Este fin de semana, gran parte de la élite social y empresarial de nuestro país se dio cita en Valencia para acudir a una de las bodas más importantes de la temporada: la de Natalia Santos y Esteban Rivas.
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Unía a dos grandes sagas de empresarios y la ocasión merecía celebraciones por todo lo alto, que los novios organizaron con ilusión durante los últimos meses. Natalia es la única chica de los tres hijos del matrimonio formado por los empresarios Cristina Yanes y José Luis Santos, y el novio es Esteban Rivas, el único varón de los cinco hijos del empresario Esteban Rivas, presidente de la compañía homónima de autobuses, y nieto del fundador.
La novia lució la misma tiara familiar que eligió su madre, Cristina Yanes, para su boda: una joya de 1.255 diamantes, muchos de ellos repartidos en nueve flores con centros de aguamarinas
Un amor que, tal y como publicó ¡HOLA! hace unos días, los une casi desde niños. Los padres de los novios, Cristina y José Luis y Esteban y Cristina, son muy amigos desde hace muchísimos años y Natalia y Esteban se conocen desde que eran pequeños. Su noviazgo, discreto y feliz, comenzó cuando ambos eran adolescentes y, este fin de semana, han dado un paso más durante tres días de festejos en los que han sellado su relación para siempre.
Una ceremonia inolvidable
Pasados unos minutos de la hora prevista y con el novio, Esteban Rivas, esperando nervioso en el altar, llegaba Natalia Santos en compañía de su padre, el empresario José Luis Santos, a la iglesia de Santa Catalina y San Agustín, en Valencia, a bordo de un Rolls-Royce Silver Cloud.
El vestido, confeccionado por Navascués en crepé de seda, tenía una falda de línea fluida y terminaciones en escote y bajo de ondas. Para el velo y la cola se bordaron a mano más de 40 metros de tul
Emocionada, luciendo con orgullo la tiara de diamantes con la que se casó su madre, Cristina Yanes, y con firmeza en su decisión de casarse con el amor de su vida, la novia entraba por la puerta de la iglesia del antiguo convento de frailes ermitaños de San Agustín. Un templo cargado de historia en el que aguardaban los más de 600 invitados al enlace, sin duda, uno de los más llamativos de la temporada.
Caminó hacia el altar sonriente y del brazo de su padre al son del Ave María de Lourdes por expreso deseo de los novios, ya que son miembros de esta hospitalidad desde hace diez años.
Los gestos de complicidad de los novios durante la ceremonia fueron una constante y emocionaron a los invitados con sus gestos de cariño. La orquesta, dirigida por el maestro Juan Antonio Ramírez, interpretó numerosas piezas creando un ambiente lleno de espiritualidad que conquistó a familiares y amigos de los contrayentes.
La boda reunió a multitud de rostros conocidos, como Patricia Rato y su hija Isabella, los duques de Anjou o Patricia Cerezo y Kiko Gámez
La decoración del templo también fue cuidada al detalle. Las flores elegidas para la iglesia y la celebración fueron las mismas: hortensias y delphinium en blanco y azul, y la alfombra del pasillo central se eligió a juego, en color azul royal.
Finalizada la misa, oficiada por don Esteban Bernárdez Yanes, primo hermano de la novia, y ya como marido y mujer, recibieron el cariño de todos los presentes antes de poner rumbo a la fiesta, que se alargaría hasta altas horas de la madrugada.
Los novios abandonaron la iglesia rumbo al hotel Las Arenas en un todoterreno Defender conducido por el novio. Para mayor comodidad de los invitados, la gran flota de autocares de lujo de Esteban Rivas se desplazó a Valencia para facilitar el movimiento de un lugar a otro.
El vestido de novia
Tal y como adelantó ¡HOLA! en primicia, Natalia confió el diseño y confección de su vestido de novia a Navascués, el atelier liderado por Cristina Martínez-Pardo y responsable de algunos de los vestidos más alabados de las últimas bodas de la alta sociedad. Fue la encargada de crear el de Teresa Urquijo (amiga íntima de la novia), hace apenas unos meses, o el de Natalia, hija de Jaime Alfonsín, exdirector de la Casa Real, cuyo enlace también se celebró este fin de semana.
