El próximo sábado 29 de junio, la plaza de toros de Alicante acoge un evento único donde se darán cita los fans de Ilia Topuria y los cada vez más seguidores de las Artes Marciales Mixtas. La gran velada War MMA llega cargada de sorpresas y encuentros eléctricos en el octágono, con el objetivo además de la profesionalización de los peleadores para que puedan vivir del deporte. Reunirá a futuras estrellas del gimnasio Climent Club, de los hermanos Jorge y Agustín Climent, en 12 combates profesionales y amateurs. Los mejores peleadores del centro del que salió Topuria mostrarán sus habilidades en el coso alicantino -con la posible presencia de su héroe- en la que ya es una cita marcada en rojo en el calendario para los amantes de los deportes de contacto, y que se emitirá en directo a través de Mitele y Gol Stadium. Hablamos con los hermanos Climent de cómo levantaron su centro de la nada con mucho trabajo y esfuerzo y de cómo han formado al número uno para llegar al título de Campeón del Mundo de UFC. Ilio Topuria llegó con 15 años al gimnasio junto a su hermano Álex. Ellos son solo la punta del iceberg de un ejército de 300 al que preparan para alcanzar la élite.
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-¿Qué es el War MMA?
JORGE: Venimos trabajando en esto en España desde hace 20 años y hemos creado un poco la afición que hay en el país, no solo nosotros, sino los deportistas, pero digamos que nosotros le dimos representación e hicimos que tenga más visibilidad y sea más aceptado. Empezamos haciendo un evento que se llamaba Climent Show, conocimos a Diego y con él e Ilia Topuria lo hicimos hace dos años en Alicante. Fue pasando el tiempo y la carrera de Ilia despegó, fue meteórico. Tuvimos que dedicarnos más a la carrera de entrenadores que a la de promotores. Decidimos volver a arrancar de nuevo porque necesitábamos un escaparate porque en este momento no solo tenemos a Ilia, tenemos a un montón de chicos con un nivel muy alto que podrían estar perfectamente en el UFC y necesitamos que sean reconocidos y que puedan subsistir gracias a lo que generarán trabajando en esto.
AGUSTÍN: Vamos a aprovechar el boom de Ilia, que ha sido también la aceptación de otro público que no es el que estaba acostumbrado a ver peleas. Él, con su forma de ser, ha conquistado a gente de todas las edades. Queremos hacer este evento y que lo vea mucha gente y marcar la diferencia con otros eventos al hacer que las pagas sean diferentes. La semana pasada peleó un alumno nuestro y se le pagaron 450 euros. Con eso, un luchador profesional no puede vivir. Así que estamos intentando que pagar 2.500 a los profesionales y 500 a los amateur, a los que no se les suele pagar nada, y también habrá premios diferentes: mejor pelea, mejor KO, mejor finalización…
-Incentivos con sus propios premios
A: Exacto. Que puedan vivir de esto, porque de lo contrario tienen que tener dos o tres trabajos para poder entrenar y aparte competir. Es muy difícil generar un nivel altísimo teniendo tantas responsabilidades.
¿Habéis notado mucho el crecimiento de la afición a las Artes Marciales Mixtas tras convertirse Ilia en campeón?
J: Muchísimo y como decíamos, gente de todas las edades. Y lo que notamos desde que despegó y tenemos tanto alcance es la aceptación que tiene este deporte como deporte, precisamente, como algo de valores o familiar, no como algo callejero y violento.
A: El crecimiento desde que Ilia quedó campeón es impresionante. La gente que ha venido a entrenar, la gente que nos pregunta… por ejemplo, mis vecinas, que son de la edad de mi madre. La gente está enterada, sabe de qué va.
J: Igual que vamos por la calle, nos paran, nos reconocen… Eso es muy reconfortante, ver que el trabajo de toda una vida te da esa recompensa es increíble.
