Eran las siete y media de la tarde de un 8 de julio para recordar. El sol comenzaba a ponerse por el oeste y el atardecer iluminaba el Palacio de El Rincón. No faltaba detalle. Toda la finca estaba decorada y cuidada a la perfección para acoger la que, sin duda, fue la boda del año 2023: la de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. El 'triunfo del amor'.
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La habitación de la tía Paloma -adornada con peonías, rosas y tulipanes- fue el lugar escogido por la novia para prepararse y compartir con su madre y sus hermanas los momentos previos al enlace. Mientras que las estancias del recordado marqués de Griñón, Carlos Falcó, fueron el escenario de encuentro del novio y sus amigos para brindar por el día más importante de su vida.
Nadie quiso perderse este día. Todos sus allegados quisieron demostrarles su cariño y acompañarlos en esta celebración tan única y especial. Desde sus familiares, como Isabel Preysler -madre de la novia vestida con un diseño con aire revival de los 80 de Carolina Herrera-; Manuel Falcó -casado con Amparo Corsini-, Xandra Falcó, Aldara Falcó, Duarte, Chábeli Iglesias, Julio Iglesias Jr. y Ana Boyer -hermanos de la marquesa-; Álvaro Falcó -primo de Tamara- casado con Isabelle Junot; Carolina Molas -madre del novio-; y Jaime y Alejandra Onieva -hermanos de Iñigo-. Hasta los amigos de la pareja, como Cari Lapique, Juan Avellaneda o Vicky Martín Berrocal; rostros tan conocidos como los príncipes Alessandra de Osma y Christian de Hannover, Eugenia Martínez de Irujo, Eugenia Silva o Khali El Assir; amigos del mundo de la comunicación como Pablo Motos, John Kortajarena, Nuria Roca o Juan del Val; y amigos del mundo de la gastronomía como Pepe Rodríguez o Samantha Vallejo-Nágera; entre otros. El gran ausente de la celebración fue Enrique Iglesias y el más recordado Carlos Falcó -padre de la novia y heredero de la residencia donde tuvo lugar toda la boda-. No obstante, su hija se encargó de que estuviera presente en cada detalle y fue homenajeado en distintas ocasiones.
Entre saludos, fotografías y un desfile de looks de lo más elegantes, comenzó a sonar el mítico Canon en Re Mayor, de J.Pachelbel y fue entonces cuando se hizo el silencio y la magia hizo el resto.
Íñigo Onieva, vestido con un chaqué a medida de Canali para Yusti, hizo su entrada nupcial acompañado por su madrina y madre Carolina Molas. Su expresión lo decía todo. No podía estar más feliz y a la vez nervioso ante el altar. En segundos, vería aparecer a la mujer de su vida. Convertida en una princesa de cuento con un diseño a medida de Carolina Herrera diseñado por Wes Gordon, una tiara que perteneció a su abuela paterna, y al son de A Prayer Largo, de la ópera Xerxes, de G.F. Haendel; Tamara Falcó aparecía en escena junto a su padrino y hermano mayor, Manuel Falcó. A su paso, los invitados la observaban emocionados y a alguno, como a su hermana Chábeli Iglesias, se le escapaba alguna lágrima de emoción. El encuentro fue de película, la mirada cómplice de los novios provocó una sonrisa en sus rostros que no se desvaneció en ningún momento de la ceremonia.
El padre Cruz y guía espiritual de la novia fue el encargado de oficiar el acto, mientras que Ana Boyer, Jaime Onieva, Aldara Falcó, Álvaro Falcó, Alejandra Onieva y Cháveli, recitaron las lecturas. La misa fue inolvidable y el intercambio de alianzas, emocionante, pero si algo se quedó grabado en la memoria de todos los allí presentes fue el momento del ‘sí, quiero’. Ese instante especial e irrepetible en el que Íñigo levantó el velo de Tamara y sellaron su historia de amor con un bonito beso acompañado por la canción Con te partirò, de J. Sartori. Y como marca la tradición, después de las firmas de los testigos, fueron recibidos con los aplausos de todos sus seres queridos, que lanzaban pétalos creando una lluvia de rosas blancas.
Lo que vino después fue toda una celebración del amor. Desde la cena a la fiesta posterior, todo estaba pensando al milímetro para que los novios y los invitados disfrutasen de una velada única. Los jardines conocidos como las praderas de Júpiter conformaron el escenario perfecto para el cóctel y el reconocido chef Eneko Atxa -de cinco estrellas Michelin- fue el encargado de crear la lujosa experiencia gastronómica de 20 entrantes diferentes. Una degustación que estuvo acompañada por la música en directo de la Aston Band, un grupo de Londres del que el empresario es ‘fan’.
Al sonido de Walk the Moon, de Shut Up and Dance, los novios inauguraron su cena de boda mientras los invitados los recibían con una hilera de bengalas. Es entonces cuando todos descubrieron el segundo vestido de novia de Tamara. Un diseño de Carolina Herrera New York de seda de color rosa melocotón con volantes. El convite se sirvió en mesas imperiales -todas designadas con los nombres de los restaurantes favoritos de los recién casados-. La decoración fue exquisita, seguía el estilo clásico y ‘royal’ que se buscaba conseguir. Y el detalle de obsequiar a cada invitado con una selección de chocolates Pancracio- conquistó a todos los presentes.
El menú fue obra del mismo chef que realizó el cóctel, el vasco Eneko Atxa. Su estilo tradicional y sostenible salió a la luz en cada uno de los platos, teniendo como principal, el pinchón asado -en honor al marqués de Griñón-. Además, no faltó un buen champán para acompañar, ni tampoco una exclusiva selección de cócteles -a cargo de The Bar Edition-.
Ya para acabar, antes de comenzar la noche de fiesta. La emoción volvió a ser la protagonista. Manolo Falcó tomó la palabra y dedicó unas palabras a El Rincón, a sus tíos -los herederos de la casa antes de Carlos Falcó- y a los novios. Íñigo cogió el relevo y deleitó a todos los invitados con unas bonitas líneas de agradecimiento hacia su familia, que “sin vuestro cariño no hubiese podido llegar; habéis sido mi gasolina”. También se dirigió a su familia política pidiéndoles perdón por lo ocurrido meses antes de la boda. Y continuó dedicándole unas frases a su amada esposa: “Gracias a ti, mi amor, porque eres magia. Y porque eres un regalo de Dios que no sé si ni me merezco. (…) No te puedo admirar más en todos los sentidos. (…) Haces que yo sea una mejor persona cada día y sacas lo mejor de mí”. El discurso finalizó con un homenaje a Carlos Falcó, acto seguido la marquesa de Griñón entregó no uno, sino ‘siete’ ramos de novia, y el resto, es historia.