Tampoco se perdieron el enlace José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, íntima amiga de Natalia de sus años estudiando la carrera
Natalia Santos lució un vestido de crepé de seda, con falda de línea fluida y con terminaciones en escote y bajo de ondas, uno de los detalles, sin duda, más comentados. Las mangas abullonadas estaban confeccionadas en tul bordado en plumeti y terminadas también en ondas.
En la cintura, para resaltar su silueta, llevó un fajín de la misma tela del vestido y rematado con ondas. Una creación de lo más original hecha a medida para ella, donde quizá lo más llamativo fueron la cola y el velo. La cola, de gazar bañada con varias capas de tul bordado en plumeti, lo mismo que el velo, medía tres metros y medio de largo. Para la cola y el velo se utilizaron más de 40 metros de tul bordado expresamente para ella. El ramo de la novia fue un bouquet de peonías blancas y mugget, que combinaba a la perfección con el aire clásico del vestido.
"No hay novia más bella por dentro y por fuera. ¡Imposible ser y estar más bonita!", escribió Paloma Cuevas sobre la hija de su íntima amiga junto a una preciosa foto de ambas que compartió en sus redes, pletórica de felicidad.
Las joyas de su madre
Aunque si algo llamó la atención de todos, fueron las espectaculares joyas con las que Natalia aderezó su look de ensueño. Para gran orgullo de su madre, su única hija escogió la misma tiara que lució ella durante su boda: una diadema familiar compuesta por 1.255 diamantes, muchos de ellos repartidos en nueve flores con centros de aguamarinas y rodeadas de brillantes.
Velada, como manda la tradición, y del brazo de su orgulloso padre, que ejercía de padrino, entró en la iglesia mientras sonaba el Ave María de Lourdes
La joya fue ligeramente modificada para el gran día de Natalia por Yanes, que sustituyó los centros de diamantes por aguamarinas. También llevó los pendientes a juego, modificados de igual forma para que todo combinara.
Además, cumpliendo con lo esperado, llevó el anillo de pedida, presidido por un diamante talla esmeralda, y las pulseras de baguettes que los padres del novio le regalaron por su compromiso.
Las madres más elegantes
Si hablamos de la elegancia de la novia, no podemos olvidar la de las madres de los contrayentes, todo un ejemplo de sofisticación para una boda de noche.
Cristina Yanes volvió a deslumbrar con su elección: un vestido color azul pálido del diseñador francés Hervé Leger, con detalles de pedrería, y joyas compuestas por perlas australianas y aguamarinas, la misma piedra elegida por su hija.
Durante la ceremonia, oficiada por el primo hermano de Natalia, los gestos de complicidad de los novios emocionaron a los 600 invitados
La madrina, Cristina Traba, también vistió de Navascués y llevó un vestido en satén rosa empolvado bañado con organzas plisadas artesanalmente para ella por el equipo de la casa, que se ajustaba a la cintura con un fajín bordado en hilo.
Más de 600 invitados
Como las fiestas de aniversario del matrimonio Santos Yanes, la boda de su hija, Natalia, fue un auténtico cónclave de rostros vip. Más de 600 invitados que no quisieron perderse el gran día de estos novios a los que tanto cariño tienen. Además de las dos familias casi al completo, decenas de amigos de los contrayentes y sus padres fueron testigos de la emotiva ceremonia y, posteriormente, de todas las sorpresas de la fiesta posterior.
Los padres de Natalia y Esteban son muy amigos desde hace muchísimos años y los novios se conocen desde que eran pequeños
Paloma Cuevas (recién aterrizada del concierto de Luis Miguel en Córdoba), acompañada por sus dos hijas, Paloma y Bianca, fue una de las invitadas más elegantes, con un vestido diseñado por ella misma para Rosa Clará. Sus dos niñas, a juego en rojo, también llamaron la atención. Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas, duques de Anjou —ella se decantó por un diseño rosa de The 2Skin Co.—; Pedja y Aneta Mijatovic; Gema Ruiz, con un elegante vestido de lentejuelas verdes, y Patricia Cerezo (también de Paloma Cuevas para Rosa Clará) acompañada por su pareja, Kiko Gámez, fueron algunos de los invitados.
