Jordan Díaz, el joven que ha conquistado el oro en la prueba de triple salto en los Juegos Olímpicos de París, es mucho más que un prodigio del atletismo. El talentoso triplista, que ha dado a España su cuarta medalla de oro, personifica la verdadera esencia de la superación. Su inspiradora historia es la de alguien que, impulsado por la perseverancia y su amor por el deporte, se lanzó hacia lo desconocido en busca de un futuro mejor, un salto de fe que lo ha llevado hasta la cima del podio olímpico.
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El salto más importante de su vida
Nacido en La Habana, Díaz, de 23 años, tuvo una infancia sencilla, marcada por la calidez de una familia unida. Su padre, un técnico en reparación de aparatos médicos, y su madre, una dedicada enfermera, inculcaron en él valores de esfuerzo y humildad. Aunque fue el deporte lo que finalmente lo ha llevado a la fama, su vida siempre estuvo anclada en los suyos. Aunque comenzó en el atletismo por aburrimiento, pronto se dio cuenta de que tenía un talento natural, y decidió dedicarse por completo al triple salto, un deporte que desde el comienzo le trajo numerosos éxitos.
En 2021, Jordan tomó la decisión que marcaría su futuro. Durante su viaje a una competición en Oslo decidió desertar del equipo cubano. Con la ayuda de una amiga y atleta española se embarcó en busca de una nueva oportunidad en España. En Zaragoza, encontró su primer refugio bajo el apoyo incondicional de su tío.
En esta nueva etapa, no solo empezó a construir su carrera deportiva, sino que también estableció conexiones cruciales para su integración, como el contacto con Ana Peleteiro y Alberto Suárez. Pronto, su carácter alegre y extrovertido le abrió puertas y le ganó corazones, destacándose no solo por su talento, sino también por su simpatía y sentido del humor. Su primera gran victoria para España fue en los Europeos de Roma de 2023, donde se coronó campeón con el tercer salto más largo de la historia.
Más que un campeón, el lado personal de Jordan
El triplista es un joven que sabe disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Reside en Guadalajara, donde comparte piso con Héctor Santos, otro talento del atletismo español. Juntos, llevan una vida tranquila, lejos del bullicio de las grandes ciudades. El atleta es un apasionado de los videojuegos y un gran amante de la música, especialmente del reguetón. Su espontaneidad y alegría son contagiosas, y no es raro verlo bromear sobre sus gustos más secretos, como su afición en los karaokes por las canciones de Eros Ramazzotti.
A pesar de estar cumpliendo sus sueños, Jordan se mantiene fiel a sus raíces. Nunca olvida de dónde viene, y aunque ahora vive una vida cómoda en España su corazón sigue estando con su familia en Cuba, a quienes llama después de cada gran competición. Esta conexión con sus seres queridos es, sin duda, una de las claves de su éxito, pues lo mantiene centrado y motivado.