Espléndida y real. Eva Longoria se cuida. Tiene una vida sana, con rutinas de ejercicio, de belleza y blablablá... Pero lo más importantes es que no se olvida de disfrutar. De vivir. De gozar de los placeres de la vida. Nos lo contaba hace unos días, con motivo de sus doce años tras la Global Gift de Marbella, que si hay algo por lo que no pasa, es por renunciar de la buena gastronomía. En estas imágenes, podemos verla en las playas de la ciudad malagueña. En bikini (varios bikinis). Sin trampa ni cartón. O mejor dicho, sin filtros que planchan o que estilizan. Es Eva Longoria al natural y está di-vi-na.
Paseando por la arena, refrescándose en el Mediterráneo, con su niño, Santiago, a la cadera... Y, también, con su vinito blanco, fresquito fresquito, en la playa, enamorada de José Antonio Bastón, el productor de televisión que le robó el corazón allá por 2013... Vamos, que sin privarse de nada. De hecho, hace unas semanas, revolucionaba la otra punta del país demostrándonos que su capacidad para amar es grande, tanto incluso que puede repartirla entre su marido y su hijo y España, el país donde la 'mujer desesperada' ha encontrado la calma. Más concretamente, Marbella, pues ella ya se siente marbellí. El caso es que Eva sorprendía gratamente a los gallegos con su visita a la Plaza de Abastos en Santiago de Compostela para rodar un documental culinario titulado Searching for Spain, para la CNN, una suerte de peregrinación culinaria para mostrar en Estados Unidos el rico tapiz de la cocina española. Y ¿qué comió? Se le fueron los ojos detrás del dulce, o mejor dicho, de los brioches de canela. "Están de muerte", escribió en sus redes. Y a la vista está que le sentaron de rechupete.