No fueron los únicos: Esther Alcocer Koplowitz, junto a algunos de sus hijos, fueron algunos de los familiares que no quisieron perderse el enlace. Tía y primos respectivamente de la novia hicieron gala, como suele ser habitual, de su elegancia tanto en la boda como en la preboda, celebrada la víspera.
Tampoco se perdieron el enlace José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, íntima de Natalia de sus años en los pupitres de ICADE.
"No hay novia más bella por dentro y por fuera. ¡Imposible ser y estar más bonita!", escribió Paloma Cuevas sobre la hija de su íntima amiga
Enrique Cerezo, presidente del Atlético de Madrid; Lydia Bosch; Javier Moro y Patricia Rato, con la hija menor de ella, Isabella Ruiz de Rato; Marián Camino; Pepa Muñoz; el político Francisco Camps y su mujer, Isabel Bas, o las influencers Claudia Parras y Mónica Anoz, así como Sonsoles Onega acompañando a Juan Monte; Helena Boyra; Lola Fernández Ochoa; Begoña y Pedro Trapote; Esther y Vicente Boluda; Nuria March y Donald Johnston; Sandra García-Sanjuán y su marido, Ignacio Maluquer y Jesús Gil Marín y Carmen Oset con su hija Rocío, son un buen ejemplo de la gran reunión de rostros conocidos que no quisieron faltar a esta cita en Valencia.
Una boda por todo lo alto que tuvo como escenario principal uno de los hoteles más emblemáticos de la cadena propiedad de su familia.
En un enclave familiar
Tal y como adelantamos en estas páginas, la novia preparó, con la inestimable ayuda de su madre, conocida por su gran hacer como anfitriona, y la de su tía, la wedding planner Marian Yanes, una boda de ensueño.
La diseñadora cordobesa acudió en compañía de sus dos hijas, Paloma y Bianca, vestidas de color rojo a juego. Ella fue una de las más elegantes, con un vestido de su colección
Fue el hotel Las Arenas, en Valencia, propiedad del grupo hotelero familiar de los Santos, el enclave que sirvió como escenario de la celebración de la boda. Además, acogió a gran parte de los invitados durante las jornadas previas para facilitar la logística de todos. Todos ellos fueron recibidos en sus habitaciones con obsequios personalizados y una tarjeta dedicada personalmente a cada uno de los invitados.
De hecho, era imposible reservar entre el 26 y el 29 de junio, temporalmente cerrado al público para preservar la intimidad de unos días como estos. Las reservas se retomaron el domingo 30, cuando quedó oficialmente inaugurada la temporada de verano.
Las Arenas es el único hotel-spa de 5 estrellas de gran lujo en Valencia. Combina la belleza arquitectónica del histórico balneario Las Arenas, fundado en 1898, con la elegancia del diseño moderno que caracteriza a los hoteles del grupo.
Menú valenciano
El hotel fue completamente transformado a gusto de los novios para que todo saliera tal y como lo habían imaginado. De hecho, su entrada en la cena fue memorable. Natalia y Esteban bajaron por una impresionante escalinata de mármol blanco hasta el jardín, donde los invitados esperaban para cenar y donde remataron su aparición con su romántico baile al son de My heart will go on, el conocidísimo tema central de Titanic, que muchos invitados cantaron mientras los veían bailar.
El menú fue un homenaje a la gastronomía valenciana. Servido en tres pases, estaba compuesto por un entrante, "cremá"; un principal, "plantá", y un postre, "mascletá"
Cuando terminó el baile, el estallido de los fuegos artificiales tan típicos de la ciudad del Turia dejó sin palabras a todos los presentes, sentados en mesas definidas cada una de ellas con un tema valenciano: la de Francisco Camps se llamaba "President de la Generalitat", y la de Pedja Mijatovic, "Mestalla".
