Si algo tiene claro Teresa Portela a las puertas de su séptima cita olímpica es que va dispuesta a "estar entre las mejores”. La piragüista, que además der ser mujer de récord, referente para las nuevas generaciones y la deportista española con más participaciones en los Juegos Olímpicos, es orgullosa mamá de una niña de 10 años, cuenta las semanas para medirse en la prueba K4-500 junto a sus compañeras Sara Ouzande, Estefanía Fernández y Carolina García. Será el próximo 6 y 8 de agosto cuando, frente a la mirada de todo el planeta, se suba a la embarcación para ofrecer su cien por cien sobre las aguas francesas. Sin frenos ni barreras, como le gusta decir, y orgullosa del trabajo y sacrificio realizados, la gallega que da nombre y apellidos en nuestro país a la disciplina que practica afronta un reto sin precedentes tras soplar las velas de su 42 cumpleaños. De ello, de sus primeras ‘paladas’ siendo una niña, de las claves de su arrebatador éxito en el alto rendimiento durante un cuarto de siglo, de sueños superados con creces y de la preciosa familia que ha construido hablamos con ella.
Tu interés por el piragüismo nace, igual que tú, en Cangas con tan solo 9 años. Pero, lo que comenzó siendo un juego de verano junto a tus amigos terminó por convertirse en tu vocación. Desde aquel primer contacto con este deporte, ¿cuánto tiempo pasó hasta que te planteaste que podría convertirse en algo más?
Empecé el piragüismo con 9 años en Aldán como un plan para el verano para pasar con mis amigas en la playa y lo de disfrutar ese plan se alargó ese invierno y hasta día de hoy. En un inicio era mi hobby, además mis padres me habían inculcado que lo primero eran los estudios, hasta que sentí que ya consideraba esto mi trabajo. Con 18 años me fui para el equipo nacional en Sevilla y ahí ya sentí que era mi trabajo. Diría que ese fue el momento clave.
Llevas un cuarto de siglo al máximo nivel mundial en tu deporte, seis JJOO a tus espaldas y cuentas los días para afrontar su séptima cita olímpica. ¿Soñó algún día aquella niña repleta de ilusiones con lograr los retos que has cumplido durante tu trayectoria?
Aquella niña de 9 años que empezó a hacer piragüismo jamás se planteó ir a unos Juegos Olímpicos, ni a dos, ni a siete, ni ganar una medalla olímpica. Yo en aquel momento pensaba en disfrutar, en pasarlo bien y aprender a andar en piragua y no caerme. A medida que iban pasando los años, siempre he planteado mi carrera deportiva como una temporada más, una más, una más... Nunca hice mis cábalas ni me planteaba 'quiero ir a no sé cuántos Juegos’, nunca. Desde luego, he superado cualquier sueño que pudiese tener a medida que han pasado los años. La gran sorpresa llegó cuando fui a los primeros Juegos Olímpicos a Sídney. A partir de ahí, me fui planteando objetivos de ‘bueno, en los siguientes me gustaría poder estar una final y conseguir diploma’, después de conseguir cinco diplomas olímpicos, quería la medalla olímpica, que se hizo esperar al conseguirla en los sextos Juegos… Pero jamás aquella niña de 9 años, o incluso con 20 años, pensó que estaría un cuarto de siglo en la élite. Estoy muy orgullosa. Estoy feliz de mi carrera deportiva y, sobre todo, disfrutando. El deporte de élite es muy sacrificado, es muy duro, pero también me está dando unas alegrías y unas recompensas enormes.
Después de tantas alegrías y recompensas, ¿crees todavía que tu mejor tiempo está por llegar?
Yo creo que me encuentro en mi mejor tiempo. Siempre pienso que, al final, cuando una entrena para unos Juegos Olímpicos, cada día quiere ser mejor que el día anterior, y mejor que cada temporada. Siempre entreno queriendo ser la mejor y, aparte de eso, con la esperanza de que voy a ser la mejor. Todo lo que consiga, bienvenido sea. Me siento feliz, muy feliz, con todo lo que he conseguido hasta ahora y tengo este nuevo objetivo que son los Juegos de París y voy a por ellos, que lo mejor está por llegar. Quiero pensar que sí, claro que sí.
Y el hambre por superarte, ¿va en aumento?
El hambre por superarme, bueno, yo pienso que sí. Creo que es la clave de todo trabajo, si no quisiéramos superarnos y ser cada día mejores e intentar dar un pasito más, el día a día se haría sería muy desmotivante, ¿no? Ya no hablo solo en el deporte, sino en cualquier trabajo, llega un momento en que necesitas motivación, estímulos y dar más. El día que no tenga ese plus, difícilmente voy a poder estar compitiendo a nivel mundial.
