Pionera, referente en 'fair play’ e incansable gladiadora en el verde del campo. Si algo define a María López García es, además de las raíces asturianas que la empujan irremediablemente a su tierra y a su gente, su carácter enérgico y tenaz, esa perseverancia que la ha llevado a poner nombre y apellidos a su disciplina en nuestras fronteras y a coronarse como la primera jugadora olímpica de la misma. Dos décadas después de sentir un flechazo con el deporte que le cambió la vida en el terreno profesional y le brindó sus más sólidas amistades y un hogar en Madrid en lo personal, la capitana de Selección Española de hockey sobre hierba y bronce mundial y europeo arranca una cuenta atrás que nunca olvidará: la de los Juegos Olímpicos de París, que llegan tras saborear la experiencia en Río y en Tokio. Antes de pisar la villa olímpica y retomar la historia que comenzó escribiendo en Barcelona 1992 nuestra selección femenina - alzándose con una medalla en este deporte por vez primera- hablamos con ella sobre las posibilidades de que nuestro conjunto vuelva a colgarse una, sobre la estrategia a seguir en tierras francesas, sus inicios, decepciones y grandes retos, las condiciones económicas de las jugadoras, la retirada y la conciliación.
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- Tu carrera profesional despega con tu mudanza de Gijón a Madrid, que coincide con tu mayoría de edad, pero, antes de ese cambio de vida, ¿cómo surge el flechazo con el hockey sobre hierba?
Fue totalmente de casualidad porque yo soy de Gijón y socia del Grupo Covadonga desde pequeña, desde que nací prácticamente, y en verano se organizan unos campus en los que se practican varios deportes. Me acuerdo que todos los veranos los pasábamos en el Grupo Covadonga y en uno de ellos, que yo tenía 8 o 9 años, mi hermano, junto con un amigo suyo, probó el hockey sobre hierba. Yo lo quise probar también y la verdad es que me gustó mucho; tanto, que cuando empezó la temporada mis padres me dijeron ‘oye, María, tienes que practicar algún deporte, ¿te gustó eso del hockey?' y les dije que sí. Ese primer año en categoría alevín era la única niña, unos meses más tarde se empezaron a apuntar otras chicas que hasta día de hoy siguen siendo mis mejores amigas. Me enamoré del hockey desde el minuto uno.
- Años antes de tomar la decisión de ser profesional de tu deporte, cuando todavía estabas en categorías inferiores, recibiste una llamada para trasladarte a la capital y apostar por tu sueño, pero no lo hiciste hasta entonces. Cuéntanos por qué retrasaste ese momento
Sí, creo que con 14 años disputé mi primer torneo internacional con las Selecciones inferiores, con la Sub 16, y uno de los entrenadores Ángel Laso, de Santander, me ofreció la posibilidad de ir al Centro de Alto Rendimiento a Madrid, donde podría estar con otras jugadoras de otras comunidades autónomas entrenando y demás para seguir mejorando y poder llegar a categorías superiores de la Selección. Decidimos que quizá lo mejor era esperar a cumplir 18 años, a terminar Selectividad en Gijón y, una vez ahí, empezar la carrera en Madrid compaginándolo con el hockey. Y así fue: en cuanto terminé la Selectividad me fui a Madrid a arriesgar el sueño de estar en una Selección, de poder mejorar y poder entrenar y competir al lado de jugadoras de mucho nivel.
- ¿En qué momento descubriste que este deporte era tu vocación?
Desde el minuto uno me enganchó. No concibo mi vida sin el hockey y cuando me vine a Madrid aposté por el hockey y lo prioricé durante bastantes años aunque lo pudiese compatibilizar con estudios, primero, y luego con trabajo. El hockey era y es mi prioridad y diría que fue vocación probablemente desde que lo descubrí porque me enamoró.
- Tu palmarés es bastante amplio. Con el Club de Campo madrileño has ganado 7 Ligas Nacionales, 9 Copas de la Reina, 2 Subcampeonatos de Europa, una medalla de bronce europea y una copa de Europa B y con la Selección, dos diplomas olímpicos, una medalla de bronce en el Mundial y otra en el Europeo y participaciones 5 Campeonatos de Europa y en 2 Mundiales y ahora cuentas las semanas para tus terceros Juegos Olímpicos. ¿Qué significaría para ti alzarte con una medalla olímpica?
