Modelo, actriz, supervedete, presentadora, empresaria... Trabajadora incansable, Norma Duval ha tocado todos los palos a lo largo de su extensa carrera. Sabe lo que es rozar el cielo, la gloria del éxito, en un mundo complicado como el del espectáculo. "Pero mi gran triunfo es mi familia", confiesa mirando con orgullo a sus dos nietos, Izan, de once años, que es hijo de Marc —el mayor de los tres de Norma—, y Valentina, de dos, que es hija de Yelko, el mediano. La pequeña los cumplió el pasado 7 de julio, 'el día de San Fermín', apunta la artista, y para celebrarlo llevó a los niños a pasar el día en Safari Madrid. En un reportaje excepcional, Norma posa por primera vez con sus dos nietos en plena naturaleza, en este recinto de Aldea del Fresno, donde animales salvajes (leones, elefantes, rinocerontes...) viven en libertad.
No fue el único regalo. Ese mismo día, Norma amadrinó una jirafa macho, a la que dio el nombre de 'Marco', y que con solo siete días ya medía más de 1,80 metros. Un 'peluche' gigante de carne y hueso, que desató la locura entre los dos niños. "Soy muy amante de los animales y ahora también quiero inculcar a mis nietos el amor por ellos", reconoce Norma.
—Siempre has sido una madraza y ahora, además, eres una superabuela.
—¡Bueno! Soy una abuela total. Me encanta ser abuela. No entiendo cómo hay personas que dicen "yo no quiero que me llamen abuelo". Es verdad que a mí me llaman nonna, pero a mí no me molestaría que me llamasen abuela.
—Se te cae la baba con tu nietos.
—Son maravillosos, los dos. Por eso quería hacer este reportaje y he pedido permiso a mis hijos. Valentina es muy graciosa, porque, con dos años y la media lengua que tiene, te partes de risa. Con un año ya hablaba como una cotorra. Y el niño es un amor. Tienen personalidades totalmente diferentes. Izan es un niño muy bueno, muy tranquilo. Y tiene mucha paciencia con Valentina, que va a su aire. Al ser el mayor, cuida de ella, está muy pendiente. Es un niño muy protector y muy dulce. Le gustan mucho los bebés, desde pequeñito era así. Valentina, en cambio, es un terremoto. Se parece a mí, no físicamente, pero en el carácter se parece mucho.
"Mis nietos son maravillosos, los dos. Izan es un niño muy bueno, muy tranquilo. Tiene mucha paciencia con Valentina, que es un terremoto y es muy graciosa, con esa media lengua que tiene"
Abuela triple
—El otro día nos revelabas en una fiesta que te habías convertido en abuela triple, por el niño que tu sobrino Juan Carlos, el hijo mayor de tu hermana, Carla, había tenido hace un mes.
—Sí y fíjate qué detalle tan bonito: el niño se llama Carlos Santiago. Carlos, por su padre, y Santiago, por el segundo marido de Carla, Santiago Paredes. Aunque no era su padre biológico, se crio con él y mi cuñado se comportó como un padre con él. Le quería muchísimo.
—¿Os veis con frecuencia?
—Sí, para mí Juan Carlos es como un hijo. Al no estar mi hermana, me toca a mí hacer de madre y abuela; aunque soy tía abuela, me lo tomo más como abuela. Porque voy a ejercer exactamente igual, como si fuera mi nieto.
—Norma, eres un poco 'mamá gallina', en el sentido de que siempre te has ocupado de todos, de tus hijos, de tus sobrinos...
—Sí, sí. Para mí lo más importante es la familia. He hecho una carrera profesional artística extensísima y la verdad es que estoy muy satisfecha y muy contenta. Pero mi gran triunfo es mi familia.
—Es tu mayor orgullo.
—Sí, sobre todo, el hecho de tener una familia unida, estabilizada, que todos tienen su trabajo y entre todos nos llevamos bien, hay buen ambiente. Mi madre era así y mi abuela también. Es lo que yo he vivido desde que nací y es lo que más alegría me da. Cuando yo no esté, alguien de la familia tendrá que coger el testigo y ser el que haga de nexo entre todos.
"Valentina se parece a mí, físicamente no, pero en el carácter se parece mucho. Creo que va a ser artista, es igualita que yo"
—¿Quién crees tú que será?
—Debería ser Marc, mi hijo mayor. Porque siempre tiene que haber alguien que sea el que tire de todos, la familia va creciendo y cada vez se hace más grande. Ten en cuenta que yo, además, tengo otros cuatro sobrinos, los hijos de mi hermano, el único que me queda. Son tres chicas y un chico; la mayor de todos mis sobrinos se llama Norma, sí, y es mayor que mis hijos. Somos un montón, cuando nos reunimos todos, por ejemplo en Navidad, imagínate lo que es esa casa. ¡Es una alegría!
—Ahora, en verano, ¿también os reunís todos en tu casa de Mallorca?
—Se van repartiendo, primero va uno, luego otro y así todo el verano.
—Y Matthias y tú, ¿qué vais a hacer, qué planes tenéis?