¿Cuál es la clave para permanecer motivada durante tantos años?
Diría que marcarse objetivos a corto plazo. Es muy difícil estar entrenando hoy sabiendo que este entreno me va a valer para el año 2028 o 2032 porque necesitas ver un objetivo cercano y palpable. Yo creo que la clave de mi carrera deportiva ha sido esa: ir cada temporada estableciendo un objetivo, desde el Campeonato del Mundo, el Campeonato de Europa o los Juegos Olímpicos. Lo que toque esa temporada. Ir marcándome metas sabiendo a dónde quiero llegar y lo que quiero luchar por conseguir. A partir de ahí, entrenar estando centrada en ese objetivo, y la verdad que una cosa me ha llevado a la otra y año a año me doy cuenta cuando echo la vista atrás.
Tras pasar por diferentes pruebas, ahora eres una de las bazas de la K4-500 femenino junto a Sara Ouzande, Estefanía Fernández y Carolina García. ¿Qué sensaciones tiene el equipo en la cuenta atrás de la competición?
Ahora mismo, la prueba en la que estoy centrada es la K4-500 y nos quedan dos meses de entrenamiento. Estamos muy ilusionadas las cuatro, tenemos buenas sensaciones, nos encontramos bien y venimos de un año en el que hemos conseguido la plaza olímica y la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo. Vernos ahí con grandes referencias como son Nueva Zelanda o Polonia, nos ilusiona y estamos deseando volver a vernos ahí y pelear. Sabemos que va a ser una prueba dura y difícil, pero ahora mismo, a día de hoy, no hay ninguna favorita clara, vemos que está todo muy igualado y eso, por otro lado, también da ese plus de que estamos ahí y vamos a pelear y a luchar por estar entre las mejores.
¿Cómo es la preparación previa al gran día a nivel físico y psicológico? ¿Qué diferencias destacarías entre hacerlo a nivel individual o grupal como es el caso?
A nivel físico, la preparación previa se basa en entrenar y trabajar lo que es la K4-500: el acoplamiento porque tenemos que ir muy sincronizadas y acopladas, la fuerza muscular, porque es una prueba explosiva y necesitamos ser rápidas, y la resistencia para aguantar esos 500 metros. El lado psicológico se dirige a afrontar el día a día, que es duro porque hay una carga de trabajo importante y tolerar esa fatiga, ese cansancio, no es fácil. La gestión individual y colectiva es diferente. En una época competí en barcos de equipo, después pasé a nivel individual; la verdad que fui muy feliz también compitiendo y entrenando en el K1 y ahí te gestionas tú a tu manera para lo bueno y para lo malo, te enfrentas tú sola. Ahora en barcos de equipo ya no solo siento que es entrenar e ir acopladas a nivel físico, sino también hay una parte de querer que el resto de compañeras estén bien físicamente, pero, sobre todo, que estén bien mentalmente y estar fuertes. La clave para que los resultados salgan es hacer piña entre todas, que haya buen ambiente y se trabaje bien.
Y con los nervios, ¿qué tal te llevas?
Con los nervios me llevo bien, al final, son necesarios. Cuando estás bien preparada y vas a una competición esa tensión que hay es necesaria. También la experiencia, los años y las competiciones que llevo encima me han hecho saber gestionarlo y saber cómo hacer para que esa tensión sume y no te reste, ni te colapse, ni te bloquee. Considero que los tengo bien gestionados.
Dejando de lado lo que está dentro de vuestro control, ¿hasta qué punto pueden afectar al resultado los factores externos como la calle que te toca?
Es verdad que hay competiciones en las que existe desigualdad porque en piragüismo depende mucho de lo que toque ese día, de ahí la importancia de entrenar, porque puedes tener viento a favor o en contra, viento de lado, olas o sin olas… Saber manejarte ante cualquier circunstancia es fundamental porque no es un espacio cerrado con unas condiciones constantes. Hay que saber adaptarse a lo que toque ese día y muchas veces el problema es cuando te condiciona la calle; hay veces en las pistas que está más resguardada una calle que otra y se puede ver más favorecida una calle que otra. Entonces, cuando te estás jugando entrar en una final, luchar por medallas o algo importante, ver que alguien sale beneficiado es injusto. En ese caso, hay desigualdad, pero no siempre pasa. Ya te digo que hay que entrenar ante cualquier circunstancia porque nuestro deporte es eso, que estás al aire libre y, haya las condiciones que haya, también ahí se demuestra no solo quién es la más rápida y la más fuerte, sino la que mejor se adapta al medio.