Sería la guinda del pastel. Sería un sueño ver reflejado en algo material el esfuerzo de tantos años y de tanta dedicación. Es algo que me haría muy feliz.
- Más allá de esa ilusión y confianza que os une, ¿cómo es la relación entre todas las integrantes del conjunto?
Es muy buena. Llevamos muchísimos años juntas; con las que tenemos más edad, desde las categorías inferiores, diría prácticamente 15 años o más, y con las que vienen nuevas, muchas compartimos club y, las que no, durante el año pasamos tantos días juntas en concentraciones y competiciones que al final nos vemos más que a nuestras familias. Así que, sí, la relación es muy buena y el ambiente es muy bueno, probablemente también por eso todas queremos salir con la Selección, porque, aparte de competir al máximo nivel, estamos en un ambiente muy sano, muy bueno y muy positivo, y eso es algo que hace que te apetezca seguir siendo parte de la ello.
- A diferencia de países como Australia, Argentina, India, Alemania, China o Gran Bretaña, España no destaca por una elevada cantidad de licencias deportivas en tu disciplina, pero aseguras que con la selección habéis hecho maravillas con pocos recursos. ¿Crees que hay opciones de hacer historia en París?
Sí, creo que España, en relación con el número de licencias que tiene tanto en categoría femenina como masculina, siempre estamos en lo más alto luchando por conseguir medallas y pienso que eso es algo muy meritorio que tenemos. No sé si es por el alto nivel de nuestros entrenadores, la garra o la pasión que tenemos los deportistas, pero es algo muy llamativo porque hay selecciones, como Holanda, Argentina, India o Australia, que tienen un número de licencias abismal en comparación con España y, de cara a las opciones de hacer historia en París, nosotras, que somos el ranking 7 mundial, creemos que lo que tenemos que hacer sí o sí en los Juegos es ganar a las selecciones que están por debajo de nosotras y luego intentar rascar puntos con las selecciones que son superiores una vez que nos consigamos meter en cuartos de final. También lo mejor sería poder evitar a las mejores selecciones, como es el caso de Holanda.
- Como dices, Holanda es uno de los países líderes en el hockey sobre hierba tanto femenino como masculino y su liga es la número uno del mundo. Allí pasaste una temporada en 2018. ¿Cómo viviste aquella experiencia? ¿Qué aprendizajes sacaste?
La experiencia de mi año en Holanda fue muy positiva, no solo a nivel profesional, porque, como bien dices, es la mejor liga del mundo y cada fin de semana parecía que estábamos jugando una final, sino también a nivel personal porque me permitió estar sola en otro país con otro idioma, otra cultura y otros amigos y compañeros de equipo.
- ¿Cómo son las condiciones económicas y contratos para una jugadora de hockey sobre hierba? ¿Se puede vivir bien de ello? ¿Dirías que hay igualdad entre hombres y mujeres?
Creo que el hockey, al ser un deporte que no es profesional, varían muchísimo las condiciones económicas y los contratos de una jugadora a otra en función del club o la liga en la que juegue. En mi caso, yo tengo la suerte de estar jugando en uno de los mejores clubes de España, el Club de Campo de Madrid, y ahí tenemos un contrato laboral. Estamos contentas, nos tratan muy bien y sí que años atrás quizá había una mayor desigualdad con respecto a los hombres, pero a día de hoy eso se ha igualado y, aunque creo que probablemente existan ciertas diferencias, es verdad que cada vez son menos y que hay que seguir luchando por esta igualdad entre hombres y mujeres.
- Con la veteranía y madurez que da el paso del tiempo, ¿qué cambio subrayarías que ha habido en ti desde la primera vez que fuiste olímpica hasta estos terceros Juegos en la forma de afrontarlos?