Los servilleteros envolvían una bola de luces led que cambiaban de color y estaban sujetas con un servilletero de anillo para las invitadas y un palo de golf para los invitados. Como decíamos, todo fue cuidado al detalle.
El menú, por supuesto, suponía un auténtico homenaje a la gastronomía valenciana. Servido en tres pases, estaba compuesto por un entrante, "cremá" de tomates rojos o verdes de la huerta valenciana con minitartar de bogavante, fresas y frambuesas y sorbete de aceite de oliva; un principal, "plantá" de lubina de la costa valenciana, con guarnición de arroz cremoso de la Albufera y setas, y un postre, "mascletá" de Peta Zetas con helado de yogur, sopa de fresones y aderezo de chocolate caliente.
Se maridó con una excelente bodega: vino tinto Marqués de Murrieta Reserva 2019, vino blanco Montejuelo Rueda y champán Moët & Chandon.
Cuando terminó el baile, el estallido de los fuegos artificiales, tan típicos de la ciudad del Turia, dejó sin palabras a todos los presentes
Como recena, sirvieron horchata con fartons y chocolate con churros.
Forofos y ofrenda floral
La boda estuvo llena de anécdotas que la dotaron de una energía inolvidable. La novia es supermadridista y el novio superatlético, por lo que algunos de sus invitados quisieron sorprenderles por todo lo alto. Tanto los primos del novio como los de la novia prepararon una divertidísima coreografía entremezclando los himnos de los dos equipos (creada por Materia Prima) y ataviados con atrezo de los dos equipos y sus respectivas banderas.
De esta manera, quisieron rendir homenaje a que el amor está por encima de los colores y la afición, mezclándose entre ellos y resultando superentrañable y divertido.
Otro de los momentos más recordados de la noche fue la tradicional entrega de ramos a las invitadas, inspirada en la ofrenda floral a la Virgen de los Desamparados. Ante una imagen de tres metros de altura, la abuela materna, las madres de los novios y algunas amigas depositaron los ramos en el manto de la virgen, como cada año, durante las Fallas, hacen los valencianos.
Natalia y Esteban eligieron para su primer baile como recién casados el tema central de la película Titanic, My heart will go on, de Céline Dion
Para animar la pista de baile, escogieron como primera canción un tema también conocido por prácticamente todos: Ave María, de David Bisbal, que instantáneamente tuvo el efecto esperado por los novios, desatando la diversión de todos los presentes.
El DJ que escogieron Natalia y Esteban fue una apuesta segura: Mickey Pavón animó la fiesta hasta altas horas de la madrugada.
Golf, cóctel y brunch
Aunque el día central de celebraciones fue el sábado, los días previos, familiares y amigos fueron llegando a Valencia para empezar a disfrutar de los festejos. Es habitual en bodas fuera de Madrid que los novios no solo celebren una preboda, sino, además, alguna actividad que entretenga a los invitados y permita que se conozcan mejor.
En esta ocasión, según confirmaron algunos invitados a ¡HOLA!, fueron convocados a un torneo de golf en el que los buenos momentos estuvieron asegurados. A los novios les encanta practicar este deporte y organizaron varios equipos para que la gente compitiese entre sí, en el Club de Golf El Saler, la mañana previa a la boda.
Por la noche, volvieron a reunirse para disfrutar de un cóctel de bienvenida en el que brindar por los novios en la que fue su última noche como solteros.
El domingo, para recuperarse de la boda y tener ocasión de poder comentar en persona cada detalle y anécdota del gran día de los protagonistas, la pareja también organizó un brunch valenciano donde los invitados pudieron despedirse de sus anfitriones antes de poner rumbo a sus destinos de origen.
Esta última cita, marcada por un homenaje a la gastronomía valenciana, también coincidió con el 91 cumpleaños de Jesús Yanes, abuelo materno de la novia, también homenajeado con un grupo flamenco muy animado.
Una boda de ensueño y cargada de tradición que, sin duda, pasará a la posteridad como una de las más completas de la temporada.