La primera vez que disputaste unos JJOO fue con 18 años en Sídney. Desde entonces, ¿cómo ha cambiado tu forma de afrontar un reto como este?
Los primeros Juegos fueron con 18 años, todavía era junior, y para mí fueron un auténtico premio. Los viví y disfruté y evidentemente la manera de afrontar esos Juegos fue absolutamente diferente al resto de ocasiones. Para mí, entonces, hiciese lo que hiciese, iba a estar bien el resultado que se sacara. Ya el resto de Juegos los he afrontado desde otra posición, de venir de Mundiales siendo el medallista y de ir con opciones de medalla. Ahí el reto ya era diferente, tenía más autoexigencia y ya me exigía estar en una final y poder luchar por medallas.
Fuiste subcampeona olímpica en Tokyo y cuentas con cinco diplomas olímpicos, además de 59 medallas internacionales. ¿Qué significaría para ti alzarte con una medalla en París? ¿Has pensado cómo lo celebrarías?
Imagínate, se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo, sería absolutamente increíble. Poder volver a disfrutar y poder volver a subir al podium… Volver a tener esa sensación me encantaría. Cada día entreno visualizándome y pensando que es posible y que podemos hacerlo. Me gustaría volver a vivir esa sensación y que quedara en mí para siempre. Todavía no he pensado cómo lo celebraría, pero ya te digo que como más me gustaría es llegando a casa y estar con mi familia tranquilos, sin grandes celebraciones, solo juntos y descansando.
Han pasado 10 años desde que fuiste madre de tu hija Naira junto a tu pareja el también piragüista exolímpico David Mascato. ¿Fue fácil tomar la decisión de ampliar la familia?
Tomar la decisión fue difícil porque en mi profesión dependo de mi estado físico y, claro, pasar por un embarazo es complicado porque implica también un parto y un postparto, pero tenía claro que quería ser madre y ya llegó un momento que dije 'no lo quiero posponer más, la prioridad en este momento es ser madre y a la vuelta si sigo o no sigo, eso ya con el tiempo lo iré viendo’. Tomar la decisión no fue fácil porque además siempre te ves envuelta, cada año hay Mundial o Europeo, cada cuatro, los juegos Olímpicos y un año antes hay que conseguir plaza… Es un círculo continuo, siempre hay cosas que hacer, pero lo hice y pensé que ya se vería si seguía remando o si mi cuerpo volvía otra vez a estar como estaba al cien por cien.
Tu pequeña es tu prioridad y tu mayor orgullo y desde que llegó al mundo no has hecho más que encadenar éxitos profesionales. Un mes después de dar a luz volviste a los entrenamientos y 17 meses más tarde fuiste al Campeonato del Mundo y conseguiste plaza olímpica y medalla de bronce. ¿Dirías que su llegada impulsó también tu carrera?
Creo que mi mejor rendimiento y mis mejores resultados vinieron después de ser madre. De repente, todo el mundo me decía que iba a cambiarme la vida, que evidentemente te cambia, pero para mí mi prioridad es mi hija y yo estoy bien al cien por cien si sé que ella está bien. Mi vida dio un giro muy grande pero entonces, cuando iba a entrenar, aprovechaba ese momento al máximo. Un mes después de dar a luz ya estaba remando otra vez, intentando recuperar la forma mientras me sentía en un cuerpo en el que nunca me había visto. Ahí vienen las dudas mentales de ‘¿volverá mi cuerpo a ser competitivo?’, ‘¿volverá a ser el mismo?’, ‘¿podré volver a ser tan fuerte y rápida?’. Muchas dudas. Pero esas dudas se despejan cuando te pones manos a la obra en el día a día. La mejor de mis decisiones fue luchar por el camino más difícil, que fue tener a mi hija y ponerme a entrenar para intentar conseguir la plaza el año siguiente. Ese año que nació mi hija, en 2014, no fui al Campeonato del Mundo, me empecé a preparar para el año siguiente, para conseguir la plaza para los Juegos de Río. Aquello fue muy duro a todos los niveles, pero ahora, echando la vista atrás, me doy cuenta de que haber pasado por todo fue la mejor de las decisiones porque 17 meses después de haber dado a luz conseguí la medalla de bronce del Campeonato del Mundo y logré el pasaporte para esos Juegos. Conciliar el día a día no es fácil y llegar a todo es imposible, pero trato de gestionarlo de la mejor de las maneras. Me siento orgullosa.
¿Cómo te cuidaste durante el embarazo para que tu recuperación fuera tan rápida? ¿Y en el posparto?
