Cuando se contemplan las últimas imágenes de Jennifer López y Ben Affleck juntos, en las que reina la frialdad y el conflicto latente entre ellos (un beso distante en la mejilla lo dice todo), y se comparan con los fulgurantes tiempos del amor revivido, parece increíble que apenas hayan pasado dos años desde que se dieron el 'sí, quiero' en Georgia, la tierra del actor, en una romántica boda de tres días donde refrendaron lo que ya habían hecho de manera oficial un mes antes, en Las Vegas.
"Lo hicimos —compartió Jlo tras la boda—. El amor es hermoso. El amor es amable. Y resulta que el amor es paciente. Veinte años paciente. Quédate el tiempo suficiente y tal vez encuentres el mejor momento de tu vida en Las Vegas a las doce y media de la mañana". Como bien decía la inolvidable Rocío Jurado, ¿se les rompió el amor de tanto usarlo? Porque derrocharon miel y magia en los días posteriores a su reencuentro, dos décadas después de su primer compromiso, e hicieron soñar a los más descreídos con que hay amores inmunes al paso del tiempo.
En los últimos días, una serie de apariciones e informaciones en torno al maltrecho estado de salud de su matrimonio ha sorprendido a quienes creyeron que era posible escapar de la maldición hollywoodiense de que "segundas partes no son buenas". He aquí la cronología de los hechos.
Tiempo de nubarrones
Desde mayo, los rumores en torno a una inminente separación han sido continuos e imparables. Varias discusiones públicas de la pareja dejaron patidifusos a sus 'fans'. Ya no podían disimular que el cuento de hadas se estaba quebrando. La guinda del pastel, y lo que avivó más la hipótesis de que la crisis se había instalado entre Ben Affleck y Jennifer López, se dio el pasado 3 de junio, cuando la cantante anunció que cancelaba su gira para "estar con mis hijos, familia y amigos cercanos". La cancelación de su gira parecía ser la pieza que movía la 'diva del Bronx' para salvar su matrimonio. Sin embargo, lejos de volver las aguas a su cauce, se precipitó una separación que podría anteceder a un millonario divorcio.
Medios estadounidenses publicaron, el 8 de junio, que la pareja ya estaba en contacto con agentes inmobiliarios para vender por 65 millones de dólares su mansión, la que tanto les costó encontrar (el 'nido de amor' que habían soñado que sería para toda la vida). Después, se supo que Ben Affleck ya se había comprado una nueva casa en el exclusivo barrio residencial de Pacific Palisades, por algo más de 20 millones de dólares.
Según medios estadounidenses, la decisión unilateral del actor de comprarse una propiedad habría sido la puntilla que rompió el corazón de Jlo y que la hizo ver que el desenlace era inminente. Hace unas semanas, la cantante y actriz apareció por primera vez en un teatro neoyorquino sin su anillo de casada. Esta fue la última señal que auguró que el cuento de hadas había llegado a su fin.
Sin embargo, estos días, Jennifer López se ha desdicho, sin decir nada, y ha vuelto a lucir su alianza, durante una salida con su hija, Emme, a un restaurante de moda de Beverly Hills, el del chef Edoardo Baldi. Seria y cabizbaja, vestida de la cabeza a los pies con ropa vaquera, llevaba de nuevo en el dedo anular de su mano izquierda el anillo. ¿Estará reconsiderando posturas? ¿Encontrarán la manera de sortear esta crisis y demostrar al mundo que a la tercera va le vencida? ¿O, como aventuran los más pesimistas, estamos ante la punta del iceberg de un divorcio complicado y tenso para el que se manejan cifras millonarias?
Ya hay quien se atreve a poner un número: 70 millones de dólares podría ser la cantidad que Jlo pidiera al actor por un divorcio, que, según los analistas, estaría rubricado por el triste "diferencias irreconciliables". El sueño de un amor imposible realizado se ha convertido para sus protagonistas en una desgastante e interminable pesadilla.