Este relato transcurre entre dos momentos que, aun sucediendo en los márgenes, dan todo el sentido a la historia. Uno, doce horas antes del 'sí, quiero'. En la vigilia. Con dos pizzas sobre la encimera de la cocina para la cena cuando, sin embargo, nos aventurábamos a creer que la pareja estaría en pleno fiestón preboda. Ya saben, entre mojitos y con la corbata atada en la frente. Pero, en cambio, no. El otro, ocurría 36 horas después a ese mismo instante, con el programa Bon dia, Comunitat Valenciana, de Ximo Rovira . Y si en el primer momento, recordabas el eslogan del pizzaiolo napolitano Vicenzo Capuano (Vivere di pizza e meraviglioso) para darte cuenta de que las cosas más sencillas de la vida pueden ser profundamente satisfactorias; en el segundo, unos tertulianos hablaban de lo poco que había trascendido de la boda viral del fin de semana y lo mucho que significaba esa extraordinaria y elegante normalidad para conseguir una sociedad plural. También, dentro de la diversidad. ¿Por? Porque su reivindicación, inconsciente, es la naturalidad y ser eso, de andar por casa. De ahí que algo tan 'convencional' como un chaqué azul marino se convierte en ellos en un acto político. En casi una revolución. Juan Carlos Caballero, portavoz del grupo popular en el Consistorio de Valencia y uno de los políticos con mayor proyección del partido, se casaba este pasado sábado con el abogado Javier Zamora y la pareja nos hacía partícipes de su unión. Una celebración cool y de aires british, que bien podría haber ocurrido en los Hamptons o en la campiña inglesa, pero que, sin embargo, aparecía ante nosotros bañada por la luz del Mediterráneo. Y sí, en ¡HOLA! podemos constatar que estos dos gentleman se han casado en Valencia pero sobre todo que, si lo que necesita el mundo es amor, ellos lo derrochan con cada mirada.
No es nuestro. Le hemos robado la frase a Burt Bacharach. (What the world needs now is love, sweet love…¿se acuerdan?) De ahí que si ya lo decía él en la voz de Jackie DeShannon hace 60 años, quiénes somos nosotros para contradecirle. Juanca y Javi hacían realidad un sueño este fin de semana. Protagonizaban una boda 'discreta y elegante', pero cargada de sentimientos y de sorpresas que, fíjense la paradoja, se ha convertido en viral. Y la boda era "sobria, aunque con muchos detalles. Hemos cuidado todo, todo, al milímetro", nos explicaba Javi junto después de haberse dado el 'sí, quiero' con su chico desde hace más de una década. "Queríamos una celebración que tuviera como hilo conductor nuestra pasión por la naturaleza. Los colores, la música, los discursos… Hasta la fiesta, tenía que recordar el Amazonas", añadía Juan Carlos. Y ya les contamos el porqué. Porque fue en las cataratas del Iguazú donde se declararon el uno al otro. Ahora llegaba el momento de hacer partícipes de ese compromiso a todos los que quieren. "Casarnos ha sido el paso que queríamos dar y lo queríamos hacer nuestros seres queridos. No somos bandera de nada más que de la normalidad y de la naturalidad", continuaba el edil valenciano. "Siempre hemos vivido la vida que queríamos vivir sin alardes ni estridencias. Muchos nos han dicho que con este paso al frente, íbamos a ayudar a mucha gente. Si es así, nos alegramos profundamente. La vida es muy corta para preocuparse por lo que digan los demás. Hay que disfrutarla con libertad y mucho amor". Y lo suyo era un alarde de libertad, sin ambages ni adjetivos.
Pero si hablamos de lo más emocionante de una jornada ya de por sí cargada de emociones, para Javi no hay duda: "Ver la ilusión en la cara de nuestros invitados. Nuestros sobrinos de 5 y 3 años nos acompañaron por el pasillo de entrada. Fue un momento único e irrepetible. Y también el momento en el que sacaron la tarta de cumpleaños a Juan Carlos con bengalas mientras cantábamos Cumpleaños feliz". Y no se crean que esta declaración está elegida al azar. Qué va. Nos sirve para volver a utilizar la técnica periodística del bocadillo y narrarles la celebración a través de estas dos escenas memorables. Desde los discursos de Máximo Huerta y Borja Espert a un castillo piromusical de los que hacen época porque, como les contábamos —recuerden—, estamos en Valencia.
