Entrevista a la dietista y nutricionista Sandra Moñino © Estudio Weddings

Café con letras

Sandra Moñino nos presenta 'Adiós a la inflamación': 'No se trata sólo de restar calorías para adelgazar, sino de comer mejor, fijándonos en la calidad de los productos'

La joven dietista y nutricionista triunfa con sus consejos para mejorar nuestra salud a través de la alimentación


9 de agosto de 2024 - 10:52 CEST

Sandra Moñino (Bigastro, Alicante) está arrasando en las listas de ventas con Adiós a la inflamación. Cómo prevenir y tratar enfermedades, retrasar el envejecimiento y perder peso (Ed. Harper Collins). De hecho, es el número 1 en Amazon y ha sido el libro más vendido en España durante varias semanas, ya va por la undécima edición y más de 80.000 lectores se han hecho con él desde su salida en febrero de este año. ¿El secreto de este éxito? Además de estar muy especializada en la temática sobre la que escribe, seguramente tenga mucho que ver la frescura y naturalidad de Sandra a la hora de explicar diferentes aspectos sobre nuestra salud y su vinculación con la alimentación, los hábitos insanos y cómo éstos nos afectan, además de ofrecer pautas y consejos prácticos basándose en los numerosos casos de éxito que atiende en su consulta. Con ella hablamos sobre un tema que nos preocupa a muchos, pues somos legión los que sufrimos problemas de inflamación.

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© Estudio Weddings

   - Sandra, ¿cómo surge este libro? ¿Esperabas un éxito tan abrumador?

Hace unos años yo misma sufría este problema de la inflamación, pero cuando iba a los médicos y leía libros, no me enteraba de nada al utilizarse un lenguaje muy técnico y científico. Así que, cuando me hice nutricionista, decidí escribir un libro para que todo el mundo lo entendiera, jóvenes y mayores, ya que es algo que afecta a mucha gente. 

De una manera sencilla y directa cuento cómo se produce la inflamación y cómo frenarla con una alimentación saludable y buenos hábitos, señalando además los alimentos más proinflamatorios y los más antiinflamatorios. El éxito de mi libro creo que radica en que escribo sobre algo que sufre mucha gente y lo hago de una manera amena y muy natural, para que lo entiendan y, así, puedan mejorar su salud. 

Cervantes dejó escrito en el Quijote: “come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. ¿Tenía razón? ¿Cuidamos poco un órgano tan importante?

Cómo nos alimentamos repercute mucho en nuestra salud digestiva, en nuestro estómago e intestino. Siempre digo que el intestino es el caldo de cultivo de todo lo que ocurre en nuestro cuerpo. Tú desarrollas una enfermedad y el origen está en el intestino, en un desequilibrio que hay ahí. 

La gente se fija en cómo come, pero sólo por su físico, cuando engorda y se quiere poner a régimen. Sin embargo, no lo tenemos en cuenta cuando tenemos dolores de cabeza o nos sale un eccema o una urticaria, síntomas seguramente de una mala alimentación y que podrían ir a más si no cambiamos nuestros hábitos. 

- Leyendo tu libro parece confirmarse eso de que nuestros padres y abuelos comían mejor que nosotros o, al menos, de manera más natural. ¿Es así?

Claro que es así, ya que antes no existían tantos productos ultraprocesados, los más proinflamatorios junto a los edulcorantes, azúcares, harina refinada y la grasa hidrogenada, justo los cuatro ingredientes que abundan en los ultraprocesados. Antes eso no lo tenían y comían de una manera mucho más natural, basando su alimentación en productos frescos. Si tomaban algo de azúcar era de manera ocasional, cuando se hacía un bizcocho en casa. 

En tiempos de nuestros padres y abuelos, las carnes y, también, los huevos, no estaban tan procesados y eran más ecológicos, de gallinas que vivían en libertad. 

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"La gente se alimenta cada vez peor, no le damos ninguna importancia a lo que comemos"

- Edulcorantes, bebidas light, suplementos alimenticios, automedicación, dietas restrictivas o sin control… ¿creemos cuidarnos, pero conseguimos el efecto contrario y aumentar nuestra inflamación?

Las dietas restrictivas son muy perjudiciales y muchas veces resultan más proinflamatorias que, por ejemplo, tomar azúcar de forma esporádica. Toda la vida se han hecho y supone un gran error, ya que no se trata sólo de restar calorías para adelgazar, sino de comer mejor, fijándonos en la calidad de los productos.

Efectivamente, los productos edulcorados, light, los 0% y otros de ese tipo tienen muy pocas calorías o ninguna, pero son súper inflamatorios y, por tanto, escasamente saludables. 

- Insistes mucho en mirar las etiquetas de los alimentos que adquirimos, pero es algo que no resulta tan sencillo. ¿Debería regularse mejor y de manera más estricta la industria alimentaria?  

Sí que debería de regularse mucho mejor. En Méjico, por ejemplo, me compré un chupachups y me llamó la atención porque figuraba bien visible en su envoltorio que era rico en azúcares y edulcorantes, mientras que aquí te ponen una fresa o un melón, como si realmente llevaran fruta. 

