Marta Luisa de Noruega estaba espléndida. Era la viva imagen de la felicidad. Con una diadema deslumbrante de oro y perlas que enmarcaba su cabello ondulado, y luciendo un exquisito vestido nupcial en color marfil confeccionado a medida, la novia caminaba hacia el altar entre rosas y hortensias. Se casaba por fin con su prometido, el californiano Durek Verrett, y juntos protagonizaban la boda más emocionante y mágica del año.
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La ceremonia, que se celebró el sábado 31 de agosto, tenía lugar dentro de una carpa ubicada en los jardines del hotel Union, en Geiranger, en medio de magníficas vistas al impresionante paisaje natural del oeste de Noruega: las montañas servían de "catedral" para la unión de la pareja y la vibrante energía de los fiordos y sus cascadas de color azul profundo se convertían en su "palacio" espiritual. Culminaban así tres días de celebraciones, que comenzaban con un crucero por el fiordo de Geiranger, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y tras varias recepciones festivas con las que los novios agasajaron a sus invitados. Llegaba ahora el gran momento y, en él, se daban cita representantes de la realeza y más de 350 invitados llegados de todo el planeta. ¡HOLA! y HELLO! éramos testigos del enlace para ofrecérselo a nuestros lectores en esta exclusiva mundial.
Confidencias previas
Antes, la misma mañana de la boda, nos reunimos con la pareja cuando se preparaba para el "sí, quiero". Hablamos con Marta Luisa, de 52 años, mientras se coronaba con la diadema de espigas y perlas que completaba su look nupcial y que su abuelo el Rey Olav V le había regalado por su 18 cumpleaños. Una pieza que lució por primera vez en el banquete de celebración en el Palacio Real de Oslo. "Y, desde entonces, me la he puesto muchas veces", nos cuenta "Es el “algo viejo” de mi atuendo nupcial, mientras que el elemento nuevo es mi vestido y el “algo azul” es el símbolo chamánico de Durek, que lo tengo bordado en el interior del diseño".
Advertimos cómo las flores bordadas del cuerpo del vestido combinan a la perfección con las rosas, en diferentes tonos de rosa, del ramo de Marta Luisa, creado por la floristería local Blomstrende, y que hace juego, a su vez, con los ramilletes que llevaban las damas de honor, con las que, por cierto, había compartido un desayuno especial esa mañana. Siete jóvenes entre las que se encontraban sus amigas íntimas, esas que han sido su gran apoyo en los momentos difíciles. Como Anne-Kari Bohaugen, CEO de su marca de moda Hést; su íntima amiga y oficiante de la boda, Margit Louise Holte; Elisabeth Schei Bråten, y su amiga del instituto Marianne Vestnes. Así como también la sobrina de Durek, Maggie Alava; Ariana Nakata, una amiga de Los Ángeles, y Angelina, la hermana mayor de Durek. El hijo de esta última, Lucas Byrne, era el portador de los anillos. "Angelina es una persona increíble y nos hemos hecho muy buenas amigas", dice Marta Luisa de su cuñada. "Tiene mucha sabiduría y puedo hablar con ella de cualquier cosa. Nos apoyamos mucho".
Cuando le preguntamos qué espera con mayor expectación de su boda, Marta Luisa nos confiesa: "Estar rodeada de la gente que quiero, vivir la ceremonia y casarme con Durek en uno de mis lugares favoritos del mundo. Desde que mis padres me trajeron aquí, por sus bodas de plata, me encanta. Quería que Durek también lo descubriera y, cuando lo vio por vez primera, dijo: “Este es el lugar”", recuerda la novia. "Es tan asombroso y mágico... Formar parte de este poder de la naturaleza es increíble".