Para los que descubrimos la verdad del amor y las paradojas de la vida con Maurice, de Ivory, era como si Hught Grant y James Wilby no hubieran terminado como tres por cuatro calles. Prejuicios sociales (y victorianos) mediante. De ahí que, ver a cerca de 280 invitados esperándolos, entre familiares y amigos, te reconciliara con ese dicho tan manido de que el tiempo (y la batalla, con y sin lentejuela) todo lo puede. Los novios hacían su entrada en el jardín que circunda la Cartuja de Ara Christi, un monasterio del siglo XVI a caballo entre el tardo gótico, el renacimiento y el barroco valenciano, de manos de sus sobrinos, de 3 y 5 años. Solo los chicos: Jaime, Mateo y Marcos. A Valeria, de añito y medio, le dio una llantina, llamémosle 'pánico escenico' y se quedó junto a su madre para, después, esperar a la comitiva a los pies del altar. Los niños, con una candorosa camisa blanca y un pantaloncito corto. Sus tíos, en cambio, echando los restos. Imponentes, Juanca y Javi despertaban la admiración de sus invitados con sendos chaqués de corte clásico, confeccionados a medida y paradójicamente, casi casi iguales. Y eso que se ocuparon de confeccionarlos dos sastrerías diferentes de Valencia, por aquello de guardar el secreto del outfit nupcial... "Si no llega a ser por nuestra wedding planner (Cristina Caletrío), que nos acompañó a las pruebas junto a nuestra madres, habríamos coincidido hasta en la corbata", nos cuenta Javi entre risas. Fue Juan Carlos quien optó por una corbata con más fantasía para encontrarse con su novio (y no ir igual vestido que él, obvio).
"Caminaré al lado tuyo/ Parando el viento dentro de los huracanes / Superhéroes, como tú y yo / Tómame la mano para unirnos como imanes / Porque juntos somos invencibles / Y donde estés, ahí voy yo / Superhéroes, solo tú y yo / Dos gotas de lluvia que salvan el mundo de la tempestad". Era la banda sonora que marcaba sus pasos al altar. Superhéroes, de Beret, un tema que, nos confesaron, cuenta su historia y también refleja su forma de ver la vida, su vida. Porque si buscaban una declaración de amor, estos chicos a través del cantautor sevillano, la tenían clara.
María José Catalá, la alcaldesa de Valencia, con un vestido estampado en fresa sobre fondo blanco, era la encargada de oficiar la ceremonia. Para ello, recordó varios viajes con la pareja. El histórico, obviamente, ése que le contaron a tierras cariocas cuando se hicieron el compromiso de compartir una vida juntos, pero también otro, más cotidiano e igual de importante: el que vive con ellos en día a día, como compañera y como amiga, compartiendo penas y alegrías. También les hizo una revelación: acababan de ser padres. Como lo oyen. De dos diamantes mandarines (Río y Blue) que estaban esperando en el programa de adopción de animales del Ayuntamiento de Valencia unos papás que los acogieran.
Después, era el turno de sus íntimos de y para siempre. De Borja Espert, amigo de la infancia, y también de Máximo Huerta, compañero periodista, escritor y, cómo no recordarlo, exministro socialista con Pedro Sanchez. “Con él —nos cuenta Juan Carlos— tenemos una complicidad que es muy difícil de encontrar. Max nos ha ayudado a llegar hasta aquí con sus buenos consejos de amigo. Él fue nuestro confidente en los días previos a anunciar nuestro compromiso. Nos ayudó mucho”, dice el político popular del Premio de Literatura Fernando Lara y Cartera de Cultura.
