Novedades sobre la tragedia del exclusivo yate Bayesian, que se hundió en la costa siciliana dejando siete fallecidos, entre ellos el dueño de la embarcación, el magnate británico Mike Lynch (59) y su hija Hannah (18). Tal y como muestran los documentos obtenidos por la fiscalía de Termini Imerese, transcurrieron 16 minutos, de puro pánico, antes de que se produjera el naufragio.
Según refleja el AIS (Sistema de Identificación Automática) fue a las 3.50 horas cuando se levantó el vendaval y el Bayesian empezó a balancearse peligrosamente hacia delante y hacia atrás. Nueve minutos más tarde, a las 3.59, el ancla cedió dejando la embarcación totalmente expuesta ante el temporal; a las 04.00 horas el barco sufrió un apagón, señal de que el agua había llegado a la sala de máquinas; a las 04.03 horas el barco ya estaba a la deriva a más de 350 metros de la costa; finalmente, a las 04.06 horas, el EPIRB (una especie de GPS de emergencia) activa la alarma por hundimiento.
Durante esos 16 minutos, los 22 pasajeros intentaron desesperadamente salir de sus camarotes. “Los encontramos a todos en la parte superior del velero, tumbados en el fondo del mar. Teníamos mapas con la ubicación de los camarotes de cada invitado y no fue allí donde recuperamos los cuerpos. Evidentemente, al entrar agua, intentaron moverse en busca de seguridad”, ha declarado uno de los investigadores al Corriere della Sera.
Las investigaciones continúan para esclarecer lo sucedido
Giovanni Costantino, director ejecutivo de The Italian Sea Groupie y propietario de varias firmas de barcos como Perini Navi (constructor del Bayesian) apunta a que el naufragio se produjo por un error humano y no por problemas en la construcción. “El barco se hundió porque entró agua”, ha explicado en una entrevista con el diario británico The Times. Cabe recordar que el velero contaba con un mástil de aluminio de 75 metros, el segundo más grande del mundo, que le aportaba una gran estabilidad. "Incluso en condiciones muy críticas, si se siguen los procedimientos, un velero como el Bayesian volverá a la posición vertical"
En este mismo medio de comunicación, Giovanni ha asegurado que si la tripulación, capitaneada por el neozelandes James Cutfield, hubiese actuado siguiendo los protocolos establecidos para este tipo de emergencias, 16 minutos hubiese sido tiempo más que suficiente para que los 22 pasajeros se hubieran puesto a salvo antes de ser arrastrados por el torbellino. “Todo era previsible. Era inapropiado celebrar, como he leído, una fiesta. Había que blindar el casco y la cubierta cerrando todas las puertas y las escotillas y luego sacar a los invitados de los camarotes. Luego arrancar motores y levar anclas, poner proa al viento y enviar la quilla hacia abajo”. Otros barcos más pequeños, como el velero del holandés Sir Robert Baden Powell, sí que lograron capear la tormenta.