El mundo de la interpretación está de luto por la pérdida de Teresa Gimpera, cuya carrera fue especialmente popular en las décadas de los 60 y los 70, cuando se convirtió en la musa de la llamada ‘gauche divine' y en icono de modernidad. La actriz, que también triunfó como modelo, tenía 87 años y ha muerto este martes 23 de julio en Barcelona, su ciudad natal. Ha sido uno de sus hijos quien ha confirmado la triste noticia a la agencia EFE. Familiares, amigos y compañeros podrán darle el último adiós el miércoles en el tanatorio de Sant Gervasi.
Los inicios profesionales de Gimpera se desarrollaron en la industria de la moda, por cuestiones de azar. Tenía 21 años cuando fue descubierta por el fotógrafo Leopoldo Pomés, quien supo que esa belleza de rasgos nórdicos causaría sensación. No se equivocaba. Empezó a encadenar proyectos como modelo publicitaria, lo que la llevó a ser conocida popularmente como la chica de la tele ya que anunciaba todo tipo de productos porque era un gran reclamo para las marcas.
Protagonizó el cartel de la emblemática discoteca Boccacio, que estaba en la calle Muntaner de Barcelona y ganó los títulos de Lady España y Lady Europa. Además, moda siempre tuvo un gran peso en su vida. De hecho, en 1986 lanzó su propia escuela de modelos. La empresa, llamada Gimpera models, sigue en activo y es su hijo quien está al frente. Solía contar con humor que Pertegaz, creador del vestido de novia de la reina Letizia, le decía que tenía el poder de caer bien también a las mujeres.
Teresa también triunfó en la interpretación, llegando a audicionar para un papel en Topaz, de Alfred Hitchcock. Su debut se produjo en 1965 apareciendo en Fata Morgana, de Vicente Aranda. Comenzó entonces a participar en numerosas producciones (un total de 120), entre las que destaca El espíritu de la colmena, donde se puso a las órdenes de Víctor Erice y tuvo como compañeros a Fernando Fernán Gómez y Ana Torrent. A lo largo de su vida trabajó con otros destacados cineastas como Mariano Ozores, Antonio Mercero y Pedro Lazaga.
Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el premio ACE de la Asociación de Cronistas del Espectáculo de Nueva York, que la eligió mejor actriz secundaria por su papel en Asignatura aprobada; en 2006 fue galardonada con el premio Zoom a toda su trayectoria; en 2010 fue condecorada con la Medalla del Trabajo de la Generalitat y en 2017 el gobierno catalán le concedió la Creu de Sant Jordi.
Su lado más personal y la pérdida irreparable que la marcó
El gran mazazo de su vida fue perder a su hijo Joan con 21 años, una situación que describía como antinatural. Supo recomponerse y acostumbrarse a vivir con ese dolor junto a Craig Hill, uno de esos regalos que le dio la profesión hace medio siglo. En el diario ARA contaba que su historia comenzó cuando grababa su cuarta película: "Él venía de Hollywood y ha hecho películas muy importantes, y dije, este señor nada tiene que ver con los demás. Lo importante de cuando conoces a una persona así es que ame lo que tú quieres. Con él no he tenido hijos, con tres ya tenía suficiente, pero con Joan me ayudó mucho".
En los últimos años, ya retirada, disfrutaba junto a Craig de su mayor logro: la familia. Se entretenía haciendo ganchillo y punto de cruz y regalaba sus creaciones a sus hijos, nietos y bisnietos. Además, cada vez que salía a pasear seguía recibiendo el reconfortante cariño del público y numerosos piropos por su belleza natural.