Pero, no. No hubo momento para las alianzas. "Desde el principio, teníamos claro que no las queríamos. Nuestro compromiso va mucho más allá de cualquier joya o elemento material", nos contaba Juan Carlos. Pero tampoco, hubo madrinas ni padrinos. Su abrazo era el único sello que necesitaban para rubricar el enlace mientras cañones de confeti caían sobre los novios. Por sus padres siempre han estado con ellos. En especial, el de Javi, Fernando, que desapareció cuando él era muy pequeño, pero que sigue vivo en su recuerdo y en la medalla de oro que éste llevaba al cuello. Un regalo de bodas a su madre con el lema 'siempre juntos' grabado en el envés. Por eso, no era necesario nada más.
Comenzaba el cóctel y, tras las fotos con la pareja, los familiares, amigos y autoridades, pasaban al claustro exterior del monasterio donde tendría lugar la cena, entre risas y conversaciones cómplices. Porque los colores y las diatribas políticas se habían quedado fuera. Dentro, solo había espacio para el cariño, la admiración y respeto. Así, junto al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, pudimos ver la corporación municipal al completo, al Presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, e incluso, al anterior responsable —socialista— de este mismo organismo público, Toni Gaspar, así como a otros diputados de diferente signo y alcaldes de la provincia.
Entre manteles de hilo en verde y gris, centenares de velas, cristal tallado, cubertería dorada y bouquets de flores y plantas como pequeños bosques sobre bandejas de espejo y cristal, se sirvió un menú idóneo para las últimas noches tórridas del verano. Como entrante, salmorejo de mango con gambón, fresas y néctar de pimiento; como principal, solomillo de ternera a la sal con puré de patata trufado; y, como postre, torrija de horchata con helado de leche merengada y caprese de fresas con tentación de Kit-kat, avellanas y chantilly. Todo regalado con cava valenciano Tantum Ergo de uva Chardonnay.
Durante la cena, también hubo lugar para las sorpresas. Primero, la actuación en directo de la única artista española que ha compartido escenario con la mítica Whitney Houston, Mireia Ortiz, quien no solo hizo un recorrido por los hits de la mítica protagonista de El guardaespaldas, sino que, además, transportó a los comensales hasta Disco54 con los éxitos de Gloria Gaynor, Jimmy Sommersby y ABBA. Llegaba entonces, la segunda sorpresa y el comienzo de la fiesta. La celebración de la pareja coincidía con el 35 cumpleaños de Juan Carlos y la tarta nupcial tomaba forma también de tarta clásica de cumpleaños: un carrot cake, con 35 velas encendidas. Estallaban los fuegos artificiales, el estruendo de la pólvora con un castillo de fuego y la música “techno”. O lo que es lo mismo: Valencia en estado puro. Eso, en el jardín para, minutos intensisimos después, volver al claustro cubierto de la Cartuja convertido en una sucursal del Festival Tomorrowland en donde no faltaba de nada. Ni siquiera, las pantallas gigantes led con imágenes de cascadas y bosques para iluminar la pista y a los más bailongos. Para los golosos, puestos de helados, palomitas y chuches.
Hablando de dulzura, la Luna de Miel tendrá que esperar. Será en octubre, que Juan Carlos tiene compromisos laborales en el Ayuntamiento y no puede viajar hasta entonces. Pero les esperan las Antípodas. Un mix Australia/Nueva Zelanda, selvas, montañas nevadas, desiertos y arrecifes de coral.. Naturaleza en estado puro, sin trampa ni cartón. Impresionante, pero sin grandielocuencia. Como su bonita historia de amor.
"Sois la mejor pareja que existe", les dijo Máximo Huerta mirándoles a los ojos. Y qué mejor que utilizar las palabras de un escritor para cerrar esta crónica. "Entiendo el amor a vuestra manera, con los mismos códigos de complicidad, de discreción y de admiración mutua. Amigos, confidentes, simpáticos, divertidos, guapos, elegantes sin necesidad de cascabeles… y por si fuera poco estáis llenos de luz. Hay quienes brillan para oscurecer a otros. Vosotros dos, Javi y Juanca tenéis la capacidad, no se si lo habéis notado, de iluminar al resto, a quienes nos hemos ido acercado a vosotros a lo largo de la vida. Nos ilumináis y nos quedamos mucho más felices".
- Chicos, ¿con qué recuerdo os quedáis?
- Bastaba con ver su sonrisa para saber la respuesta: "Con lo queridos que nos sentimos".