Un novio muy especial
Mientras tanto, en una habitación contigua, Durek se prepara rodeado de sus padrinos, con los que antes también ha compartido una jornada de spa. Está emocionado y nervioso a partes iguales cuando nos acercamos a él. "Llevo toda la mañana rezando para que hoy el cielo se mantenga despejado, y estoy pidiendo a Dios que todo salga bien", nos confiesa. "Es un momento emotivo y llevo mucho tiempo esperándolo. Marta y yo hemos pasado por tantos obstáculos, con gente atacándonos… Ha sido todo un viaje". Y con lágrimas en los ojos revela: "Por respeto a sus hijas, aplacé pedirle matrimonio a Marta Luisa tras la muerte de su exmarido, Ari Behn. No quería que estuvieran de luto y tuvieran que ir a una boda. Ahora, por fin, estamos aquí. Me preguntaba si alguna vez llegaríamos a este punto... Así que es un poco surrealista, pero me siento increíble".
Los padrinos
Al igual que Marta Luisa con sus damas de honor, Durek quiso que sus padrinos fueran aquellos que han estado más cerca de él, en lo bueno y en lo malo. Todos, con corbatas rosas —a juego con los vestidos de las damas de honor— y bordadas con el monograma de la pareja. Entre ellos se encontraba su amigo Lars Berteig Andersen; el especialista musical Michaelangelo L’Acqua; el experto en medios Jeff Boodie; Stephen Clark; Kent Speakman; su hermanastro menor, Brandon Clarke, y su cuñado, Mike Byrne, quien en su día le ayudó cuando estuvo a punto de morir de insuficiencia renal. "Los quiero a todos. Quería que estuvieran aquí para compartir la felicidad de mi boda con Marta", nos dice Durek.
La pareja, que comparte creencias espirituales, está convencida de que no solo coincidieron en una vida anterior en el Antiguo Egipto, sino que también están destinados a estar juntos en esta para siempre. "Era un niño cuando mi madre y otros videntes me dijeron que de mayor me casaría con una princesa de Noruega", nos explica Durek, que es noruego por parte de madre y ejerce de chamán (o sanador energético). "Pero yo era joven y no me lo creí. Años más tarde, en Turquía, me hicieron una lectura del café y me dijeron que el dibujo que quedaba en la taza indicaba que formaría parte de una Familia Real. Sin embargo, me tomé estas predicciones a broma. Luego —prosigue—, una vidente de Los Ángeles me dijo que estaría con una mujer en la que los hombres de su familia llevaban trajes azules de estilo militar con botones dorados. Pensé: “¿De qué está hablando?”. Y nada tenía sentido hasta que vi, en una foto en la repisa de la chimenea de Marta Luisa, a su padre, el Rey Harald, y su hermano, el príncipe heredero Haakon, con esos mismos trajes".
Marta, que conoció a Durek en su casa de Hollywood Hills hace seis años, después de que los presentara un amigo común, recuerda también una extraña sensación de déjà vu: "Cuando lo vi, sentí como si volviera a casa. De niña soñaba con conocer a una persona como él, pero nunca tuve la oportunidad, así que abandoné la ilusión. Pero, entonces, llegó él. Me sentí tan feliz que, después, lloré de alegría. Vi la generosidad y el amor que llevaba dentro y el mundo me pareció un lugar mucho más interesante. Hasta ese instante, no creía que existieran personas así: Durek hace que la gente a su alrededor se sienta genial y habla con todo el mundo, desde los desconocidos en la calle hasta los taxistas", nos explica. "Es comprensivo y me siento muy segura y libre con él —añade—. No hay nada que no pueda decirle y me hace reír mucho. Desde que le conozco, soy más yo misma, más atrevida... Quien realmente soy".
"Somos familia"
Durek comparte un vínculo muy especial con las tres hijas de Marta. "Es increíble, todas se llevan muy bien", dice. "Siempre he querido tener hijos. Con los años, hemos construido una relación encantadora, que es la nuestra". Y basándose en las lecciones de vida que le han enseñado sus padres, los Reyes de Noruega, casados desde hace 56 años, Marta Luisa apostilla: "La clave está en comunicarse, en contemplar las situaciones desde distintos ángulos y en resolverlas".
Para Durek, el secreto del éxito de su relación es hacerse feliz el uno al otro: "Mujer feliz, vida feliz, Si quieres vivir una buena vida, asegúrate de que tu mujer sea feliz", bromea. "Marta y yo siempre buscamos potenciarnos mutuamente y, para mantener vivo el romanticismo, hay que pasar tiempo con la persona a la que quieres. Me gusta comprarle flores, joyas y vestidos. Siento que una mujer debe sentirse bella. Aunque no fuera una princesa, estaría con ella, porque es mi pareja definitiva. Es la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida y, cuando me vaya de esta tierra, quiero que su rostro sea el último que vea antes de cerrar los ojos y despedirme".
