Mi lady Jane se ha convertido en la serie de la que todo el mundo habla. La nueva ficción romántica de Prime Video cuenta con una trama que combina historia, amor y comedia y que se desarrolla en un mundo de fantasía alternativo a los Tudor. Esta exitosa producción se basa en la figura de Lady Jane Grey, uno de los miembros de la monarquía británica más popular y querido, y parte de una premisa ¿qué pasaría si la historia hubiera sido diferente?. Porque hay radica el quid de la cuestión: a diferencia de en la pantalla, en la vida real la protagonista no se salvó a sí misma y tuvo un final mucho más triste y trágico que el del personaje interpretado por Emily Bader.
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La serie, creada por Gemma Burgess y basada en la exitosa novela escrita de manera conjunta por las autoras estadounidenses Brodi Ashton, Cynthia Hand y Jodi Meadows, incorpora el espíritu y el contexto de la verdadera Jane Grey, pero alterando su fatídico destino y el de otras figuras históricas, al tiempo que se desvía de la realidad tanto a través de la fantasía como de la historia modificada. Eso sí, enmarca el relato con personas que sí existieron y acontecimientos que tuvieron lugar en el siglo XVI. Su vida real es sorprendente y también daría para una serie, ¿quieres descubrir quién fue la auténtica lady Jane? ¡Sigue leyendo!.
La Jane Grey real nació en 1537 en Bradgate, un pueblo de Leicester, en Inglaterra. Era bisnieta de Enrique VII a través de su abuela materna María Tudor. Y, al igual que su alter ego en la serie, era una chica inteligente y con inquietudes, demasiado independiente para la estricta educación que por entonces se dispensaba a las damas de su clase. Poseía una excelente formación humanista y protestantista, así como la reputación de ser una de las jóvenes más cultas de su tiempo, siendo conocida por sus actividades académicas en lugar de por las aristocráticas tradicionales como los deportes o la caza. Se trataba de una joven muy preparada que hablaba varios idiomas, entre los que destacan el latín, el griego y el hebreo, y sentía que una profunda pasión por la teología.
Su posición parecía indicar que viviría una vida tranquila en la corte, pero su destino sería otro bien distinto. En mayo de 1553 Jane se casaba con Guilford Dudley, hijo del conde de Warwick, más tarde duque de Northumberland, quien luego sería una fuerza fundamental en el ascenso de la joven al trono. Este matrimonio fue orquestado por el padre del padre del novio, quien buscaba aumentar la influencia de su familia y posicionar a su hijo en el camino para convertirse en un rey potencial. Una unión de la que, tal y como aseguran los historiadores de la época, ni la protagonista ni su madre estaban muy a favor. “Sabemos que Jane en realidad no quería casarse con él”, explicaba a Time Nicola Tallis, autora del libro Crown of Blood: The Deadly Inheritance of Lady Jane Grey ( Corona de sangre: la herencia mortal de Lady Jane Grey).
El matrimonio y la posterior reivindicación de Jane al trono formaban parte de una maniobra política mucho más amplia. Dudley convenció al rey Eduardo VI, que era primo de Jane, cuando el monarca estaba muy enfermo de que la nombrara su sucesora para asegurarse un heredero protestante, pasando por alto a sus medio hermanas María e Isabel. Cuatro días después de fallecer el rey a los 16 años por tuberculosis, el 10 de julio de 1553 la joven era coronada como Juana I de Inglaterra. Ascenso al trono fue transformadora, al ser la primera mujer en ocupaba este cargo en Inglaterra.
Sin embargo, su reinado que acabaría en cuestión de días. El difunto rey y sus asesores no habían contado con el amplio apoyo popular que tenía María Tudor, ni tampoco con su ambición. Cuando la mujer tuvo la certeza de que su medio hermano iba a morir, partió a Anglia oriental, una región del este de Inglaterra, donde reunió a numerosos partidarios que, al igual que ella, querían restaurar el catolicismo.
Aunque el duque de Northumberland intentó capturar a María sin éxito, el respaldo popular hacia ella siguió creciendo y las cosas se fueron complicando cada vez más para la recién ascendida Juana I, que entones tenía 16 años. Bastaron tan solo un par de días para que muchos de los partidarios de la monarca la abandonaran. Entre ellos, su propio padre, el duque de Suffolk, quien convenció fácilmente a su hija para que renunciara a la corona. Su reinado fue tan fugaz, de 10 al 19 de julio, que la joven pasó a la historia con el sobrenombre de 'la reina de los nueve días'.
María Tudor reclamó lo que consideraba suyo y ocupó el lugar de Jane siendo coronada como María I de Inglaterra. Tras ello, el 19 de julio de 1553, la joven fue encarcelada en la Torre de Londres acusada de alta traición, mientras que el duque de Northumberland, su principal aliado, fue ejecutado un mes después. Aunque inicialmente, Jane evitó ser ejecutada. Más tarde, comenzó a ser vista como una amenaza a la corona cuando su padre Henry Grey, se involucró en la Rebelión de Wyatt, un levantamiento popular surgido por la oposición a los planes de la reina María de contraer matrimonio con Felipe II de España.
En consecuencia, tanto Jane como su esposo fueron decapitados el 12 de febrero de 1554, camino que siguió su progenitor dos días después. Un trágico final para un personaje que aparece en los libros de historia como una víctima inocente del despiadado juego de poder de su propia familia.