Lucía Rivera, después de cuatro meses de trabajo en Milán, ha vuelto a España sin miedo a nada y dispuesta, literalmente, a tirarse a la piscina. La modelo, que acaba de cumplir veintiséis años, recrea la divertida portada del número 3 de ¡HOLA!, publicada el 16 de septiembre de 1944, mientras sigue trabajando sin descanso en su vocación: el mundo de la moda. Acostumbrada a la vida nómada que requiere su profesión, y con ese toque camaleónico que exigen las pasarelas, Lucía Rivera se ha forjado un nombre más allá de nuestras fronteras. Y aunque está muy orgullosa de su madre, Blanca Romero, y de quien toda su vida ejerció de padre, Cayetano Rivera, triunfa por sí misma y no por ser 'hija de'. Nadie le ha regalado nada. Prueba de lo anterior, esta sesión fotográfica en la que, literalmente, vuela para conseguir la imagen perfecta, dando vida a esta ilustración histórica de Emilio Ferrer.
—¿Qué ha supuesto para ti recrear una portada tan icónica de ¡HOLA!?
—Una portada siempre ilusiona, y más aún recrear una tan antigua y tan bonita.
—¡Estás impresionante como nadadora de los años cuarenta! ¿Cómo fue la sesión de fotos?
—¡Muy divertida! Trabajar con Valero Rioja siempre es una gozada y el equipo ha sido muy familiar. ¡Me encantó!
—¿Qué tiene ¡HOLA! de especial para ti y para la gente de tu generación? ¿Por qué os gusta aparecer en nuestras páginas?
—Creo que tenéis algo especial que hace que siempre nos acompañéis.
—¿Tienes alguna anécdota divertida o especial con ¡HOLA!?
—Desde el cole, me acostumbré a que mis compañeros me reconocieran porque sus padres leían el ¡HOLA! Ahora son ellos los que la leen.
—¿Algún otro recuerdo vinculado a nuestra publicación?
—Sí, de niña vivía enfrente del edificio de ¡HOLA! y José Antonio Olivar (subdirector en aquellos años) venía a verme, porque siempre comía el menú del bar de abajo. Recuerdo que le di una revista que yo había realizado para el colegio. ¡Le tenía mucho cariño!
—Hace un año, publicaste tu libro Nada es lo que parece, unas memorias muy sinceras en las que, entre otras cosas, escribías que habías estado 'obsesionada por ser una niña normal'. ¿Qué significaba para ti ser "normal"? ¿Has superado esos momentos?
—Según crezco, me doy cuenta de que soy más normal de lo que pensaba. ¡La vida te lo enseña! El libro se sigue vendiendo y recibo muy buenas críticas. Eso me hace muy feliz.
—¿Podrías repetir la experiencia de escribir?
—¡Seguro! Pero esta vez no sobre mi vida, sino una novela.
—¿Qué noticias, sobre tu vida profesional y personal, te gustaría leer los próximos años en nuestras páginas?
—Prefiero las noticias en torno a mi vida profesional. ¡Cada vez protejo más la personal! Me encantaría leer que con treinta años sigo trabajando de modelo, porque el mundo de la moda no solo acepta a chicas jóvenes. ¡Eso me da vértigo!
—Y hablando de leer, ¿cómo lees nuestra revista?
—Siempre he sido de leerla en la peluquería, en el avión… De robársela a mi abuela en casa. ¡Me acompaña siempre!