Antonio Pérez Henares (Bujalaro, Guadalajara) es una figura muy reconocida del periodismo en nuestro país, con una extensa trayectoria profesional a sus espaldas que arrancó en el diario Pueblo a los 18 años de edad. Actualmente, colabora en diversos medios y escribe novelas muy leídas sobre diferentes pasajes de la Prehistoria, la Edad Media y la gesta española en América, las tres temáticas que más le apasionan.
El juglar (Ed. Harper Collins) es su última novela, una trama repleta de historia y aventuras sobre el mundo de los juglares y la transmisión del Cantar de mío Cid, obra fundamental para la expansión del español y sobre la que plantea una teoría sobre su autoría. Con Chani hablamos en su despacho, un espacio repleto de libros y recuerdos de sus innumerables viajes por el mundo.
- Los juglares en la Edad Media cantaban al pueblo llano batallas, gestas, etc. ¿Eran los auténticos periodistas o cronistas de su tiempo?
Eran muchísimo más que eso, ya que transmitían no sólo las buenas y malas noticias sobre batallas o gestas, sino también acerca de distintos sucesos de todo tipo de los que habían sido testigos o habían escuchado. En los juglares estaban todos los ingredientes de la prensa actual, eran también el ¡HOLA! de su tiempo.
Los más humildes eran los llamados cazurros, que no sabían leer ni escribir, pero que rimaban maravillosamente. Iban de pueblo en pueblo, de feria en feria y de plaza en plaza cantando versos y copillas en lengua romance que quedaban grabados a fuego en la memoria colectiva. Ellos fueron los que pusieran la piedra angular del español, una lengua que hoy hablamos 600 millones de personas.
- ¿Cuál era la diferencia principal entre los trovadores y los juglares?
Los trovadores eran la élite de los juglares y empezaron a venir de la Occitania. A diferencia de muchos juglares, ellos sabían leer y escribir, dominaban el latín y gozaban de una gran cultura. Eran señores, dueños de castillos y condes, pero normalmente no cantaban sus versos por considerarlo vulgar, algo que les haría descender de su pedestal de eminentes poetas. Cedían sus composiciones a otros juglares para que lo hicieran.
Muchos trovadores provenzales gozaron de gran prestigio, pero sus textos resultaban más complejos y alambicados. Por eso, acabaron por imponerse las letras más sencillas y emocionales que cantaban los juglares en lengua romance, pues era lo que más y mejor llegaba al pueblo. De hecho, son esos versos los que más han perdurado con el paso de los siglos.
A Alfonso II de Aragón le apodaban el Trovador, por acoger en su corte a los mejores juglares y poetas, lo mismo que ocurría en la corte de su primo Alfonso VIII de Castilla. Ambos reyes atraían y protegían la cultura y a sus protagonistas de entonces, que no eran otros que los juglares y trovadores.
- También había juglaresas en la Edad Media. ¿Cómo se desempeñaban estas mujeres?
En el mundo de los juglares, los llamados cazurros solían formar parte de una tropilla en la que iban el ciego, el come fuegos, el lisiado, el saltimbanqui, el malabarista, etc. Juglaresas siempre hubo, sobre todo mujeres danzaderas y soldaderas, que bailaban y tocaban instrumentos como el laúd, la vihuela y el rabel.
En este sentido, hay una escena que impacta especialmente y que está bien documentada. Ausente el rey y emperador Alfonso VII de Toledo, los almorávides cercaron la ciudad y, en un momento dado, en lo alto del alcázar cristiano apareció la mismísima reina Berenguela acompañada por un buen número de sus damas cantando melodías y tocando instrumentos. La reina les gritó que sólo allí había mujeres y que pronto las tropas mandadas por su esposo caerían sobre sus espaldas. Ante semejante espectáculo, el campamento musulmán quedó petrificado y acabaron abandonado el infructuoso asedio.
- El Cantar de mío Cid subyace en toda la novela y al final reflexionas sobre su autoría. ¿Cómo calificarías esta obra?
Es nuestra Iliada, una obra grandiosa y la principal de factura épica que hay en el mundo. A diferencia de otras obras, su protagonista no es un emperador, un rey o un rico conde, sino un humilde hijodalgo, un hombre pegado al terreno y que conecta de una manera tremenda con el sentir y las emociones del pueblo llano. En el cantar se van conjugando historia y leyenda, pero es tan poderoso el relato que al final se apropió de la historia.
Es también una obra propagandística que se ha empleado a lo largo de los tiempos. De hecho, la primera vez que se lee es en 1199, justo cien años después de la muerte de Rodrigo y cuando la España cristiana está en grave riesgo después de la derrota en Alarcos. Que fuera en el monasterio de Santa María de Huerta y en ese año pienso que no es casualidad, ya que allí está enterrada Sancha Garcés, biznieta del Cid. Además, asistió el mismísimo rey Alfonso VIII de Castilla, tataranieto del Cid.
