandera nacional, hasta el cual se han acercado algunos de los presentes para darle un beso.
Con lágrimas en los ojos, la mujer que encarnó como nadie aquellos años de máxima efervescencia en Marbella ha tenido que separarse irremediablemente de su gran compañero de vida, al cual recordaba hoy de esta manera. "El hombre más divertido y alegre que conocí nunca", decía ante a la prensa la condesa germana a la salida del funeral.
"El ha sufrido mucho estos dos últimos meses, y estoy enormemente triste pero también aliviada", reconocía también sobre la dura enfermedad que marcó la etapa final de Luis, quien murió a principios de esta semana en el hospital Quirónsalud del municipio andaluz. "52 años juntos", rememoraba sobre el tiempo que estuvieron sin despegarse el uno del otro, a pesar de haber firmado el divorcio sobre un papel.
Su hijo Fran también ha dedicado unas palabras a su padre, definiéndole como "único" cuando le preguntaban por su figura. Al mismo tiempo, asentía emocionado sobre lo querido que era este, tras ser testigo de la afluencia de personas que han acudido a la misa. Una jornada que, por último, culminaba con una suelta de globos al aire para honrar la memoria de su progenitor.