Ahora los alimentos están catalogados de la letra A a la E, pero hasta eso está mal en muchas ocasiones y te encuentras que un aceite de oliva virgen extra tiene la letra E, como si no fuera saludable, y unos cereales con chocolate para el desayuno de los niños está catalogado como si lo fuera, pues lleva la letra A. 

Nos están engañando, así que tenemos que aprender a leer las etiquetas de los productos alimenticios, fijándonos en que estos lleven el número mínimo de ingredientes. Debemos evitar aquellos que incluyan ingredientes que no conozcamos, además de los que lleven aceites que no sean de oliva, azúcar y harina refinada, y, por supuesto, el pernicioso glutamato monosódico.

- ¿Qué es la disbiosis intestinal y cómo evitarla?

Es un desequilibrio de nuestra microbiota, las bacterias que tenemos en el intestino. Las hay buenas y malas, pero el problema es cuando las bacterias buenas disminuyen porque faltan alimentos saludables en nuestra dieta como las verduras, la carne, los huevos, etc. Eso genera esa disbiosis y que desencadene diferentes sintomatologías como gases, diarrea, estreñimientos, ardores y otros problemas a nivel digestivo.

Si no cambiamos nuestros hábitos alimenticios para frenar esa inflamación y equilibrar nuestra microbiota, esos síntomas pueden derivar en problemas de salud más graves.

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- Hoy en día hay cantidad de alergias alimentarias, mucha gente celíaca o con SIBO.  ¿A qué se debe ese aumento?

Es cierto que en los últimos años se han incrementado todas estas afecciones y no se sabe muy bien porqué, aunque están relacionadas con la disbiosis intestinal que comentábamos. La gente cada vez se alimenta peor, no le damos ninguna importancia a lo que comemos. Esa disbiosis e inflamación crónica a nivel intestinal cada vez va a más si no le ponemos solución y es entonces cuando empezamos a no tolerar bien los alimentos, a no hacer bien la digestión de estos. 

Ahora hay muchísima intolerancia a la lactosa porque no somos capaces de sintetizar las enzimas que son fundamentales para ingerir esos alimentos, en este caso la lactasa. Pero, aunque se piense que son para toda la vida, podemos revertir estas intolerancias. Una vez que recuperas tu salud intestinal sí que puedes empezar a tolerar esos alimentos. Es tan fácil como cuidar tus hábitos y alimentación, lo veo en mi clínica con muchos pacientes.

- El tan temido colesterol puede no ser tan malo, al igual que las grasas, pero no se nos explica bien. ¿Falta mucha información nutricional veraz y sobran mitos?

Este es un tema muy controvertido, porque cuando vas al médico y te da el colesterol un poco alto, te suelen recetar una pastilla para bajarlo y ya está. Pero claro, hay que entender que el médico tiene cinco minutos por paciente y no se la va a jugar a no recetar la pastilla y que ese colesterol alto sí que sea perjudicial y le pase algo más grave al paciente.

Si tienes los triglicéridos bajos y el HDL alto -colesterol bueno- mantienes buenos hábitos, practicas deporte, duermes bien… pues igual no necesitabas la pastilla para bajar ese colesterol total un poco alto.

Las grasas son muy saludables y necesarias, nos ayudan a que nuestras hormonas funcionen correctamente, aportan muchísima energía y Omega 3, que es antiinflamatorio y fundamental para una correcta salud cardiovascular. Evitando los aceites vegetales, son grasas esenciales las que aportan el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos, el aguacate, el pescado azul y la carne roja, siempre que no sea procesada.

- Rechazas las dietas restrictivas y, por supuesto, las llamadas dietas milagro. ¿Qué nos dices del ayuno intermitente?

No recomiendo hacer una dieta basada en el ayuno intermitente con el objetivo de perder peso, ya que habrá efecto rebote cuando volvamos a nuestros hábitos anteriores. Lo que sí defiendo es el ayuno intermitente, ya que nuestro cuerpo necesita ese descanso metabólico: Nos pasamos el día comiendo y tenemos órganos que se dedican a hacer la digestión, pero también tienen otras funciones que no pueden hacer si no les damos descanso, como ocurre con el hígado.

Al menos hay que dejar doce horas de ayuno nocturno entre la cena y el desayuno, no sólo las siete u ocho horas que dedicamos a dormir. Y si podemos dejar más horas hasta llegar a dieciséis, cenando para ello a las seis o siete de la tarde, pues mucho mejor. En cuanto a las comidas, hay que dejar como mínimo tres o cuatro horas entre una ingesta y la siguiente. 

- Por último, en tu libro incluyes unas cuantas recetas antiinflamatorias. Con los calores del verano, ¿cuál sería una bebida fresquita y saludable?

Recomiendo la bebida probiótica, que yo llamo mojito saludable. Se hace con lima, hierbabuena y vinagre de manzana sin filtrar, que nos aporta bacterias buenas, probióticos que se almacenan en nuestro intestino para formar parte de la microbiota. 

Hay que mezclar y chafar muy bien todo para extraer el jugo y luego añadir agua mineral natural o con gas y cubitos de hielo. Podemos rematarlo con una rodaja de limón o unas hojas de hierbabuena para decorar. Está buenísima y es una bebida fresquísima y muy saludable para el verano.

Los zumos y las bebidas carbonatadas no nos hidratan, nos deshidratan aún más.