De los retos a los que se han enfrentado juntos —como la oposición a su relación y sus creencias espirituales—, Marta nos confiesa: "Nuestro amor ha triunfado contra viento y marea y durará para siempre. Cuando crees que el amor lo puede todo, evolucionas y das amor". Durek añade: "Nunca pensé que encontraría a una mujer capaz de amarme por completo, pero sí soñé con una mujer así y la he encontrado. Soy el hombre más feliz del mundo, porque voy a pasar el resto de mi vida junto a ella. Estoy deseando que compartamos cosas". "El amor lo trasciende todo, porque es la energía original de la que formamos parte todos en este planeta —continua Durek—. Triunfa sobre todas las cosas".
Una boda triunfante
Los padres de Marta Luisa, el Rey Harald V y la Reina Sonia; su hermano menor, el príncipe heredero Haakon, y su esposa, la princesa heredera Mette-Marit, y sus hijos, la princesa Ingrid y el príncipe Sverre, así como la hermana del Rey, la princesa Astrid, acompañaban a Marta Luisa en este paraje tan especial para la familia. Junto a ellos, la princesa heredera del trono sueco, Victoria, con el príncipe Daniel de Suecia; el príncipe Carlos Felipe y la princesa Sofía de Suecia, y el príncipe Constantine y la princesa Laurentien de los Países Bajos. Cerrando la comitiva real, el príncipe Kunle y la princesa Keisha Say, de Nigeria, y Sarah Culberson, princesa de Sierra Leona.
La ceremonia comenzaba con las voces del coro de góspel HIM cantando When You Believe, el tema central de la película El príncipe de Egipto, con el que se anunciaba la llegada de la novia. Precediéndola, sus hijas Leah, de 19 años, y Emma, de 16, con vestidos dorados, seguidas de las damas de honor, los padrinos y las niñas del cortejo nupcial, Astral, Ava y Cornelia, que iban esparciendo pétalos de rosa a lo largo del recorrido. Era entonces cuando se producía uno de los momentos más emocionantes, la llegada de la novia, del brazo de su hija mayor, Maud, de 21 años quien, vestida también de dorado, la llevaba hasta el altar.
Allí la esperaba el novio, que sonreía exultante. Durek, de 49 años, iba vestido con un frac negro a medida de Charles & Ron, con un buqué de rosas en la solapa y un fajín dorado a juego con su corbata retro. En las mangas, el monograma del Antiguo Egipto, distintivo de la pareja, bordado en hilo de oro.
Marta estaba radiante con su vestido de satén duquesa, sin mangas y de color marfil, con aplicaciones de flores, creado por una de sus diseñadoras favoritas, Tina Steffenakk Hermansen, quien también se ocupó de los diseños de las damas de honor. El outfit nupcial se completaba con una cola de tres metros, un largo velo catedral —con el monograma bordado de la pareja— y un ramo en cascada. Cuando Marta Luisa se situó a su lado en el altar, Durek se inclinó hacia ella, le susurró unas cariñosas palabras y la cogió de la mano.
Votos desde el corazón
En una ceremonia oficiada por Margit Louise Holte, sacerdote y amiga íntima de Marta, los novios intercambiaron sus votos. Con la voz quebrada por la emoción, Durek dijo: "Prometo escuchar siempre tu sabiduría. Prometo dejar siempre espacio para ti y tus hijas y escucharlas también. Prometo amarte hasta mi último aliento". Y luchando contra las lágrimas, Marta respondió: "Prometo amarte con todo mi corazón. Prometo responsabilizarme de mis emociones. Prometo quererte, porque sé que sabes que mis hijas son lo primero. Y prometo que caminaré contigo lo mejor que pueda, porque siempre cambiamos aunque siempre seamos los mismos. Porque siempre somos el pasado, el presente y el futuro en uno". Después de que los recién casados intercambiaran sus anillos y se besaran, los invitados rompieron en aplausos. "Mandé hacer nuestras alianzas a la antigua usanza vikinga", nos adelantaba Durek sobre los anillos de oro rosa y diamantes. "Las runas grabadas en el oro significan “llama del amor”, así que, cuando dos llamas se juntan, creamos el fuego del amor".