Desde la primera vez que fui olímpica hasta ahora lo que he aprendido es a no tener miedo a fallar y al error dentro del campo. Jugamos un deporte en el que el equipo contrario también juega, en el que tienes que asumir que puedes cometer errores, y he aprendido a seguir intentándolo a pesar de haber fallado, a olvidarme de ese error y centrarme en lo que viene y lo que uno puede controlar en el campo en el momento en que estás jugando. Eso es lo que me ha dado un poco de madurez y me ha enseñado a relativizar, quizá antes me centraba más en cosas que no dependían de mí y ahora lo hago en lo que puedo controlar.
¿Cuál dirías que ha sido el momento de mayor euforia y el más decepcionante de tu trayectoria?
He tenido la suerte de tener muchos momentos de euforia, desde los títulos logrados con el Club de Campo hasta los de la Selección, como el bronce del Campeonato del Mundo 2018, el bronce del Campeonato de Europa en los shoot outs, las clasificaciones a los Juegos Olímpicos… Todos son momentos de mucha euforia porque te juegas mucho y conseguirlo es algo increíble. Creo que esa euforia solo la puedes vivir haciendo deporte y compitiendo. En cuanto a decepcionantes, algunas derrotas en momentos importantes con mi club y con la Selección recuerdo la no clasificación para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Aquello fue decepcionante porque yo estaba entrando en la Selección y pensaba que ir a unos Juegos era algo que España siempre hacía, y el hecho de no ir me hizo ser consciente de lo complicado que es simplemente estar. Otro momento decepcionante que recuerdo fue perder en shoot outs en cuartos de final en los Juegos de Tokio contra Gran Bretaña porque fue un partido muy igualado y tuvimos opciones. F
Ahora que ves la retirada como algo cercano teniendo en cuenta la media de edad en tu disciplina, que suele rondar los 35 años, ¿qué sentimientos te invaden?
Sí… Veo la retirada cercana y, por un lado, es una mezcla de pena porque es algo a lo que me encantaría dedicarme toda mi vida, algo que empezó siendo mi hobby y ahora mismo es mi profesión, aunque nunca lo consideré como un trabajo, pero me siento afortunada. Por otro lado, también veo que es afrontar una nueva etapa de mi vida con ilusión y poder dedicarme a cosas que con el hockey no he podido. Quizá dedicar más tiempo a mi familia y amigos, dedicarme más tiempo a mí, a formarme en el trabajo, a seguir mejorando… Creo que puede venir una época muy bonita y también estoy muy contenta por todo lo que he podido vivir con el hockey, lo que me ha dado, que es mucho.
En la actualidad compaginas tu faceta como deportista de élite con tu labor en el departamento de Marketing de la Federación, además estudiaste ADE en la Universidad Complutense de Madrid. ¿Qué pasos consideras que habría que dar para hacer crecer el hockey sobre hierba?
Es complicado pero considero que todo empieza por darle mayor visibilidad al hockey en los colegios. Muchos niños empiezan a conocer deportes que no son el fútbol o el baloncesto en las clases extraescolares, entonces, cuantos más colegios tengan la opción del hockey sobre hierba, más niños se pueden enganchar. Luego también diría crear más campos para que la gente pueda jugar porque el hockey tradicionalmente se juega mucho en clubes privados y tener la posibilidad de que personas que no pertenezcan a ningún club privado puedan jugar y que se creen campos en pabellones o polideportivos municipales sería muy positivo para que creciese. Aparte, los medios de comunicación tienen un peso fundamental como altavoz y nosotros, los propios deportistas, tenemos que difundirlo, lo chulo que es y lo que puede enganchar. Creo que sería una mezcla de todos estos factores.
A nivel personal, ¿te gustaría formar una familia? Hemos visto que se te cae la baba con tu sobrino, al que adoras
Sí que me gustaría formar una familia, pero si finalmente no se puede por circunstancias, tendré otras cosas con las que ilusionarme. Tengo un sobrino al que adoro que por desgracia veo menos de lo que me gustaría porque él vive en Gijón y yo en Madrid, pero bueno, también eso es motivo para intentar escaparme siempre que puedo a Gijón y pasar tiempo con él y hacer videollamadas para que no se olvide de mi cara… Creo que formar una familia es muy bonito y ojalá pueda hacerlo.
¿Cómo es un día normal en la vida de una jugadora en el alto rendimiento?
