Fue el pasado 30 de agosto cuando Daniel Sancho, de 30 años, hijo del actor Rodolfo Sancho, era condenado a cadena perpetua por el asesinato premeditado del cirujano colombiano Edwin Arrieta y trasladado a la prisión central de Surat Than, en Tailandia, considerada una de las cárceles más duras y peligrosas del mundo, y donde, si nada cambia, el chef pasará el resto de su vida.
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Ha sido precisamente aquí, entre los altos muros de esta prisión, donde Sancho recibía ayer por segunda vez en seis días, la visita de su madre, Silvia Bronchalo, quien ha querido estar al lado de su hijo durante estas primeras semanas de "adaptación" y quien, rompiendo esa coraza que la caracteriza, se ha mostrado más cercana para contar a los medios cómo se encuentra el cocinero tras el varapalo sufrido.
Haciendo de tripas corazón y sacando fuerzas de flaqueza, la madre de Daniel Sancho aseguraba que su hijo está "bien" y que se encuentra en “periodo de adaptación” en un módulo de aislamiento. "Daniel está fuerte y está donde está, pero está bien", decía resignada. "Le vi el viernes y este miércoles. Me han comprimido las visitas porque es una semanal" señalaba algo abatida la madre de Daniel, pues en la prisión de Koh Samui, donde Sancho fue detenido provisionalmente en agosto de 2023 se permitían visitas diarias, algo que aquí no está contemplado, pues cada centro penitenciario tiene sus propias normas.
Según ha relatado Silvia, el chef comparte celda con otros 14 presos, la mayoría de ellos asiáticos, a excepción de un europeo de origen austriaco que habla inglés. "Está en un módulo de aislamiento con 14 personas más y después los clasifican en función de la condena o de lo que hayan hecho".
Bronchalo, quien a pesar de todo confesó que estaba contenta por haber podido pasar unos minutos junto a su hijo, también reveló el consejo que le había dado a Daniel: "Que sea un fantasma, que pase desapercibido" revelaba la gestora.
La prisión de Surat Thani, conocida por su hacinamiento, alberga a más de 5.400 reos, a pesar de tener capacidad para la mitad y la mayoría de ellos están condenados por delitos de sangre. La mayoría de ellos duermen en el suelo y por norma general sólo reciben dos cuencos de comida al día. “Cada prisión tiene sus propias reglas y características, pero él es fuerte” terminó diciendo Bronchalo, quien prefiere tirar de optimismo para hacer frente a esta complicada situación que le ha tocado vivir.