Sonriendo, gastando bromas, jugando con sus nietos, viajando... y, sobre todo, pintando a través de su mirada única. Así es como Bárbara Goenaga ha recordado a su padre, el artista Juan Luis Goenaga, fallecido a los 74 años. Un conmovedor tributo donde nos acerca el lado más personal de su 'aita'. La actriz pierde a un pilar de su vida, y el mundo de la cultura a una figura sobresaliente.
A través de una sucesión de imágenes compartidas en su perfil público, la también diseñadora de joyas le rendía este particular y entrañable homenaje al que, según quedará plasmado en los libros de historia, era uno de los máximos exponentes del expresionismo vasco. Al vídeo, que tiene el mítico tema Voglio Vederti Danzare de Franco Battiato como banda sonora, lo acompaña un emotivo texto donde la intérprete habla de los problemas de salud que arrastraba su progenitor, y cómo ambos decidieron afrontarlo de la mejor manera posible.
"Estos últimos tres años han sido los mejores que hemos pasado juntos. Duro y hermoso", comienza diciendo Bárbara. "Sabíamos que llegaría el día (nunca dejaste de creer y agradecer), y teníamos dos opciones: Contar a todos lo que estaba pasando y vivirlo en la enfermedad, o no decirle nada a nadie y empezar a expresar la vida. Elegimos el segundo y qué bien lo hicimos...", explica. "Grabamos todo, aunque él tomó un sorbo, yo lo grabé, no sabíamos que sería el último... ¡Qué bien lo pasamos, padre!", ha escrito en euskera.
Además de ese relato tan íntimo, la actriz ha querido dar las "gracias al equipo de oncología del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda", así como a las personas que les rodeaban y han mostrado su "cariño y humanidad durante todo el proceso". Desde "los trabajadores de la cafetería", a los sanitarios que lograron que José Luis siguiera "caminando dos kilómetros diarios hasta hace tres semanas". En definitiva, a las personas que les han ayudado a "cumplir sueños" hasta el día de hoy, cuando se conoció la triste noticia.
Borja Sémper, pareja de Bárbara y padre de sus hijos Telmo (8 años) y Eliot (5), también dedicaba antes unas sentidas palabras al genial pintor: “Mi suegro, mi amigo. 'El artista total, el último bohemio'. Un hombre honesto y libre, como solo saben serlo los artistas de verdad. Se nos va una parte del corazón, nos queda su obra, su inmenso recuerdo y su ejemplo humanista", ha expresado el político en sus redes sociales.
El hombre que cautivó a Woody Allen
Sobre cómo se forjó la carrera de José Luis Goenaga, su propia hija contaba en 2023 que su padre llevaba desde niño "pintando obsesivamente cada día de su vida. Empezó a los cinco y a los siete ya usaba el petróleo. A los diecinueve conoció todos los grandes museos europeos, y había memorizado los trazos de los mejores cuadros de Van Gogh, Velázquez, Tiziano o Tintoretto… Su biblia fue el tratado del óleo. Pero también los libros sobre paleontología o arte rupestre", exponía.
"Cómo sería su obsesión con la pintura, que en el colegio sus profesores le dejaban dibujar mientras daban la clase. En la mili hacía retratos a sus superiores, que se los quedaban encantados como recuerdo, hasta que le echaron por “inútil para el servicio militar”. Con los años, me he dado cuenta que a este ser solo se le puede admirar profundamente. Hoy hemos ido a visitarle por la tarde y estaba pintando", señalaba Bárbara con emoción.
Al mismo tiempo, la intérprete reflejaba su ilusión tras saber que el cineasta estadounidense Woody Allen había elegido más de 130 obras de José Luis para el rodaje de su película Rifkins Festival, largometraje donde también se recreaba el estudio que el pintor tenía en su casa taller de Alkiza. De formación autodidacta e iniciado dentro del llamado 'land art' en los setenta, sus intereses temáticos se centraron primero en referencias a la naturaleza, el mundo rural y lo primigenio.
Ya en los 80, el autor experimentó varios cambios vitales importantes tras el nacimiento de su hija Bárbara con Idoia Bilbao, con la que tendrá un segundo hijo, Telmo. Es entonces cuando comienza a decantarse por los autorretratos, las escenas familiares y bodegones con objetos cotidianos. También vivió durante una etapa en París, donde incorporó elementos como redes, mallas o plásticos a sus creaciones.
Desplegando su talento en otros campos como la fotografía y la escultura, la sala Kubo Kutxa de San Sebastián dedicó en 2020 una gran exposición retrospectiva de Goenaga (San Sebastián, 1950) con 12 obras pertenecientes a diversas series, en distintas técnicas y de diversos formatos. Así, su legado está presente en galerías internacionales, colecciones particulares y otras instituciones como la Diputación de Gipuzkoa o el Bellas Artes de Bilbao.