Es polifacética delante de las cámaras, pero Ana Fernández también lo es cuando se apagan los focos. Es habitual ver cómo muchos actores se embarcan en proyectos profesionales de diferentes tipos, compaginándolos con su carrera artística, pero el nuevo camino que ha emprendido ella, era totalmente inesperado. Y es que ahora, además de actriz, es armadora. Sí, como lo estás leyendo, una auténtica sorpresa. "Así es el nombre de técnico de armadora con mi marca y mi empresa chárter de barco", nos cuenta la propia Ana desde Mallorca, donde se ha embarcado en esta bonita aventura, de la que nos ha contado todos los detalles.
La empresa de alquiler de barcos que ha creado la protagonista de Las Chicas del Cable o Los Protegidos se llama Bonawa. Nos explica que todo comenzó con el barco llamado Merry Rose que ella y su pareja, Adrián Roma -vocalista del grupo Marlon- compraron en Mallorca, una isla que les ha robado el corazón. Ahora quieren enseñar a la gente las maravillas de sus calas y playas de una forma personalizada y muy especial. Sobre cómo ha decidido dar este giro a su vida, cómo se ha introducido en la 'vida pirata', el funcionamiento de su empresa, su pasión por el mar y sus nuevos retos e ilusiones hemos podido hablar con la actriz, que disfruta de este nuevo capítulo de su vida con viento a favor.
-¿Cómo has acabado convertida en armadora? ¿Cómo comenzó todo esto?
-Fue hace dos o tres años, cuando mi pareja y yo compramos un barquito porque estábamos muy enamorados de la isla. Yo llevo viniendo a Mallorca toda la vida con mi madre y con mis hermanos y, de repente, estábamos Adri y yo un verano dando un paseo por el club de Santa Ponsa y vimos que se vendía el Merry Rose y dijimos, venga, nos encanta el mar, nos encanta navegar y lo compramos. Y nos dimos cuenta de que justo en verano Adri es la época que más trabaja, que es cuando están todos los conciertos y festivales de música. Entonces, era muy complicado poder disfrutar del barco todo lo que nos gustaría.
-Os habíais hecho otra idea.
-Nuestro sueño era pasarnos aquí en el barco largas temporadas y luego no ha sido así, porque entre que es la época en la que él más trabaja y a mí los últimos rodajes me han coincidido en verano, hemos vivido como una especie de desesperación teniendo ahí el barquito sin poder disfrutarlo. Entonces, a finales del año pasado, pensamos ponerlo al servicio de la gente y salir a navegar nosotros cuando pudiéramos.
-¿Por dónde empezaste?
-Era para mí era un nuevo mundo y en lo que es la creación de la empresa me quedé al mando de todo. Luego estaba el mundo del mar, el mundo 'pirata' y no sabía cómo iba a acabar la historia. Gracias a Dios que tenemos amigos en la isla desde hace muchos años, que son patrones y nos han estado acompañando en esta aventura.
-¿Cómo es Bonawa?
-Queríamos hacer algo distinto, no hacer un chárter como los 200.000 que ya existen. Hicimos un estudio de mercado, de ver un poco qué es lo que hay en la isla y marcar un poquito la diferencia, que al final es lo que cada uno quiere cuando emprende algo, que es como tu bebé. Nos centramos mucho en el nombre, en el logo, en la gama cromática de todo, del diseño de la web, de cómo queríamos que fuera el Instagram y, por otro lado, cambiamos el barco con nuevo tapizado, nuevo toldo, nuevo radio, nuevo… Todo es nuevo, a pesar de que es un modelo de lancha de las que más hay en el mundo de islas y calas porque es muy funcional. Además, la capacidad que tiene de tamaño, que es para perfectamente pueden estar ocho personas muy, muy bien.
-¿Qué tenéis diferente?