"Ilia es un tío que tiene una fortaleza mental y física privilegiada. Es muy frío. Es bueno desde todos puntos de vista de la lucha, en el striking, en los derribos, en el jiu jitsu, es muy inteligente a la hora de pelear"
-El ejemplo de lo que estáis diciendo es que vuestros propios hijos siguen vuestros pasos en MMA
J: Exactamente. Lo que decimos no es solamente para que lo hagan los demás, es algo nuestro, lo hacemos con nuestros hijos. Agustín tiene a su hijo Leo, de 18 años, que va a pelear en el evento y mi hijo mayor que se llama Jorgito, de nueve, ya ha peleado en MMA y es campeón de Europa de jiu jitsu. Es decir, que nosotros queremos que nuestra descendencia siga con nuestro ejemplo, con lo que nosotros hemos hecho. Lo hacen igual nuestros hijos y lo van a seguir haciendo nuestros nietos y lo queremos porque lo vemos como algo positivo.
-Agustín, dicen, de hecho, que tu hijo Leo es el nuevo Ilia
A: Es como Ilia, pero mucho más guapo -ríe-. Se lo está tomando muy en serio y para mí es una satisfacción enorme ver cómo se está poniendo las metas de querer ser un campeón y estar totalmente enfocado a lo que amamos mi hermano y yo. Estamos al cien por cien entregados.
-El evento va a tener un gran éxito, hay gente que viaja a Alicante de toda España
J: Justo el lunes han sido las hogueras y el evento es el sábado. Las entradas están funcionando muy bien, estamos teniendo mucho alcance mediático gracias a nuestro socio Diego y es verdad que viene gente de todas partes de España. Estamos muy felices y muy orgullosos.
-¿Cómo comenzó vuestra afición en Argentina?
A: Somos tres hermanos varones, yo soy el más pequeño, y tenemos una gran diferencia física. Jorge mide 1,85m y pesa 100 kg. Yo mido 1,60 y pesaré 70. Y era mucho más notable cuando éramos chicos. Como siempre estábamos en un ambiente entre hombres y nos peleábamos entre los chicos con amigos y tal, yo sentía un poco de rabia y buscaba constantemente la manera de defenderme, así que fui indagando en diferentes artes marciales, más que nada porque como yo era más chiquito, mi hermano mediano se aprovechaba y me pegaba, y yo juntaba rabia y esperaba la forma de algún día aprender y poder vengarme -ríe-.
Empecé con el boxeo y no me iba bien, eso me llevó a la capoeira y de ahí, como venía de Brasil, mi maestro me enseñó vídeos de las MMA, porque el jiu jitsu que hacemos nosotros viene de Brasil y las MMA también. No le conté a nadie y se enteraron en mi casa que yo hacía jiu jitsu por un campeonato que se hizo y mi hermano Jorge, que en se momento era militar…
-¿Tú eras militar Jorge?
J: Había tenido una adolescencia un poco tormentosa y había terminado en el ejército estudiando para oficial, pero no era feliz, y cuando salí del ejército me encontré con que él entrenaba y me gustaba lo que hacía. Y así empezamos a entrenar los dos, a competir, a viajar juntos y justo fue el corralito en Argentina.
A: Teníamos armado como un ring en el comedor -ríe-. Eso fue evolucionando, fuimos mejorando nuestra relación y decidimos irnos a vivir solos cuándo cumplí 19 y mi hermano tenía 22 o 23. Pusimos un tatami y dábamos clases ahí. Así empezamos el Climent Club en Argentina, mientras trabajábamos y tomábamos también clases nosotros. Teníamos nuestro equipo, nuestra gente y entonces fue el corralito. Mi padre quebró, se fue toda la economía al garete.
J: Hubo que salir de ahí por patas y resultó ser que mis abuelos eran de dos pueblos de Alicante.
A: Desde chiquitos nuestra abuela siempre nos contaba que había un lugar en España que tenía la playa y la montaña uno cerca del otro, pero nosotros no nos imaginábamos que algún día íbamos a vivir acá.
J: Vinimos con una mano delante y otra atrás, prácticamente sin nada, con mi padre y con mi madre. Mi otro hermano decidió quedarse allá porque tenía una novia, es director creativo, le iba bien y tenía ya sus cosas.
-Llegáis a España y ¿cómo empezáis a hacer el gimnasio Climent?
J: Llegamos a Alicante, a la vez que dábamos clases en un montón de gimnasios, empezamos a trabajar de noche para conseguir dinero y cuando empezamos a competir, comenzamos a armar un equipo que cada vez era más grande. Por suerte o por desgracia, yo tuve un accidente en moto que fue bastante duro, tuve un montón de operaciones y me dieron una indemnización con la que en 2006 alquilamos el gimnasio y los construimos como es hoy en día.
