La tranquilidad de Pellendorf, una pequeña localidad de la Baja Austria que no cuenta con más de 600 habitantes, se ha visto ligeramente alterada este fin de semana por una boda de aires principescos, que ha reunido a miembros de grandes familias españolas y europeas. Hablamos del enlace entre Gabriela Kevenhüller-Mestch, una consultora germánica afincada en Madrid, y el inversor Ignacio Moro.
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La novia es una de los cuatro hijos del conde Bartolomé Kevenhüller-Mestch y Cristina Sánchez de Movellán. La madre es hija del marqués de Movellán y hermana de Cristina Sánchez de Movellán, que tiene una de las tiendas más exclusivas de decoración de la capital. Por su parte, su padre, no sólo está emparentado con los Fürstenberg, sino que forma parte de una de las dinastías más importantes de Austria y la Caristia, los Kevenhüller-Mestch, que son propietarios de grandes castillos en la región.
Precisamente, el padre de Gabriela posee uno en Pellendorf y fue allí donde tuvo lugar la celebración nupcial, a la que acudieron Belén Ordovás Lladó, nieta del exministro de Adolfo Suárez; y Ana Bono, hija del exministro José Bono. Igualmente, llamó la atención la asistencia de Jaime Ardid Martínez-Bordiú, bisnieto de Franco, y la novia de éste, la creativa Inés Ybarra, nieta del que fuera presidente de los periódicos El Correo y El Diario Vasco, Javier Ybarra Bergé –secuestrado y asesinado por ETA en 1970–. Se trata de una de las últimas apariciones sociales de la pareja antes de casarse, ya que Jaime Ardid Martínez-Bordiú e Inés Ybarra contraerán matrimonio el 28 de septiembre en Sevilla, tal y como acaba de informar la revista Vanity Fair.
Hubo más presencia española en la boda de Gabriela Kevenhüller-Mestch e Ignacio Moro, porque tampoco faltaron María Juncadella Hohenlohe –hija de la princesa Cristina de Hohenlohe-Langenburg y el empresario textil y expiloto José María Juncadella–, y la arquitecta Mariana de Bergia, quienes contrajeron matrimonio a principios de año. Otros de los invitados fueron el fotógrafo Gorka Postigo –cuñado de la recordada Bimba Bosé–, la galerista Carmen Riestra y Tomás Terry, hijo de Pilar Medina Sidonia y el empresario Tomás Terry. Pero, como decíamos antes, la cita reunió a otras grandes dinastías europeas, ya que los tíos de la novia están casados con miembros de los Güell y los Borghese.
Muchos de los asistentes se animaron a llevar trajes regionales a la ceremonia religiosa, que se ofició en la pequeña, pero curiosa iglesia barroca de Santa Katharina de Pellendorf: su retablo está adornado con una pintura de Martin Johann Schmidt, una de las figuras más emblemáticas del Rococó austriaco. La novia llegó del brazo de su padre, el conde Bartolomé Kevenhüller-Metsch, y luciendo una lustrosa pieza del joyero familiar: una tiara de brillantes y de inspiración floral, que iba a juego con los delicados motivos bordados de su traje nupcial.
Finalizada la ceremonia religiosa, los contrayentes y sus invitados continuaron la celebración en el castillo de la localidad, situado a escasos metros del templo. Como decíamos anteriormente, la propiedad del padre de la novia y está cerrado al público, pero se trata de una fortificación barroca, erigida en 1670 y rodeada de grandes jardines, que es donde los novios, sus familiares y amigos disfrutaron del cóctel.
Ya la cena del sábado se sirvió en el interior del castillo, que cuenta impresionantes chimeneas del siglo XVIII, techos de estuco de la misma época y pinturas centenarias a los numerosos asedios que ha sufrido la fortificación a lo largo de su historia –el último, la ocupación rusa durante la II Guerra Mundial–. De hecho, algunos invitados no evitaron comentar este enclave durante la cena, en la que Belén Ordovás Lladó, Ana Bono e Inés Ybarra volvieron a sorprender con la elección de sus looks.
La celebración se alargó hasta las altas horas de la madrugada, ya que otros de los salones se transformaron en verdaderas pistas de baile –bolas de discoteca incluías–. En la noche del sábado 7 también hubo actuaciones en directo, como la que corrió a cargo de uno de los hermanos de la novia, Philippe, que tocó algunos himnos de la música indie junto a varios amigos. Al final, los asistentes regresaron a Viena –que está a 40 minutos en coche de Pellendorf– en , los autocares que habilitaron los novios para la ocasión, finalizando así un fin de semana perfecto.