Durante la ceremonia, en la que se cantaron emotivos himnos como Amazing Grace y Ave Maria, Haakon y Angelina, hermanos de los novios, leyeron pasajes de la Biblia.
Una vez convertidos en marido y mujer, los recién casados abandonaron la carpa al ritmo de As, el tema de Stevie Wonder con el que todos los presentes, incluida la Familia Real, se arrancaron a bailar.
Primeras sensaciones
Tras posar para sus primeras fotos oficiales como matrimonio, la pareja compartió sus primeras sensaciones con ¡HOLA! "Es muy emocionante", dice Marta, sin soltar la mano de Durek, quien, mirándole a los ojos, se suma a sus palabras: "Estoy muy emocionado por pasar el resto de mi vida junto a esta mujer".
Era el momento de salir a las puertas del hotel Unión para encontrarse con sus admiradores. Muchos de ellos, vestidos con trajes tradicionales noruegos, y niños disfrazados de personajes de la película de Disney Frozen, un cuento de hadas ambientado en Noruega y que podría servir de metáfora para entender la historia real de Marta Luisa, una princesa que elige su propio camino. "El amor y el apoyo de la gente es sumamente conmovedor", nos dice.
A continuación, los invitados disfrutaron de una exquisita merienda tradicional: té con sándwiches, bollos, nata cuajada y mermelada, además de pasteles y macarons, al tiempo que, en una enorme pantalla, se proyectaba la obra de una amiga de la pareja, la videoartista estadounidense Krista Kim, titulada Diamond in the Rough (Diamante en bruto). "Krista nos dijo que los diamantes se crean bajo presión y que su belleza surge de ahí, la que representa nuestro amor", nos explica Marta Luisa.
La cena de gala se sirvió en el salón Geirangersalen del hotel, decorado con rosas y luces en los mismos tonos del ramo de la novia. Marta Luisa y Durek encabezaban, junto a los Reyes de Noruega, la mesa presidencial. Degustaron un menú compuesto por un entrante de vieiras con batata y perlas cítricas, halibut salvaje con puré de calabaza como plato principal y una cheesecake de frambuesa y limón de postre, todo preparado por el chef Odd Ivar Solvold.
Durante la cena, hubo discursos conmovedores de la pareja, familiares y amigos. "Di las gracias a todos los que nos habían apoyado y hablé de lo mucho que quiero a Durek", relataba Marta Luisa. "Fue precioso", recuerda Durek, quien agrega además: "En mi discurso, hablé de las tres frases que asocio a Marta: “Te lo dije”, “Ya lo sabía” y “Deberías haberme hecho caso”. Son una de las razones por las que me enamoré de ella. Es tan fuerte y tan sabia… También agradecí a sus padres que la trajeran a este mundo, y a su familia, por ser tan abiertos conmigo. Y que, siempre que tenemos problemas, ellos nos escuchan, lo que nos permite mantenernos unidos. También, di las gracias a sus hijas. Estar en una casa con cuatro mujeres es un desafío para cualquier hombre, incluso para uno como yo, que se considera un hombre fuerte". "Lo que aprendes cuando entras a una casa con cuatro mujeres es a estar callado", continúa entre risas.
La madre de Marta Luisa, la Reina Sonia dio la bienvenida a Durek a la familia, mientras que su hija mayor, Maud, habló emotivamente sobre lo increíble que es tener una mamá siempre presente y lo genial que es ahora tener a Durek en sus vidas.
Al término del banquete, los invitados se trasladaron al salón de baile, donde iba a tener lugar el tradicional momento de cortar la tarta: una estructura de un metro de altura y cinco pisos, creación también del chef Solvold. Se trataba de un bizcocho de zanahoria glaseada, el favorito de Durek, decorado con fondant en tonos rosas, blancos y dorados. Y arriba del todo, las figuritas de los novios. A continuación, se abría el baile y, por segunda vez en tres días, los recién casados demostraban sus grandes habilidades. Porque si la primera vez, en la fiesta de la preboda, bailaron una salsa apasionados, ahora optaban por un romántico vals. Con él, llegaba la fiesta, que se alargaría hasta altas horas de la madrugada, animada con música dance, disco, funk... Entre los DJ figuraba la sobrina de Durek, Nathalia Alava.
