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Margarita Ebner, beata: en 1306 ingresó en el convento dominico de la Asunción de la Virgen. Considerada una de las grandes místicas del siglo XIV, escribió sobre sus experiencias espirituales en "Las revelaciones" y "Padrenuestro". Murió en su convento con fama de santidad, y su culto fue ratificado por Juan Pablo II en 1979, siendo la primera beatificación de su pontificado.
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Margarita Ball, beata: nacida en Irlanda en una familia aristocrática, se casó en 1530 con Bartolomé Ball, con quien tuvo muchos hijos, pero solo cinco sobrevivieron. Viuda en 1568, abrió una escuela para niños católicos y acogió sacerdotes, pero fue encarcelada varias veces por sus actividades. Su propio hijo protestante, Walter, la arrestó y murió en prisión a los 70 años tras tres años de encierro.
Juan de Matera: nacido en Matera, Italia, en una familia noble, buscó ser eremita desde joven y vivió en varios monasterios antes de convertirse en predicador en Sicilia y Bari. En Ginosa, fue encarcelado por error, lo que lo llevó a entender su misión como una renovación espiritual y convertirse en un predicador exitoso en Italia meridional. Fundó el monasterio de la Congregación de Pulsano, vivió una vida mística intensa y es venerado localmente.
El santoral cristiano también celebra hoy la onomástica de Elia o Eliada de Ohren y los beatos Dermot (Dermicio) O'Hurley, Francisco Pacheco y ocho compañeros y Tomás Whitbread y 4 compañeros.