Recién reconocida su ceguera y afiliado de la ONCE, Luis Canut habla con ¡HOLA! con una vitalidad desbordante. También es verdad que hace un año que el marido de la presentadora y naturópata Patricia Pérez ponía fin a cinco meses de hospitalización por una meningitis criptocócica —un hongo habitual en las heces de las aves— y tenía secuelas de todo tipo: de visión, auditivas, de movilidad, de comprensión… Por eso, Luis solo quiere avanzar y pensar en su adaptación. "En la ONCE me han recibido con los brazos abiertos y me han dado muchísimo apoyo", nos cuenta. "Lo primero, te explican en qué te pueden ayudar y te preguntan por tus necesidades. Luego, dan cursos de rehabilitación para manejarte sin ver: comer, servir agua, reconocer las monedas…", nos continúa diciendo, antes de que Patricia apostille: "Allí trabajan por su integración en la sociedad y ofrecen apoyo emocional. Ahora le están enseñando a utilizar el bastón".
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—¿Cómo te manejas con el bastón?
LUIS.—Ya bastante bien. Cada vez más independiente, aunque no he terminado el curso.
PATRICIA.—Le da muchísima seguridad.
L.—También ayuda a mi entorno, para que sepa que no veo. La gente es muy amable por la calle y ayuda. Mi discapacidad saca lo amable de la gente.
—¿Qué visión tienes actualmente?
L.—Del ojo derecho no veo y del izquierdo tengo una nitidez del 0.02. Tengo alrededor de un cinco por ciento de visión. No tengo visión ni frontal. Por eso, no puedo reconocer ningún rasgo de nadie ni de nada. Veo luz y algunas figuras.
—Hablas de tu situación con una vitalidad…
L.—En la ONCE he aprendido que es muy difícil salir del armario de la discapacidad. Todo lleva un proceso de aceptación y, muchas veces, es lo más complicado. Yo estoy muy orgulloso y contento de ser quien soy actualmente. Al final, quiero que me trates como a uno más. Si lo normalizo yo, lo va a normalizar todo el mundo más fácil.
—¿Sigues con terapia y tratamiento?
L.—Sí, sigo con el plan de rehabilitación de mi neurólogo para la recuperación de mi cerebro. Toco la batería para la coordinación e independencia de mis cuatro extremidades, ya que mi lado derecho lo tuve casi paralizado. Y toco el piano para ganar concentración y memoria. También nado y medito, que el cerebro necesita tranquilidad para desinflamarse. Luego, sigo con cortisona y medicamentos para la levadura. Neurológicamente, no estoy dado de alta. Me hacen resonancias y controles.
—¿Tu caso está estabilizado?
L.—Sí. Pero todavía tengo que pelear para que vaya bajando todavía más la inflamación del cerebro, que tarda dos años en hacerlo. Sigo con mis problemas auditivos, pero convivo con ellos.
P.—Él oye poquito de un oído y del otro, menos. Se sigue esforzando cada día.
L.—No estaría donde estoy si no fuese por Patricia. El papel del cuidador es fundamental y muy desagradecido. Es muy duro cuidar a una persona que quieres y hay casos muy difíciles. Se me saltan las lágrimas cuando pienso en lo que ha sufrido Patricia y que yo no la he podido ayudar.