-Tenemos un pack de bienvenida con bolsitas para el móvil, luego a través de nuestro patrocinador, Hawaiian Tropic, tenemos cremas y toallas para los clientes… Y estamos muy contentos con el feedback que estamos recibiendo con nuestros primeros chárter porque están valorando las cosas que yo quería, que se notara esa diferencia de cómo nos adaptamos a las necesidades de los clientes en cuanto a qué quieren hacer, dónde quieren comer, qué visitar… Son cosas que preparamos previamente con ellos para y que esté todo listo cuando lleguen y solo tengan que disfrutar.
-¿Es fácil emprender? ¿Da miedo?
-Mucho miedo, dan mogollón de miedo. Yo pensaba que la gente era muy exagerada, que tampoco sería para tanto, pero ¡madre mía! Desde enero hasta hace unas semanas ha sido una lucha para conseguir todos los papeles. Cada día era un drama nuevo. Fíjate que soy una tía muy muy racional y resolutiva y para que me ponga a llorar tiene que ser un dramón, pues te digo que yo por esto he llorado. Ha sido una lucha, un reto y un currárselo hasta el final.
-Ha sido entonces muy complicado.
-Lo que era mi visión, mi idea y mi ilusión era empezar en junio, de hecho, en mayo ya empezamos con la estrategia de marketing y entonces, empezó a complicarse con los tiempos. Pero dije, mira, me voy a calmar y sigo adelante, aunque al final hemos perdido un poco la mitad del verano. Pero bueno, como todo emprendedor te cuentan que al principio el primer año fue como un parto. La parte buena es que todo el papeleo y, una vez ya lo tienes, no tienes que andar renovándolo. Bonawa ha sido un viaje de muchas cosas, muy ilusionante, de emprendimiento y muy de empoderamiento, de decir, esto lo sacó sí o sí.
-¿Navegas tú con ellos?
-De momento no, aún no me he sacado el título. Entre todos los rodajes de estos últimos años no he tenido tiempo, pero si estos meses no me sale trabajo, me pondré con ello. El barco lo llevan nuestros patrones, que son de Mallorca, de Santa Ponsa, que es el puerto donde tenemos la lancha. Ellos conocen todas las calas como la palma de su mano, son patrones profesionales y solo se alquila con ellos por las medidas de seguridad. Ya que por mucho que tengas un título, eso no implica que sepas funcionar en el mar, como hemos podido comprobar lo que ha pasado recientemente con el temporal en Baleares.
-¿Desde cuándo te gusta el mar?
-Desde hace seis años o una cosa así y a Adri también. Para nosotros ha sido algo nuevo, que te fascina y no sabes cómo, la vida te acaba llevando por ese camino y terminas en una aventura así.
-Sí, ha sido algo inesperado, no es el negocio habitual que los actores se conviertan en armadores.
-Sí, así es el nombre de técnico de armadora con mi marca y mi empresa chárter de barco. Además, para mí es algo que es salirme de lo normal en mi profesión, que es esperar a que te llamen. Los actores siempre estamos un poco esperando a que nos llamen para hacernos una prueba, para contratarnos directamente para una serie o para una campaña… Y en este proyecto trabajo para mí, yo llevo el timón y marco los tiempos. Es como tu bebé desde el principio, algo tuyo, que has creado tú y tú eres la responsable.
-¿Te ha resultado difícil vivir con esa incertidumbre del actor, de esperar a que suene el teléfono?
-Es complicado y a veces te cansa. Y no es que te canse tu profesión, sino que te cansa lo que le rodea. A mí me encanta interpretar, me lo paso pipa en un rodaje, pero todo lo previo es agotador. A veces desespera un poco y en ocasiones, desilusiona.
-¿Cuáles son ahora tus siguientes retos?
-A corto plazo, quiero que salga esto, que estén presentes los detalles que nos diferencian. A medio plazo, quiero que el año que viene esté ya todo organizado y reservado para un verano fantástico. Y a largo plazo, me encantaría tener la marca como un sello de identidad de chárteres personalizados con mucho cariño, adaptándonos a las necesidades de los clientes. Y bueno, me encantaría que estuviera en otras partes de España, tener más barcos, pero, evidentemente, para eso hay que empezar poquito a poco y desde luego, desde el centro base, que ahora mismo es Mallorca.