-Para llegar hasta aquí habéis recibido muchos golpes
(Ríen ambos) De ahí viene que nuestro logo de Climent Club tenga la sangre, significa que nos costó sangre, sudor y lágrimas poder cumplir nuestro sueño, que es el negocio familiar, y hacer esto que tanto nos gusta. No solo representa eso, también la familia y muchas cosas que nos unen -prosigue Jorge-.
-¿Cuánta gente hay ahora mismo en vuestra escuela?
J: Unos trescientos.
A: Somos como los de la película, los 300 -ríen-.
-¿Y de esos 300 cuanto llegarán?
J: De esos 300 ponle que quizá hay 30 que puedan llegar a lago, que se están dedicando a ello a fondo y de esos, 10 se están dedicando más a fondo, y de esos, 4 más, y de ahí….uno o dos.
A: Y para los 300 que hay, habrán pasado por allí un millón.
"Vamos a aprovechar el boom de Ilia, que ha sido también la aceptación de otro público que no es el que estaba acostumbrado a ver peleas. Él, con su forma de ser, ha conquistado a gente de todas las edades"
-¿Quieres decir que hacéis casting?
A: No, no, lo hacen la vida, el tatami y el ring.
-¿Cualquiera puede llegar y apuntarse a vuestro gimnasio?
A: Cualquiera, de cualquier edad, de cualquier sexo. Se quedan los que sobreviven y a los que les gusta este estilo de vida.
-Dicen que ahora hay más afición en las mujeres ¿es cierto?
A: Siempre hubo mujeres. La madre de Leo, por ejemplo, es cinturón negro. Ella me ayudó mucho a tirar del carro y hacer todo el equipo cuando Jorge tuvo el accidente. También había otra chica que se marchó y montó su propio Climent Club en Hamburgo. Ella fue la primera cinturón negro de España. Siempre hubo mujeres guerreras, siempre teníamos valquirias -ríe-.
J: Y fue segunda del mundo en jiu jitsu cuando fue a competir.
-¿Cómo aparece Ilia en vuestras vidas?
J: Gracias a Dios que nos trajo a Ilia.
A: Dios es cubano porque vino por un alumno nuestro… Las personas que practicamos este deporte tenemos las orejas reventadas por lo general y él las tenía muy reventadas. Se acercó la madre de Ilia y Alek, que conocía esa característica, y le preguntó: "¿Haces lucha?". Porque en Georgia está muy arraigada la lucha grecorromana. Le respondió que no, que hacía jiu jitsu. Le dijo si conocía algún sitio dónde practicar lucha porque sus hijos lo hacían y el chico la invitó a que ellos conocieran el gimnasio a ver si les gustaba. Los trajo…
J: Y ya no se pudieron ir nunca más
A: sí, quedaron atrapados.
-¿Eran muy pequeños?
J: Sí, unos niños.
A: 15 años.
-Son entonces como vuestros hijos
A: Son como nuestros hijos pequeños. Bueno también en el club tenemos un montón de hijos.
-¿Les enseñasteis español vosotros?
A: Ellos no sabían nada, vinieron con el georgiano, lo que pasa es que eran dos chavales, que como ahora los ves, son muy inteligentes y ya hablaban un poquito de inglés, alemán, georgiano, entendían ruso… Un chico que te habla cuatro idiomas, habla español en tres semanas.
J: No tres semanas, pero… Cuando hablan tienen un deje argentino.
A: Es la marca de nuestro trabajo (ríe)
-¿Cómo forjáis al guerrero? ¿Cómo habéis convertido a Ilia en un campeón?
A: Eso viene con la persona. Nosotros tenemos el templo y te de damos las herramientas. Y te enseñamos a pescar, pero después el que aprende a pescar o se compra un barco productor de pesca y una fábrica es él.
-Pero, por ejemplo, ¿cuántas horas a la semana hay que entrenar?
J: Imagínate, cuando tenían 16 años, que hacía uno que estaban en el gimnasio, vino su padre un día y nos dijo: "Los chicos me dicen que no quieren ir más al colegio, que quieren estar aquí todo el día, por favor, habladles". Nosotros le dijimos: "Mira, si mi hijo viniera y me dijera eso, yo le diría 'vale', si vas a estar veinticuatro horas en el gimnasio, dejaba de ir al colegio" y efectivamente hicieron eso, estaban veinticuatro horas en el gimnasio y es por eso que el día de hoy…
A: También tenemos niños así en el gimnasio. Tenemos cuatro o cinco que dejaron ya el colegio y están veinticuatro horas entrenando en el club y duermen en el tatami.