La verdad es que tuve un embarazo muy bueno y eso me permitió seguir manteniéndome activa. Lo hablaba con los médicos y estaba perfectamente. No hice locuras, pero me mantuve y creo que la clave de mi rápida recuperación también pasa por haber estado activa durante esos meses. Cuando me venían las dudas de si podría volver a competir tras ser madre, me respondía entrenando para mantenerme físicamente y no partir de cero. Salía a remar para no perder el tacto con el agua y trataba de permanecer con mis niveles de fuerza. Después, el parto fue muy bueno y el postparto con algunas complicaciones más, pero me recuperé rápido. Para mí fue asombroso, pensé que me iba a costar más y mi cuerpo fue agradecido. Ahora se empieza a ver más, pero hace 10 años la gente se sorprendía de que siguiera entrenando, y lo hacía porque era bueno tanto para mí como para la bebé.
Dices que Naira es la mejor animadora, ¿te la imaginas siguiendo tus pasos en el piragüismo?
Mi hija siempre me acompaña a los entrenamientos y a las competiciones y es la animadora del equipo. Yo quiero que siga sus propios pasos y ahora mismo ha decidido aprender piragüismo. Ha sido una iniciativa de ella y me parece bien, igual que se va a andar en patines. ¿Que le va bien y quiere seguir y dedicarse a esto? También me parece bien, yo solo quiero que lo elija ella porque realmente quiere y le gusta, y ya está. En cuanto a las comparaciones, entiendo que es inevitable porque su padre fue piragüista y yo soy piragüista, pero desde que nació lo lleva escuchando, aunque ahora lo gestiona de otra manera.
Háblanos de tu abuela. Hace unos días la veíamos chocándote para desearte suerte antes de un campeonato. ¿Qué papel tiene ella en tu vida?
Desde pequeña mi abuela me daba tres palmaditas cada vez que iba un campeonato. Era su manera desearme suerte y cada vez que la veo, cuando nos despedimos, siempre es con un beso y esas tres palmaditas; se ha convertido en una tradición. Son las tres palmaditas de la suerte y ahora me las da tenga competición o no. Para mí ella es muy importante porque me he criado, junto con mis padres y mi hermano, en la misma casa con ella y conectamos mucho.
Otro de los grandes rasgos que te definen es el amor por tu tierra, Galicia. ¿Qué destacarías como lo mejor del lugar que te vio nacer?
Yo me defino gallega orgullosa y defiendo mi tierra porque, para mí, lo tenemos todo. Poder disfrutar del mar, la cantidad de playas que tenemos, los pantanos y embalses, un paisaje espectacular, la zona interior de costa, la gastronomía… Yo estoy enamorada de Galicia y feliz de demostrar al mundo lo bonito y lo grande que es.
Más allá de tu faceta olímpica, estudiaste Magisterio con Educación Física y Fisioterapia y abriste una clínica de fisioterapia que gestiona tu marido. Con la mirada puesta en el futuro, ¿piensas en la retirada como algo cercano o te planteas volver a participar en unos octavos JJOO?
Siempre me he preocupado de mantenerme formada y estudiar porque en lo profesional iba año a año pensando que podía ser el último. Eso hizo que tuviera inquietud por crecer en ese sentido, compaginar estudios y deporte y pensar en el futuro. Me saqué las carreras mientras entrenaba, iba a clase, hacía prácticas… Gracias a esa formación mi marido y yo abrimos una clínica de fisioterapia en O Grove, un plan B que siempre está muy bien porque de alguna manera quitas hierro al día a día y a los resultados deportivos, que ya no dependes solo de eso. Ayuda a relativizar y a afrontar los retos deportivos de otra manera. El día de mañana me veo en mi clínica y no sé si habrá unos octavos Juegos. Ahora mismo, mi vista está puesta en el 6 y el 8 de agosto, que es cuando tenemos la competición. Después ya se pensará, me voy guiando por el día a día. Me encuentro bien físicamente, motivada, y eso significa que hay que seguir. Si llegaré al 2028 no lo sé, pero no voy a ser yo la que se ponga un freno y diga que no, quién sabe. Nunca me he puesto barreras, si el cuerpo puede, adelante siempre.
Recientemente has sido distinguida en la cuarta edición de los premios Admiral y también te alzaste con el galardón Executivas de Galicia 2023 por tu contribución al empoderamiento femenino en el ámbito deportivo. ¿Qué importancia das a estos reconocimientos?
A esos premios les doy mucha importancia. Es muy bonito porque yo compito para mí, pero que el resto del mundo lo valore, lo reconozca o pierda su tiempo en pensar en mí para darme esos galardones me hace sentir muy agradecida, como por todos los que he recibido. Lo que más valoro es el cariño que siento de la gente de todo el mundo.