—Mi marido, cuando llega el verano, solo quiere mar. Le gusta mucho y con razón, porque el mar es lo mejor, te da paz y tranquilidad. Y después de llevar un año bien fuerte, como el que he tenido, es lo mejor. Nos gusta mucho el mar a los dos, somos muy marineros.
—Sí, hace unos días os veíamos en moto acuática; estáis estupendos, en plena forma. No paráis...
—Estamos felices. Ya te digo que me he hecho marinera por mi marido. Este verano vamos a estar navegando por Italia, por Grecia, porque nos gusta mucho el barco.
—Y ya te toca descansar, porque, como decías, has tenido una temporada de bastante trabajo.
—No he parado y todavía sigo. O sea, de vez en cuando voy a seguir viniendo a Madrid por algún compromiso que me queda. Y atiendo a mi familia, atiendo mi casa. No paro. Tengo una actividad tremenda.
—Tu energía es increíble, parece mentira que tengas 68 años.
—Yo no los encuentro, pero ahí están (ríe).
—Tú te sientes mucho más joven, ¿no?
—En el carné de identidad lo pone, pero yo no los noto. Será porque no he frenado mi actividad hasta el día de hoy, en ningún sentido. Tengo la misma energía que hace 30 años. Es el mayor tesoro que tengo, y que me dure.
"En el carnet de identidad pone que tengo 68 años, pero yo no los noto. No los encuentro. Tengo la misma energía que hace 30 años"
—¿Te cuidas más ahora?
—Yo nunca he bebido ni he fumado ni me he drogado, en la vida. Procuro no trasnochar, no me gusta la noche, soy diurna. Me gusta el deporte, soy hiperactiva, tengo una vida muy sana, cuido mucho mi alimentación, soy deportista... Eso, a la larga, se nota en todos los aspectos. La persona que lleva una vida sin freno, luego lo paga muy caro. Yo lo único que he hecho sin parar es trabajar, con mucho esfuerzo, porque durante muchos años he recorrido España, Italia, Francia y hasta México con mi espectáculo. Trabajaba prácticamente todos los días del año. He tenido una actividad frenética trabajando. Pero el trabajo también es hermoso.
—Este invierno, Matthias y tú cumpliréis dos años de casados. ¿Cómo se vive el amor en la etapa más madura de la vida?
—Todo depende de la relación que tengas y en el momento en el que te encuentres. En septiembre hará 15 años que nos conocimos. Quiero decir, que somos una pareja que nos conocemos muy bien, hemos tenido nuestros baches, pero bien superados y con un final feliz. Estamos muy bien, muy a gusto. Somos una pareja tranquila, compartimos muchas aficiones, que es algo muy importante. Y luego, también nos gusta tener nuestro espacio de libertad. Quiero decir, que somos una pareja que, dentro del respeto, cada uno puede tener libertad respecto al trabajo, a las amistades que compartimos o no compartimos; en relación a asistir a un evento, y si no voy con mi marido, no pasa nada, porque a lo mejor no le viene bien, porque está en Suiza, porque tiene trabajo. Ese equilibrio creo que es la clave del éxito en una pareja. Cuando en una pareja, uno de los dos está sometido al otro, esa relación está abocada al fracaso.
—¿La pasión sigue siendo importante?
—Eso siempre es importante y siempre tiene que existir la relación completa en una pareja.
—Después de 15 años juntos y de conoceros tan bien, ¿Matthias sigue sorprendiéndote?
—Sí, muchas veces. Tiene una madurez enorme como empresario y como hombre de negocios. Y luego tiene una parte que yo le digo: "Eres como un adolescente. ¡Un adolescente total!". Sí (ríe). Él es muy divertido. Nos gusta mucho viajar y hacer muchas cosas juntos.
"Mi marido (Matthias Kühn) es muy marinero y por él me he hecho marinera yo también. Estamos felices. Vamos a pasar el verano navegando, nos gusta mucho el barco"
—¿Vuestra relación ha cambiado después de la boda?
—No, la relación no ha cambiado. Es la misma que teníamos antes de casarnos. Pero casarnos ha estado muy bien porque ya son muchos años juntos. Es un paso que queríamos dar hace mucho tiempo y que habíamos retrasado porque mi madre estaba muy enferma y su madre también estaba delicada. Cuando nuestras madres se han ido, nuestras obligaciones han disminuido también.
—Pero sigues siendo el ancla de tu familia.
—Sí, y ellos están todos muy bien y llevan una vida muy tranquila. Aunque creo que la que va a ser artista va a ser mi nieta. Mira lo que te digo (ríe).
—Porque es igual que tú, ¿no?
—Igual, igual. El otro día, estaba montando en una moto de juguete, se cayó al suelo y, sin inmutarse, se levantó, se sacudió las manos, cogió la moto y siguió. Es igualita que yo. Nunca hay que desfallecer, pase lo que pase en la vida. Ese es mi lema. Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, mientras la salud me acompañe, yo no desfallezco ante nada ni ante nadie. Pues esa es mi nieta.