J: Piensa que entrenar es como una carrera. Para ser cinturón negro de jiu jitsu tienes que estar entrenando diez años de tu vida. Hay que estar veinticuatro horas, todo el día estudiando técnica, poniéndote a prueba, es algo muy duro. Por eso a lo mejor la gente lo veía como algo callejero, pero ahora se está viendo que es un deporte al que te puedes dedicar al cien por cien y triunfar en la vida.
A: Y lo están viendo un montón de chicos que han sido compañeros de Ilia de entrenamiento y que están dando el paso porque ven que es posible, entonces, más ganas le ponen.
-¿Y cómo definiríais al discípulo, qué destacaríais de él? Porque, claro, una persona que llega a campeón del mundo tiene que tener unas cualidades excepcionales
J: Excepcionales. Es un tío que tiene una fortaleza mental y física privilegiada. Es muy frío. Es bueno desde todos puntos de vista de la lucha, en el striking, en los derribos, en el jiu jitsu, es muy inteligente a la hora de pelear. Va a estar cómodo donde quiera y va a pelear en lo que el otro sea mejor el otro, porque él siempre va a querer ser mejor que vos. Es una persona muy especial.
-¿Vosotros como entrenadores impartís mucha disciplina? ¿Sois muy estrictos con los chavales y en particular con Ilia, al que habéis llevado hasta la cima?
A: Nosotros intentamos ver cuál es el potencial de cada luchador y ver cómo es su naturaleza para no tener que chocar con él, todo lo contrario, hacer que se potencie.
J: La disciplina no es autoritaria. La disciplina que se consigue es a través del entrenamiento y con el ejemplo. Nosotros intentamos hacerlo siempre con el ejemplo, que nos vean que estamos ahí veinticuatro horas entrenando y eso es lo que les va a hacer evolucionar. Y tratamos de hacer las cosas como una sociedad, hablándolas y llegando al acuerdo que todos creamos que es el mejor.
-¿El día que Ilia tocó el cielo cómo lo vivisteis?
A: ¡Imagínate! Para nosotros es el resultado de toda una vida de trabajo, es como poder tener una extensión y conseguir todo lo que nosotros no pudimos por las circunstancias de la vida, que nos hizo ser puente para que él sí lo lograra. Fue algo increíble. Sentimos emoción, felicidad, alegría, amor…
-Ahora estáis preparando a vuestros hijos para que se conviertan en los próximos campeones del mundo
J: A ver, no solo Jorgito, y Leo, que va a ser una máquina. Quiero decir que en estos momentos tenemos por ejemplo, la Alex Topuria, el hermano de Ilia, que acaba de firmar con el UFC y tiene un 5-1 (cinco peleas ganadas, una perdida), Pepe Torres tiene un 8-1. Son muy buenos dentro del nivel profesional.
-¿Y qué se siente cuando pelea un hijo, Agustín?
A: Se siente caliente -ríe- bastante emocionante y no sé, emotivo.
-¿Hay miedo?
A: A ver, yo el miedo siempre lo tengo con todos, pero intento convivir con él.
J: El miedo es amigo al final.
A: …y buscar el apoyo en el miedo e intentar bloquearle, como dice mi querido Ilia: "la diferencia entre el cobarde y el valiente con el miedo no es que no tengas miedo, es cómo actúas". Todos sentimos miedo, pero el cobarde no hace nada y se queda paralizado, el valiente hace algo.
J: No hay que huir de los obstáculos.
A: Claro que tengo miedo, pero quiero que mi hijo sea el mejor del mundo, entonces lo enfrento.
-¿Y tú con tu hijo, Jorge, al ser tan pequeñito?
J: Imagínate con nueve años hacerle pelear MMA es a lo mejor algo que puede chocarle a la gente, pero te aseguro que a él lo ha fortalecido de una manera… Él saber estar que tiene en este momento Jorgito y cómo ha enfrentado sus miedos y cómo se ha desenvuelto, el haber salido victorioso. Todo eso juega en tu favor al final y te prepara para la vida, porque la vida no es fácil.