A la mañana siguiente, Marta Luisa se despertó con una nueva sorpresa: Durek le regalaba un collar de oro en forma de escudo vikingo con su monograma adornado con diamantes, rubíes y zafiros, un diseño del propio Durek que hizo realidad su amigo el joyero Joy Sangalang Smith. Este mismo artista fue quien creó el anillo de compromiso de esmeraldas y diamantes de Marta Luisa, así como los tres collares que previamente regaló a sus hijas. "Es tan hermoso que lloré", dice Marta. "El escudo es un símbolo que protege nuestro amor".
Ella también tenía un regalo para su marido: una espléndida colección de sus videojuegos favoritos. "Sabe que ser juguetón como un niño es muy importante para mí", comenta Durek. La hija de los Reyes de Noruega también tuvo regalos para sus hijas, sus damas de honor y las niñas de las flores. Para todas ellas, había elegido una pulsera con un colgante en forma de corazón, de la línea de joyería de su hija Leah.
Recordando estos tres días de celebración —que Durek califica como "un festival de amor"—, Marta Luisa nos dice: "Fue maravilloso estar juntos con todos nuestros amigos y familiares, escuchar las hermosas palabras que dijeron sobre nosotros y ver cómo personas que ambos conocemos y nunca antes se habían encontrado conectaban tan bien".
"Hay personas celebrando nuestra boda en todo el mundo. Aunque a algunas personas no les haga gracia, debido a nuestra raza y la posición de Marta como miembro de la realeza, otras sí creen, sin embargo, que nuestra boda marca un nuevo comienzo para el planeta", sostiene Durek. "Y mientras algunas personas dudan de que estemos enamorados y llaman a nuestra relación “un gran ejercicio de relaciones públicas”, ella y yo sabemos lo que es real", argumenta.
Mirando hacia el futuro, Marta Luisa nos anuncia por un lado que, además de su Fundación Princesa Marta Luisa para niños discapacitados, ha fundado una organización para luchar contra el racismo: "Nunca se había creado algo así en mi país, porque su objetivo es dar apoyo psicológico y legal a personas que han sufrido xenofobia". Por otro, Durek ha sido invitado a desfilar junto a Marta Luisa en la Semana de la Moda de Londres, a finales de este mes, una incursión en la moda que le gustaría abordar, pero que "depende de cómo me sienta en ese momento", explica haciendo referencia al tratamiento de diálisis al que se somete tres veces por semana por sus problemas renales.
En cuanto a la luna de miel, a ambos les gustaría tomarse un descanso en la playa. "¡En un lugar cálido!", exclama Durek. "Una isla remota donde podamos relajarnos junto al mar y disfrutar de buena comida", recalca ella. Y sobre su nueva vida de casados, esperan instalarse pronto en su nuevo hogar, que están redecorando. "Tenemos gustos similares: líneas modernas y limpias", decía Marta Luisa. "¿Has visto la casa de Bruce Wayne?", pregunta él de improviso. "Mis gustos son como los de Batman. Su casa tiene paredes doradas y negras y un sofá de terciopelo. Me gustan las cosas así, con colores brillantes que cambian tu estado de ánimo. Es una “vibra” de escorpio". Y continua diciendo: "Marta y yo compartimos baño, pero necesito más estanterías porque, probablemente, tengo más productos que ella. Colecciono colonias y perfumes en frascos vintage. Aunque para lo que no puedo esperar es para construir un invernadero. Creé una comunidad de jardineros cuando vivía en Los Ángeles y todos cultivaban sus frutas y verduras, que después compartían. Enseñé a la gente a hacer compost. La jardinería es buena para la ansiedad y el estrés".
Por último, Durek nos confiesa: "Me encanta ser el marido de Marta. Y ahora puedo llamarla “mi esposa”".