En mi opinión, la primera parte del poema, que narra la salida al destierro desde San Pedro de Cardeña, tuvo que tener su origen en alguien que estuvo allí, un juglar que conocía perfectamente el terreno y que acompañó a las mesnadas. Soy de esa zona, del común de la tierra de Atienza, y el autor demuestra un conocimiento exhaustivo de su orografía, distancias, pueblos, castillos y aldeas. Luego, con el paso del tiempo surgieron nuevos versos y cantares cidianos que se fueron transmitiendo por otros juglares hasta que Per Abbat, recopiló y escribió el texto cuando éste era más necesario. Ese Per Abbat pudo ser perfectamente Pedro, Abad de Santa María de Huerta.
"El Cid tuvo un hijo, Diego, que murió en batalla cuando el flanco mandado por el conde García Ordoñez huyó y le dejó a merced de los moros en Consuegra. Y también tuvo dos hijas, Cristina y María, no doña Elvira y doña Sol, y que se casaron con reyes de Aragón y de Navarra, tal y como concluye el texto del cantar" relata Antonio
- Las auténticas hijas de Rodrigo Díaz de Vivar estuvieron, de alguna manera, presentes en la crucial batalla de las Navas de Tolosa de 1212. ¿De qué manera?
El Cid tuvo un hijo, Diego, que murió en batalla cuando el flanco mandado por el conde García Ordoñez huyó y le dejó a merced de los moros en Consuegra.
Y también tuvo dos hijas, Cristina y María, no doña Elvira y doña Sol, y que se casaron con reyes de Aragón y de Navarra, tal y como concluye el texto del cantar. María, con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona. Años después de su muerte, cuando el Cantar de mío Cid estaba en auge, el condado ya pertenecía al reino de Aragón.
En cuanto a Cristina, se casó con Ramiro, un infante navarro con el que tuvo un hijo que será rey de Pamplona, García Ramírez el Restaurador, al recuperar el trono en poder de Aragón. De él desciende Sancho VI el Sabio y, a su vez, Sancho VII el Fuerte, tataranieto del Cid y presente en las Navas. García Ramírez también tuvo una hija, Blanca Garcés, que se casó con el rey de Castilla, Sancho III y tuvo un hijo, Alfonso VIII, el de las Navas.
Pero es que hay más, García Ramírez tuvo en su vejez una segunda esposa, Urraca la Asturiana, con la que tuvo a Sancha Garcés, biznieta del Cid que se casó con el poderoso Pedro Manrique de Lara.
- ¿Qué tiene Chani Pérez Henares de juglar?
Pues yo creo que mucho, soy periodista y escritor e incluso me atreví con dos poemarios que por ahí andan. Los grandes cantares de gesta son novelas en verso, ya que la novela moderna la inventó Cervantes, aunque él mismo hiciera composiciones en verso en obras como La Galatea. Pero, sobre todo, destacaría esa transversalidad de los juglares, algo que me ha marcado a lo largo de mi vida, ser los oídos y los ojos de lo que acontece.
También tengo alma viajera y de aventura. Poder viajar con mis novelas es el mayor premio, no viajo porque deba hacerlo para conocer al detalle los lugares y escenarios históricos que voy a plasmar en el libro, sino porque es una recompensa que disfruto muchísimo.
Por último, el alma de mi abuelo la tengo muy presente, ya que también era un juglar y me recitaba romances como el de La loba parda.
"Este verano me voy a Panamá con el sobrino de Miguel de la Quadra-Salcedo, Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, su mujer, Isabel Ussía, hija de Alfonso, algunos veteranos más y unos 150 chavales, además de un gran equipo médico y monitores" revela el autor
- ¿Eras muy de manías o ritos? ¿Dónde y cómo escribes?
Soy un hombre muy vinculado al medio natural, al mundo rural, a la naturaleza y al monte. Una cosa que suelo hacer es encerrarme en mi cabaña de madera, ubicada en la sierra de Altomira, en compañía de mi perrillo. Allí entro en un estado bastante febril y escribo a raudales todo lo pensado y trabajado en los meses anteriores.
Además, estoy en mi tierra y eso me da mucha fuerza. El grado máximo de concentración lo consigo allí. La soledad, si yo la elijo, la llevo muy bien.
- Por último, en breve participarás en una expedición muy especial. Cuéntanos un poco sobre esta nueva aventura que vas a vivir este verano.
Me voy a Panamá con el sobrino de Miguel de la Quadra-Salcedo, Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo, su mujer, Isabel Ussía, hija de Alfonso, algunos veteranos más y unos 150 chavales, además de un gran equipo médico y monitores.
La selva del Darién es de las más espesas del planeta, un vergel que te come y en el que no ves el sol ni el cielo. Confío en aguantar, bien pertrechado ante los mosquitos, y superar los días malos que seguro tendré con el apoyo de los compañeros y con mi maestro y amigo Miguel de la Quadra-Salcedo siempre en la memoria. De hecho, soy el único de los que vamos que viajó con él a Panamá en la Ruta Quetzal de 1999, hace 25 años.
Por supuesto, esta expedición de España. Rumbo al Sur, tendrá muy presente y recordará el inmenso legado español en América y las gestas de nuestros marinos, descubridores y exploradores. El mundo cambió como no lo había hecho hasta entonces y el imperio español se expandió y mezcló por todos los confines del continente.