En la vida diaria depende del momento del año en el que estemos. Durante la temporada, que suele abarcar entre septiembre y mayo o junio, tenemos que compatibilizar los entrenamientos del club con los entrenamientos de la Selección, los fines de semana solemos viajar con el club a jugar la liga y este año, por ejemplo, al ser también año olímpico, tenemos un preolímpico prácticamente cada semana en el que nos concentramos todo el equipo para entrenar juntas. Además de todo eso, yo tengo un contrato de 30 horas semanales en el que puedo trabajar presencialmente y teletrabajar, sumado a intentar sacar tiempo para estar con los amigos y poder desconectar un poco tanto del hockey como del trabajo. Intento de vez en cuando salir a cenar fuera, ver una exposición, ir al cine… En definitiva, intentar hacer cosas un poco más normales para salir un poco de la rutina del día a día de entrenamientos. Organizarse bien es importante para sacarlo todo adelante, porque es duro, ya no solo por las horas de físico o de trabajo que tengas que hacer, sino por el descanso, la alimentación, la recuperación, los fisios…
¿Y en la villa olímpica?
Las dos vivencias que he tenido, tanto en Río como en Tokio, en las villas olímpicas han sido distintas, aunque el inicio es parecido. Los primeros días al llegar intentas adaptarte y superar el jet lag, tienes entrenamientos, pisas el campo para ver cómo es, conoces la villa, ves dónde está todo y luego nosotras en el momento en el que empieza el torneo estamos focus y centradas cien por cien en los partidos, estamos muy concentradas y, una vez acaba el torneo, tenemos la opción de ver otros deportes como el baloncesto, el bádminton y alguno más. Eso ocurrió en Río, porque en Tokio coincidió con la pandemia y nos tuvimos que volver a España en cuanto caímos eliminadas. La experiencia en general es buenísima porque compartes espacios con los mejores deportistas del mundo, personas a las que admiras y ahí tienes la oportunidad de estar con ellos. Es algo súper guay.
- Disfrutas viajando, probando nuevos platos, saliendo, yendo al mar… ¿Cómo consigues ese equilibrio aparentemente idílico entre tu lado personal y profesional entrenando 5 horas diarias y siguiendo el descanso estipulado?
Me considero una persona activa a la que le gusta estar siempre haciendo cosas. Intento tener la agenda llena y si tengo un día de descanso aprovecho para irme a comer o a cenar fuera, a tomar algo, y, si tengo un fin de semana, para escaparme en Gijón o viajar. Creo que la clave de ese equilibrio está en la buena organización desde pequeñas. Al final, es una herencia que tenemos desde muy pronto, de tener que estar estudiando un autobús cuando tienes 10 horas hasta dónde vas a jugar el fin de semana… Aprendes a aprovechar los pequeños momentos que tienes libres y le sacas partido.
Tu familia es uno de tus grandes amuletos y va a acompañarte en París, ¿qué papel han tenido todos ellos en tu carrera?
Mi familia es una parte muy importante. Siempre intentan seguirme y poder cumplir mi sueño cerca de ellos es muy especial. Los triunfos y celebraciones son mejores, pero poder abrazarles tras una derrota es algo único. Si ahora todo va bien y pueden ir a París, puede ser mágico. Además, en Río no pudieron estar por motivos personales, en Tokio por la pandemia y ahora París parece que pilla más cerca y que todo el mundo está muy ilusionado de poder vivir unos Juegos Olímpicos en directo.
Tus seguidores son tu otra familia y poco a poco estás creando una comunidad muy fiel en tus perfiles sociales, ¿qué relación tienes con ellos?
Estoy muy agradecida a los seguidores que tengo y a la gente que nos viene a ver jugar partidos. Me hace mucha ilusión cuando nos piden fotos o autógrafos porque, aunque creo que no hacemos nada extraordinario, somos deportistas y tenemos nuestra vida, somos gente normal, pero que alguien venga y nos diga que nos admira hace ilusión y me encanta ser correspondida y poder dedicarles un tiempo a hablar con ellos, sacarme fotos, autógrafos o lo que pidan porque es algo que les tenemos que agradecer, que nos estén apoyando, que nos sigan, que paguen una entrada por vernos jugar o una aplicación para vernos un partido online.